"Jesús López": una metamorfosis en el corazón de la Entre Ríos que agoniza

Cada pueblo tiene su héroe, y esos héroes se vuelven mitos más grandes de la vida tras su muerte: por eso, porque la muerte lo alcanza, no es Jesús López el protagonista de “Jesús López”, nueva película de Maximiliano Schonfeld que se presenta en el Festival de Cine de Mar del Plata (puede verse online, gratis), sino Ariel, un joven que ante la muerte de su primo comienza a mimetizarse con él, a vestir y caminar como él, a ocupar su lugar, impulsado por sus deseos de salir de la quietud y por una familia acongojada por el duelo, 

Jesús López, hasta que, finalmente, en un pequeño giro fantástico que permite el cine, se convierte en él.

Schonfeld, que escribió el guión de su nuevo trabajo junto a la celebrada novelista Selva Almada, cuenta que la génesis de “Jesús López” tiene casi una década, y nació “mientras hacía la prueba de actores de ‘La helada negra’. En el proceso de casting a chicos de Entre Ríos apareció Abel, un adolescente que estaba cansado de trabajar en el campo de su padre, se quería ir a la mierda. Hicimos una entrevista muy larga con él, él no sabía cómo salir del tambo, y tenía un hermano que se dedicaba a la actuación, que viajaba a la ciudad… y él, de alguna manera, quería usurpar el lugar del hermano”. 

“Ahí empezaron las primeras anotaciones: luego la historia fue creciendo”, explica el cineasta, en diálogo con EL DIA. Pero el proyecto quedó en un cajón, una mera idea hasta que un día comenzó a escribir con Almada. “Somos amigos, y habíamos comenzado a escribir otro proyecto, una película de ciencia ficción, ‘El hombre brillante’, una historia de amor de dos extraterrestres… Pero no le encontrábamos la vuelta al guion. Como teníamos la necesidad de seguir escribiendo, traje esta idea”, explica Schonfeld: así volvió a la vida el joven Ariel, que es seducido por el vértigo y el riesgo de la vida de su primo, motoquero, metalero, galán de pelo largo y mirada torva, que se contrapone absolutamente a su vida anodina, en un campo agonizante.

Esos dos universos colisionan ante la tragedia de Jesús, un accidente rutero al que parecía predestinado su destino de velocidad. O mejor, un universo, el de las luces de la ciudad, el ruido, la noche, “se fagocita a Ariel”, que se deja envolver por “algo que tiene que ver con lo coyuntural: en los pueblos de Entre Ríos, los jóvenes no tienen trabajo en el campo, la agroindustria a devastado la agricultura familiar. Entonces el futuro ya no está ahí, está en otro lado”. La falta de destino en un polo, y en el otro el futuro brillante que dejó trunco su primo y que él sueña con ocupar: “Era importante”, dice Schonfeld, “que el personaje no solo tuviera un voluntad de irse, sino que hubiera un sistema que lo empujara”.

Así, Schonfeld vuelve a relatar, como en “La siesta del tigre”, un entorno en extinción, el de su Entre Ríos natal. “Si uno mira mis películas, va viendo el cambio de los cultivos. Cambia la luz, cambian los colores de los campos: ese hecho histórico, para mi, tiene más importancia que lo que puede pasar con la película en este momento. Pensamos las películas como hechos históricos, algo que puede ser un registro de cómo se vive acá. Quizás hasta pueda servir para revertir algo…”, afirma el director.

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Por eso, “Jesús López” tiene como escenario esas superficies “muy vulneradas por el avance de la agroindustria, sin caer en la denuncia, pero sí en la enunciación: esto es lo que está pasando, este es el problema de los jóvenes, estas son las migraciones internas, de las cuales se habla poco”. 

El cine de Schonfeld es un cine de escenarios, de paisajes, de atmósferas, algo que el director reconoce, agregando que en sus películas busca atrapar ciertos momentos que se presentan: “No está todo tan planificado, la puesta en escena, la imagen... hay algo de ir respirando con la película, saber que cada día hay un clima diferente, una energía distinta: uno tiene que estar preparado para eso”, explica, y dice que es importante ser “permeables a lo que la naturaleza nos va dando ese día. Suena cursi, pero es lo que sucede cuando uno firma a la intemperie, con presupuestos no tan altos, donde hay que filmar mucho por día… Es mejor ir a favor de lo que te da el universo que ser inflexible. Si hay que filmar con viento, filmamos con viento”.

Pero “Jesús López” no es solo un filme sobre Entre Ríos, sino también una película sobre un duelo, sobre la dificultad de seguir adelante tras un final abrupto. “En Entre Ríos hay muchos accidentes, es una de las provincias con más accidentes, y conocíamos con Selva muchas historias de muertes tempranas, que dejan esa idea de que esos chicos tenían un futuro brillante: el mito del muerto joven siempre va creciendo”, cuenta Schonfeld. “Así que queríamos jugar con eso, este Jesús, que es alguien popular, al que engrandece la muerte, frente a un sistema que expulsa a los jóvenes. Todo eso se juega en la dualidad, las dos familias, el campo y la ciudad, Abel y Jesús”.

Y también, suma a esa lista, “la literatura y el cine”: el trabajo a cuatro manos con Almada implicó “trabajar ambos lenguajes, lo literario y lo cinematográfico, trabajar las tensiones entre el cine y la literatura: ella escribía relatos más cinematográficas, yo escaletas más narrativas”, cuenta Schonfeld sobre el proceso, que incluía mucha lectura en voz alta intentando dotar a los diálogos de carácter entrerriano. 

“Una de las cosas que sentía es que necesitaba que creciera el volumen de los diálogos de mis películas”, dice al respecto el realizador. “Con Selva hicimos mucho énfasis en ese habla, y buscamos que los personajes puedan manifestar sus preocupaciones a través del diálogo, cuando en mis películas anteriores mis personajes eran más silenciosos, se fusionaban con el paisaje en una especie de topofilia, donde las emociones y los paisajes dialogan, van mutando entre sí. Eso estaba muy presente en mi cine, pero ahora nos parecía importante traer también el diálogo”.