El 7 bravo

Johan Carbonero es la figura tripera en la Copa de la Liga Profesional. El colombiano marca diferencias cuando el equipo funciona y el faro cuando no lo hace. Con contrato hasta diciembre, Gimnasia no debe perderlo.

En 1958, de la mano de Pele´y Garrincha, Brasil llegó a la final de la Copa del Mundo con los fantasmas del Maracazo flotando. para colmo, los suecos -locales- se pusieron en ventaja en el partido definitorio. Didí sacó la pelota del arco brasileño y, mientras iba hacia el centro de la cancha, confesó haber pensado una sola cosa: "Dar aquelha bola ao Garrincha". Mané, el de las piernas torcidas que tenía botellas en la cabeza (en todo sentido) empezó a construir la gloria verdeamarelha desde sus dribblings desconcertantes: siempre hacía lo mismo y siempre pasaba, porque los rivales nunca sabían cuando iba a gambetear o cambiar de ritmo.

Johan Carbonero tiene un nombre ilustre (el de Cruyff, nada menos) pero nada tiene que ver con el talento inconmensurable de Garrincha, borracho y solo en su muerte a los 49 años. Pero, cuando las cosas no salen, cuando Alemán tiene que bajar 20 metros a buscar la pelota o Miranda no desnivela o Ayala no saca limpio el primer pase, todo Gimnasia piensa en "dar aquella bola a Carbonero". Y el colombiano de 21 años desnivela por la izquierda en la corta y en la larga, gambetea para adentro y para afuera y a veces -como hoy- hace un "tomá y hacelo". Hoy, Carbonero fue casi la solitaria carta de desequilibrio de un equipo al que los partidos cerrados le cuestan. A Huracán no le sobra nada pero las pelotas aéreas le complicaron la vida al Lobo -potenciado el déficit por la ausencia de última hora de Morales- y podría haberlo perdido con el segundo tanto de Merolla, anulado por un foul chiquitito así. A Gimnasia le quedó la sensación de que podría haberlo ganado, que le quedaba algo de nafta en el tanque para forzar aún más el juego. Parecía que tras el 1 a 1 se llevaba todo; no pudo ser. El efecto empate duró apenas 20 minutos.

Y en esos 20 minutos el mejor fue Carbonero. Y antes. Y después. Todo el peligro de Gimnasia lleva su marca. Había empezado bien, se cayó de la mano de la situación extrafutbolística de la que debe rendir cuentas en la Justicia y parecía que se iba a Godoy Cruz sin pena ni gloria. Sin embargo, esta copa es un reverdecer del moreno que tiene contrato hasta fin de año. Ya lo mencionaron en Boca (que todo lo que toca lo convierte en oro o lo destruye, sin medias tintas), por eso es una opción (U$S 2 millones por el 70%) que hay que tomar. Para que juegue o para de una vez hacer el negocio y no mirar como los demás embolsan la plata grande y hay que conformarse con porcentajes, mecanismos de solidaridad y derechos de formación. 

Mientras tanto, Messera y Martini impusieron su idea y lograron un equipo lógico y sólido que suma casi siempre. Aunque, en estas fechas, lo mejor viene de la mano de los ritmos y sones del Caribe.

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