Mejillón dorado: llegó a Berisso y ya amenaza al Amazonas

Fue descubierto en las playas de la Bagliardi en 1991, se fue extendiendo hacia el norte, y científicos locales advierten sobre los riesgos que hoy implica para la biodiversidad

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En 1991, en la playa Bagliardi de Berisso, el investigador platense Gustavo Darrigran, quien se desempeña como curador de la Colección Malacología del Museo de La Plata, registró por primera vez la presencia en América del Sur del mejillón dorado, una especie de molusco no nativa proveniente del sudeste asiático. Pero ahora, 30 años después, especialistas de Brasil y la Argentina advirtieron, en un trabajo publicado en la revista científica Science, sobre la propagación de este mejillón, ya convertido en una plaga que amenaza a toda Sudamérica por la gran destrucción que ocasiona y por el riesgo que supone, especialmente, para la biodiversidad de toda la Cuenca del Amazonas.

Es que este molusco provoca severos daños económicos debido a su capacidad de adherirse a sustratos duros, por lo que es común que el mejillón dorado se fije en el interior de caños y filtros de tomas de agua para consumo humano o de canales de riego, y en sistemas de refrigeración de centrales eléctricas e industrias, lo que se conoce como “macrofouling”, cuyo saneamiento provoca pérdidas millonarias.

“Pero además -sostiene Darrigran, quien también pertenece al Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación en Ciencias Exactas y Naturales del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNLP - su llegada a la Amazonia puede afectar directamente a la biodiversidad nativa y provocar la extinción de especies, incluso de algunas que no se han estudiado todavía”.

Por otra parte, en la cuenca del Amazonas hay más de 2.500 especies de peces exclusivas de la cuenca, que dependen del agua amazónica rica en nutrientes y de sus plantas y algas residentes, y además el Amazonas representa el 15% de la descarga de los ríos del mundo en los océanos.

“Esto afectará el equilibrio en una escala desconocida; ni siquiera podemos calcular el tamaño del impacto”, advirtieron los científicos.

“El mejillón dorado – explica el investigador platense - vive en el agua dulce y tiene la capacidad de adherirse a todo sustrato duro disponible, como piedras, plantas acuáticas, troncos, otros moluscos o cangrejos, entre otros, lo que le permitió explotar un nicho ecológico vacante, y sin parásitos locales que lo afecten, ni depredadores nativos capaces de limitar su gran capacidad reproductiva y adaptativa, y va avanzando a contracorriente por al menos tres cuencas hidrográficas del continente, desde un clima templado a uno subtropical”.

LAS INVASIONES

En este marco, los científicos advierten sobre la necesidad de que los distintos gobiernos nacionales inicien estrategias de prevención de bioinvasiones, y de que las sociedades se informen y conozcan los riesgos que implica semejante amenaza, “ya que prevenir las invasiones es mucho más económico y operativo que controlar a la especie invasora ya asentada dentro del territorio”.

A su vez, en otro artículo, publicado recientemente en la revista Hydrobiologia, investigadores y genetistas analizaron la forma de invasión y dispersión del mejillón en el continente y, a través de análisis de conectividad y flujo de genes de poblaciones de la especie de sitios asiáticos y sudamericanos, determinaron que los barcos la trajeron más de una vez y a distintos puntos de América del Sur.

“La última invasión detectada -señalaron- fue en 2015, en una central hidroeléctrica ubicada en la cuenca del río brasilero San Francisco, a pocos cientos de kilómetros de la cuenca del Amazonas, y no provenía del Río de la Plata sino que, al menos por segunda vez, llegó directamente desde el sudeste de Asia, en particular desde China. Es así que tarde o temprano el mejillón dorado llegará a la Amazonia y ocasionará los mismos problemas que se detectaron en las cuencas previamente invadidas”.

 

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