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Séptimo Día |VARGAS LLOSA Y SU DICTAMEN: “ESCRIBE COMO CORÍN TELLADO”

El escritor que experimentó con boquitas pintadas y mujeres araña

Manuel Puig, el vanguardista que rescató el boom de la novela latinoamericana. Influencia del cine y de las radionovelas. Un equipo de Letras de la UNLP digitaliza y rescata los manuscritos

El escritor que experimentó con boquitas pintadas y mujeres araña

Manuel Puig / Web

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

6 de Noviembre de 2021 | 06:44
Edición impresa

“He intentado una novela popular…” sintetizó Manuel Puig (1932.1990), el escritor nacido en la muy bonaerense ciudad de General Villegas. Y esa matriz pampeana fecundaría a un viajero incansable y más tarde a un escritor cosmopolita. Aquellas expresiones las formuló en 1977 ante el periodista español Joaquín Soler Serrano, que lo entrevistó en su programa “A fondo” en la televisión española. Desde entonces mucha agua pasó bajo los puentes, pero la vigencia de Puig, a más de treinta años de su muerte, resulta sorprendente.

Había querido ser cineasta y por eso se fue joven a probar suerte en Europa y luego Estados Unidos. De esa primera experiencia rescató el idioma de las pantallas y los nombres de actrices de Hollywood (Rita Hayworth, Greta Garbo, Joan Crawford, Vivien Leigh, Bette Davis, Jean Harlow, Heddy Lamar) a las que admiró, como si hubieran sido sus madres o sus tías. También los géneros y formas menores, como los melodramas y los folletines: “el hecho de que sean populares no me molesta, al contrario”.

Manuel Puig murió en México a los 57 años, víctima de un infarto de miocardio

 

Cuando estuvo en Nueva York, dijo, un día descubrió que el cine no formaba parte de su destino. Y que los únicos elementos con los que él podía disponer eran la palabra y el tiempo. El tiempo que le dejaba su trabajo como empleado en una línea aérea. De modo que comenzó a escribir en sus horas libres y desde entonces erigió una obra singular, que se volvió polémica y que a pesar de su presunta superficialidad formó parte de una vanguardia que sigue aportando valores a la literatura.

Puig irrumpió en el mundo de las letras, en el que nunca se sintió habitante –ni siquiera en sus momentos de mayor éxito- con dos novelas que lo hicieron célebre: “Boquitas pintadas” y “El beso de la mujer araña”. En esos textos fusionó materiales que eran propios del cine y de la radionovela con la historia de su niñez pueblerina. “Este hombre abrió nuevos caminos en la literatura hispanoamericana” fue la presentación del avezado Soler Serrano que, además, afirmó que Puig había logrado revitalizar, junto Néstor Sánchez y otros narradores atrevidos, al boom latinoamericano liderado hasta entonces por Cortázar y García Márquez. “Puig tomó la antorcha y demostró que el boom puede seguir”, agregó.

Claro que no fue fácil para Puig. En ese tiempo, cuando su nombre empezaba a tallar Vargas Llosa expresó: “Me pregunto si la obra de Manuel Puig tiene la trascendencia revolucionaria que le atribuyen. Yo me temo que no”, escribió, para luego intentar cubrirlo con una pesada lápida: “escribe como Corín Tellado”.

Sin embargo, Puig sobrevivió a ese y otros ataques. La crítica especializada puso el foco en sus trabajos. Una platense, profesora de letras de la UNLP, Graciela Goldchluk, se especializó en la obra de Puig y, además, digitalizó los manuscritos que el autor dejó al morir, que están publicados en el repositorio Arcas de la FAHCE-UNLP.

En un artículo publicado en Página 12, titulado “Los tesoros ocultos de los archivos Puig”, dijo Angel Berlanga que “cada tanto, Graciela Goldchluk consigue que coincidan un par de circunstancias: cierto orden entre algunos de los 20.000 manuscritos del archivo que organiza con los papeles que dejó Manuel Puig al morir, por un lado, y una editorial que publique, por otro. Cuando eso ocurre se pone bastante contenta, porque ya lleva una década trabajando sobre, ante, desde (y varias preposiciones más) Puig y, aunque parezca mentira, resulta más sencilla la tarea artesanal del estudio, contextualización y rescate de los textos, muchos de ellos inéditos, que desembocar en la segunda de las circunstancias”. Goldchluk obtuvo en su momento una beca del Conicet para trabajar primero en el estudio y luego en la edición digital comentada de los documentos que dejó Puig.

Conviene retornar al avezado periodista Soler Serrano, que tuvo una característica difícil de soslayar: se pasaba la mayor parte de la entrevista callado. No interrumpió jamás a su entrevistado, al que sólo orientaba y estimulaba con comentarios incisivos. Esos encuentros ante las cámaras se asimilaban a una serena sesión de psicoanálisis.

