Fin del amor entre Wall Street y China

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El anuncio de la retirada del “Uber chino”, Didi, marca el final del romance entre Wall Street y los gigantes tecnológicos chinos, atrapados entre las autoridades chinas y los reguladores estadounidenses.

Cinco meses, ese es el tiempo que habrá aguantado Didi Chuxing entre su presentación bursátil, a finales de junio, y su decisión de marcharse de Nueva York a Hong Kong, que pronto reanudará la cotización del grupo habiendo perdido, entre tanto, casi dos tercios de su capitalización (-63%).

El viernes, después del anuncio, los inversores abandonaron a los pesos pesados del comercio electrónico Alibaba, JD.com y Pinduoduo, todos cotizados en Wall Street.

Las acciones de Alibaba, cuya entrada con fanfarria en la Bolsa de Nueva York en 2014 dio inicio a las mega-OPI chinas, han caído a su nivel más bajo en casi cinco años, y se rumorea que será el próximo candidato para salir de Wall Street, después de Didi.

Técnicamente, a pesar del traslado desde Nueva York a Hong Kong, los propietarios de las acciones de Didi mantendrán sus valores y su inversión no se evaporará.

Pero “la gente teme a las regulaciones y al gobierno chino”, justificó Kevin Carter, gerente del fondo cotizado (ETF) EMQQ, especializado en mercados emergentes. “Tienen miedo”, sentencia.

Casualmente, la autoridad reguladora del mercado financiero de Estados Unidos, la SEC, anunció el jueves que las cuentas de las empresas extranjeras que cotizan en el país deben poder ser auditadas, o de lo contrario, podrían ser eliminadas de la lista.

“Más de 50 jurisdicciones han permitido inspecciones”, comentó el presidente de la SEC, Gary Gensler, “pero dos nunca lo han hecho: China (continental) y Hong Kong”.

“Información sensible”

En una columna, publicada el viernes y sin firmar, el Global Times, un diario cercano al Partido Comunista Chino, acusa a esta nueva regulación de permitir a las autoridades estadounidenses “espiar la situación interna de China y almacenar grandes cantidades de datos sensibles recopilados” por empresas chinas. “China no aceptará esto”, concluyen los autores.

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