El prodigio educativo

Por sus aulas pasaron grandes profesores y alumnos brillantes. Una enseñanza basada en la excelencia, sin otra vara de medición que no fuera la del estudio

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“Ustedes y yo tuvimos en aquellos felices días los mismos maestros; yo también era un alumno que, con ustedes, asistía a ese mundo prodigioso.... Creían los de fuera que estábamos estudiando; ¡y nos estábamos formando, corrigiendo, nutriéndonos de alimentos que nos han dado esta salud de la amistad! ¿Cómo olvidarme de ustedes? Todos éramos alumnos, repito, y convivíamos una misma vida en las aulas, el único lugar donde ello era posible”.

Estas palabras de despedida –cuando renunció en 1945, por presiones políticas, a la cátedra de literatura- se las dijo Ezequiel Martínez Estrada a sus alumnos del Colegio Nacional de La Plata, en la carta de agradecimiento que les envió.

Escritor acosado en su vida por múltiples angustias existenciales, Martínez Estrada fue feliz en La Plata. Convocado en 1924 por Rafael Arrieta, que también llamó al dominicano Pedro Henríquez Ureña, los tres forjaron junto a otros profesores de excelencia un Colegio Nacional inolvidable.

Martínez Estrada dejó en nuestra ciudad huellas indelebles de su paso: “Ellos nos formaron el alma, nos llenaron de ideales y utopías”, diría en una conferencia un conmovido René Favaloro, uno de sus alumnos. “Yo idolatré a Martínez Estrada...él escribió una vez: servir a la Patria es vivir con decencia y sencillez. Y cada vez que hablo de Don Exequiel, me emociono”.

“Ellos nos formaron el alma, nos llenaron de ideales y utopías”, diría en conferencia un conmovido René Favaloro, al recordar a sus profesores. “Yo idolatré a Martínez Estrada...él escribió una vez: servir a la Patria es vivir con decencia y sencillez. Y cada vez que hablo de Don Exequiel, me emociono”.

Entre muchos otros docentes, además de Henríquez Ureña y Arrieta pueden mencionarse al físico matemático Hilario Magliano, a Luis Sommariva, Alfredo Palacios, Eduardo Huergo, Ramón Loyarte, Roberto Lehmann Nitsche, y el físico Rafael Grinfeld, que trabajó con Alberto Einstein en Estados Unidos.

Las ciencias duras y las humanísticas, la historia, el arte y hasta la enseñanza de oficios, todo resplandeció como oro ante camadas de alumnos que se formaron en esas aulas en las que, desde la fundación del Colegio y durante muchas décadas, se rindió culto a la libertad de pensamiento y a la democracia como sistema de vida y de gobierno.

El Nacional es un ejemplo de las alturas que alcanzó la enseñanza pública argentina

 

El Colegio Nacional fue, además, uno de los ejemplos más elocuentes de las alturas que alcanzó la enseñanza pública en nuestro país. No existió otra vara más que la del estudio para medir a los estudiantes, muchos de los cuales fueron científicos, magistrados, intelectuales o artistas de gran renombre.

Por dar sólo dos nombres de alumnos que se formaron en sus aulas puede hablarse de dos médicos que, años después, alcanzarían fama universal ya que salvarían y siguen salvando, con su talento y sus innovaciones, millones de vida. Uno de ellos, como se ha dicho, fue Favaloro, hijo de un carpintero y más tarde creador del by pass. El otro es Julio Palmaz, hijo de un colectivero y hace poco tiempo creador del stent.

LA HISTORIA

Los fundadores de la ciudad de La Plata tuvieron en claro que, más allá de dotarla de edificios y de servicios públicos de vanguardia, la población que viniera a ocuparla necesitaría de estructuras educativas acordes, de modo que a poco más de un año de su fundación se votó una ley que amplió los fondos disponibles para solventar los gastos para erigir escuelas primarias. Al mismo tiempo, la llamada ley de residencia obligatoria hizo que se precipitaran las medidas para crear un colegio similar al Nacional de Buenos Aires.

Fue así que por ley 1432, de julio de 1884, se creó el Colegio Nacional, aún cuando esta ley no alcanzó a tener vigencia a partir de los conflictos que se habían suscitado entre el fundador Dardo Rocha y la administración Juárez Celman.

Creado en julio de 1884, fue recién en 1905 cuando el Colegio Nacional se incorpora a la flamante Universidad Nacional de La Plata, de la cual sigue dependiendo / Archivo

De tal modo que en febrero del año siguiente, el Gobernador bonaerense sancionó por decreto la creación en La Plata de un colegio provincial para varones. Un decreto posterior dispuso que las clases se iniciarían el 1 de abril siguiente y, dos años después, el 15 de julio de 1887, un decreto del Poder Ejecutivo Federal nacionaliza el Colegio Provincial y lo convierte así en Colegio Nacional. Y fue en 1905 cuando el Colegio Nacional se incorpora a la recientemente creada Universidad Nacional de La Plata, de la cual depende hasta la actualidad.

Los datos ofrecidos por la propia UNLP detallan que primitivamente el establecimiento se hallaba emplazado en 9 y 47, para trasladarse luego a un edificio de propiedad provincial sito en 51 esquina 17. Desde 1907 a 1910, funcionó en el edificio ubicado en la calle 8 entre 57 y 58 (actualmente en este edificio funciona la Escuela Provincial Nº 1 y el Normal Nº 3) que era propiedad de la Provincia.

En 1905, cuando el Colegio Nacional pasó a depender de la Universidad Nacional de La Plata, el ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, Joaquín V. González, y el ministro de Hacienda bonaerense, Juan M. Ortiz de Rozas, en representación del Poder Ejecutivo de la Nación y de la Provincia, respectivamente, refrendaron un convenio por el cual se cedió con destino a la fundación del Colegio Nacional el terreno que ocupa actualmente.

Joaquín V. González inauguró en 1910 el edificio donde se emplaza en la actualidad

 

Sería el propio González el que en septiembre de 1910 inauguró el nuevo edificio del Colegio nacional.

“La nueva modalidad impuesta creaba un modelo único en el país en materia de enseñanza. Se anexaba al mismo un internado modelo, el U.L.P.I (Universidad La Plata Internado), en donde los alumnos convivían con sus profesores y bedeles, rodeados de atenciones y comodidades y de un gran parque con valiosas piezas decorativas”, dice el informe de la UNLP.

 

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