Por el diván socrático de ese conductor, entre muchos otros artistas, intelectuales y deportistas, pasaron figuras de la talla de Mario Benedetti, Lanza del Vasto, Alberto Ginastera, Jorge Luis Borges, Juan Manuel Fangio, Juan Rulfo, Octavio Paz, Rafael Alberti, Rosa Chacel, Josep Pla, Rafael Durancamps, Facundo Cabral, Salvador Dalí, Gabriel Celaya, Joan Brossa, Antonio Di Benedetto, José Ortega Spottorno, Carlos Barral, Juan García Hortelano y Richard Nixon,

Puig irrumpió en el mundo de las letras con dos novelas que lo hicieron célebre

 

La lista sirve para que muchos lectores comprendan la importancia que alcanzó Puig, que fue convocado al set de Soler Serrano en donde también estuvieron Julio Caro Baroja, Camilo José Cela, Victoria Kent, Carmen Martín Gaite, Bernardo Bertolucci, Regino Sainz de la Maza, Ernesto Giménez Caballero, Frederick Forsyth, Alejo Carpentier, Mercé Rodoreda, Elia Kazan, Antonio Gala, Sofía Loren, Pablo Serrano, José Donoso, Antonio Buero Vallejo, Julio Cortázar, Alberto Sordi, Ernesto Sabato, Mario Vargas Llosa, Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy, Juan Carlos Onetti, Jorge Edwards, Chabuca Granda, Atahualpa Yupanqui, Aquilino Duque, Manuel Mujica Lainez, Federico Fellini, Marguerite Duras o Silvio Fanti.

El año pasado Gabriela Saidón en su artículo titulado “Manuel Puig: el escritor que hizo vanguardia con el melodrama, el habla popular y las divas de Hollywood” le asignó un rol trascedente a Malena Delledone, madre del escritor: “Male fue su cómplice y aliada en esas tardes de cine pueblerino, en las que, contra la voluntad del padre, el pequeño Juan Manuel, alias Coco (el Toto de su novela La traición de Rita Hayworth), despuntó su amor por las historias románticas y las divas de la década dorada de Hollywood. Un amor que volcaría en sus novelas y obras de teatro y en su carrera trunca de guionista, como parte del laboratorio Puig, hecho de cintas de celuloide y proyectores transformadas en palabras y en discursos”.

Rita Hayworth / Web

LAS MUJERES

Saidón reseña que “otro argentino que lo conoció de cerca (a Puig) fue Tomás Eloy Martínez. En una nota publicada en La Nación en 1997, el periodista y escritor, autor de Santa Evita, reconstruye una entrevista en la que Puig le confía: “Yo tendría que haber nacido mujer ¿no te parece?”.

Por los datos que expone la escritora y periodista, la homosexualidad de Puig no fue un problema de género, sino de tiempo histórico”. Puig se adelantó en varias décadas al exponer como central ese tema.

Graciela Goldchluk / Web

Ejemplifica Saidón: “Poco antes de morir, Puig publicó un artículo en la revista El porteño, “El error gay”, donde expresaba sus ideas sobre la identidad sexual de una forma que aún hoy interpela y resulta vanguardista: “Se deberían abolir inclusive las dos categorías, hétero y homo, para poder finalmente entrar en el ámbito de la sexualidad libre. Pero esto requerirá mucho tiempo”. Tanto, que recién veinte años después de su muerte, el 15 de julio de 2010, en Argentina se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario”.

Desde luego que la inquisición criolla lo acosó. A tal punto que por su tercer libro “The Buenos Aires affair”, una novela policial que se publicó en 1973 tuvo que irse del país, para volver allí a Nueva York y luego a Brasil, donde siguió publicando novelas. En todas ellas las mujeres son personajes que vertebran la narración como ocurrió con “El beso de la mujer araña” (1976).

Puig se adelantó varias décadas al exponer como central el tema de la homosexualidad

 

Sobre este libro el propio Puig contó que decidió ubicar en un calabozo, como protagonistas centrales a dos presos, un activista político y un homosexual: “Yo necesitaba que uno de los dos personajes defendieran el rol de la mujer sometida…Y pensé que un homosexual puede creer en esa suerte de ilusión y defender ese valor…”. Puig fue uno de los intelectuales fundadores del Frente de Liberación Homosexual en 1971 junto al poeta Néstor Perlongher.

En “El beso de la mujer araña”, Puig dejó en claro qué es lo que sentía: “Qué terrible es perder la esperanza, y eso es lo que me ha pasado… el torturador que tengo adentro me dice que ya se acabó todo, que esta agonía es mi última experiencia sobre la tierra… y hablo como un cristiano, como si después viniera otra vida, que no la hay, ¿verdad que no?”

Manuel Puig murió en México a los 57 años de edad, víctima de un infarto de miocardio. Ya es un clásico, pero persiste como escritor experimental. Quiere decir que sigue vivo.

 

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