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Espectáculos |CONTINÚA EL FESTIVAL DE CINE LATINOAMERICANO DE LA PLATA

Osvaldo Laport: un “Bandido” que te roba el corazón

El actor pone el cuerpo, y la voz, al servicio de uno de sus trabajos más sentidos, una película sobre un músico en el ocaso de su carrera que llega a La Plata esta noche, en el marco del Fesaalp

Osvaldo Laport: un “Bandido” que te roba el corazón
Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

30 de Noviembre de 2021 | 03:53
Edición impresa

Roberto Benítez está cansado. No es físico el problema, o no solamente: artista melódico de gran éxito, está agotado de andar, lleva cansada y pesada el alma, late en su corazón gris el deseo de dejar todo. “Bandido”, la película de Luciano Juncos que, se verá esta noche en el marco del Festival de Cine Latinoamericano de La Plata (a las 20.30, en el Eco Select del Centro Cultural Islas Malvinas; y desde mañana online en Octubre TV, gratis), es el viaje que este personaje recorre de regreso a la vida.

Es “una película simple, sin pretensiones, como su director”, define Osvaldo Laport, que interpreta a Bandido en el filme. “Creo que eso se refleja en la estética, en la forma en que cuenta esta película”, afirma la estrella televisiva.

Laport, que fue Catriel y Guido Guevara, que gozó de las mieles del éxito popular como su personaje, pero que, por cosas de la vida, prejuicios y apuestas, no ha tenido demasiado trabajo en la pantalla grande, encarna en “Bandido” a un artista en el ocaso de la vida en plan “El luchador”, a lo Mickey Rourke.

“Yo hice mis primeros pasos en teatro, pero la televisión usurpó mi carrera”, dice al respecto el intérprete uruguayo de 65 años. Pero rápido, advierte: “En el buen sentido: soy un agradecido de la televisión, siempre dije que allí se pueden hacer cosas tan importantes como en el cine o el teatro. El buen texto, la buena interpretación, puede ser plasmado en cualquier rincón, la calle Corrientes, Hollywood, el off, la televisión: hay que romper todas esas estructuras que no nos permiten crecer”.

De todos modos, Laport reconoce que, quizás por prejuicio (“el prejuicio no está instalado solo en la tevé, está en la sociedad”), “como actor de televisión, entre comillas, me costó más empezar a transitar el mundo del cine. Por eso, para mí ha sido una sorpresa la devolución de los especialistas sobre esta película, pero la misma entrega y compromiso emocional que perciben en mi personaje lo he hecho en cada una de las novelas. En mi fuero íntimo, con mi familia, sabemos que he tenido escenas como la que transitó este personaje”.

Laport se refiere a las críticas positivas por su trabajo como Bandido, un personaje construido desde la mirada agotada y el decir desilusionado, más que desde el histrionismo, una apuesta osada de Juncos que multiplicó la inversión. Sin embargo, la presencia de Laport en el cartel, sumada a la impronta popular de la película (y quizás, el hecho de ser una película realizada desde Córdoba) provocó alguna queja cuando se estrenó como apertura del BAFICI, a lo que el realizador dijo que “mi principal estímulo como director es repensar las fronteras. Donde lo comercial es también popular, lo popular no deja de ser reflexivo, y la reflexión estimula un constante desarrollo estético. Un cine que no se define por un territorio o por alguna eventual condición de producción”.

La reflexión del filme gira en torno al final de la vida, al sentido de la vida, al cansancio. Todos temas universales, plantea Laport: “Las crisis emocionales no tienen edad, pero son especialmente significativas para la generación de los que ya pasamos los 50, inclusive los 60”, se ríe. Su personaje, afirma, “no sentía el mismo placer que lo llevó al éxito”, y esa sensación de hartazgo “nos pasa a cualquiera, sea la actividad que uno tenga. Tengo amigo que no son artistas y me recuerdo acompañándolos en una de esas crisis en la que uno dice ‘qué carajo me está pasando’”.

Eso que está pasando, en definitiva, empuja a Bandido a “bucear en su propia historia y recuperar lo que se ha perdido, las raíces, los valores, las cosas simples de la vida, la familia, los afectos, lo genuino”.

“Uno hace la vida distraídamente, sin darse cuenta de qué está haciendo”, dice Laport, hasta que suenan las alarmas. Y entonces, llega ese momento de “tirarse a las profundidades de la vida de uno, y comprenderse, aceptarse, entender qué es lo que le daba sentido a su vida”.

“Soy un agradecido de la televisión, siempre dije que allí se pueden hacer cosas tan importantes como en el cine o el teatro. El buen texto, la buena interpretación, puede ser plasmado en cualquier rincón, la calle Corrientes, Hollywood, el off, la televisión”

Ese buceo se da no solo a través del ajado rostro de Laport, sino también en su voz, quebrada, susurrada en el comienzo, incapaz de cantar, hasta que, finalmente, se reencuentra con esas raíces, con su comunidad, con los suyos. Y a esa voz que se transforma, Laport le pone la voz, cantando varios temas en la cinta.

Claro, pocos recuerdan que cantar no es nuevo para el intérprete: en 2005, Laport inició una carrera como cantante, en la que lanzó dos discos, uno melódico, “Ojalá”, dirigido al público de sus novelas, y otro de impronta más folclórica, “Resonancia”.

“En el guion el personaje no cantaba: comenzaba en el camarín, después de subir al escenario, y terminaba igual, yendo del camarín al escenario. Pero en plena producción le dije al director que era una picardía que no cante. Al menos en el cierre”, relata Laport.

Todo surgió en el rodaje: “Hay una escena en la que Bandido está intentando cantar un single, muy desvencijado: ahí improvisé un tarareo, una melodía, y los músicos rescataron de esa escena la intención de esa melodía”, cuenta el actor, y así comenzó su compromiso con la banda sonora del filme..

PANDEMIA Y DESPUÉS

“Bandido” se estrenó en el BAFICI y llega ahora al Fesaalp, todo mientras el mundo intenta salir de una pandemia y comprende perfectamente el cansancio metafísico, ese “estar quemado”, que vive el protagonista del filme. Y, como en la película, para Laport eso debe ser el principio de un cambio.

“La humanidad entera está en crisis: esta es una oportunidad de reflexión, de entender que la humanidad cambió, que hay que dar nuevamente las cartas, entender que hay una nueva disciplina de comportamiento en la comunidad. Aquel que no lo hizo, seguirá siendo víctima de la estupidez humana”, dispara el actor y cantante, para quien venimos de un tiempo donde “todos los estratos sociales” estaban “atravesados por la misma energía, distanciados, con miedo”. Por eso, afirma, “es un momento de privilegio para la humanidad para que nos observemos y cambiemos”.

Y “es nuestra obligación como vínculo, como puente de visibilidad de diferentes causas”, sigue. “El artista tiene la posibilidad de la popularidad, de llegar a otros, y debe entender que es un vínculo, para ayudar, para visibilizar, para vociferar las necesidades de otros que no tienen ese privilegio”, opina el embajador de ACNUR, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, desde 2006, rol desde el cual “viajo por el mundo visibilizando crisis humanitarias, que yo llamo crueldades humanitarias, porque están relacionadas con la apatía”, y desde el cual acaba de organizar el segundo concierto anual de la agrupación, celebrado el domingo con grandes figuras, intentando “utilizar el lenguaje universal de la música para sensibilizar sobre esta causa de los refugiados”.

 

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