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“Akelarre”: el terror de los hombres

La gran ganadora de los Premios Goya es una película sobre la caza de brujas donde no hay brujas, que acontece en 1609 pero que muestra cómo “impusieron por el terror un sistema de pensamiento único que perdura”, dice su director, Pablo Agüero, en diálogo con EL DIA. Llega el jueves, en Netflix y Cine.Ar

“Akelarre”: el terror de los hombres

“Akelarre” tendrá el jueves doble estreno: en Cine.Ar y Netflix

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

8 de Marzo de 2021 | 05:32
Edición impresa

Corre el año 1609. El juez Pierre Rosteguy de Lancre, quien en sus alucinados textos daría forma al mito del “sabbat de las brujas” (en lengua vasca, el akelarre), recorre el País Vasco francés interrogando a centenares de personas y condenando a decenas de mujeres a la hoguera por supuestos actos de brujería. Encuentra un grupo de mujeres que participaron de una fiesta en el bosque con chicas de otras aldeas: Rostegui las arresta y las acusa de brujería.

Pero esta no es la historia del juez, sino la de sus víctimas, las acusadas, un relato cuatro siglos antiguo pero que presenta tenebrosas reminiscencias con las morales del presente: “Akelarre”, el nuevo filme de Pablo Agüero que viene de ganar cinco Premios Goya y que se estrena el jueves, en simultáneo, en Netflix y Cine.Ar, es una película de brujas, desde la perspectiva de las brujas. Y una película muestra que “en la caza de brujas no había brujas”.

Una historia nacida de una sensación de “injusticia”, cuenta su director: “Nuestra sociedad actual es el fruto de una educación ejercida desde centros de poder y con objetivos políticos concretos. Eso que los manuales de inquisición llamaban ‘educar al pueblo a través del terror’ se prolongó hasta en pleno siglo XX. Al tomar consciencia de que casi todas las obras de ficción que existen sobre la caza de brujas no hacen más que reproducir el discurso que nos impusieron los inquisidores - ‘que las hay, las hay’ o ‘algo habrán hecho’… -, tuve un sentimiento de indignación y de injusticia muy grande, sentí que era indispensable hacer una película sobre la caza de brujas donde no haya brujas. Necesario para comprender el ayer y el hoy, la represión y sus frutos”.

- En ese sentido, la película ocurre en 1609, pero parece tener ciertas resonancias en este presente, ciertos patrones que se siguen repitiendo, acusaciones que con otras formas se siguen lanzando. ¿Parte de la motivación para realizar Akelarre era señalar estas continuidades que ocurren a cuatro siglos de algo que quizás se cree superado?

- Si durante siglos impusieron por el terror un sistema de pensamiento único, reprimiendo a quienes pensaban diferente, arrestando a esas personas, torturándolas, haciendo desaparecer sus cuerpos y borrando todo registro de su existencia, es lógico que ese tipo de pensamiento perdure. Por eso es tan importante hacer el trabajo de memoria suficientemente profundo.

- Estas formas de violencia no las sufren solo las mujeres, creo: ese intento de disciplinar al diferente se aplica a todo tipo de minorías, creo yo. ¿Pensaste en esta posible lectura?

- Sí, lo que se ataca es la diferencia, sea social, cultural, sexual… Si la mayoría de las víctimas han sido mujeres es porque en la estructura monárquica y clerical considera a la mujer como el origen del Mal. Eso viene desde las primeras páginas de la Biblia. Y así es como, sometida entre los sometidos, la mujer se convierte en el proletario del hombre.

- La historia de las brujas ha sido contada mil veces, pero siempre desde las historias de los represores. ¿Te interesa un cine que trabaje como “Akelarre” desde lo no hegemónico?

- Sobre todo, me parece urgente dejar de reproducir la historia que nos han dictado los represores. Es increíble que películas, libros y obras de teatro que tienen una intención progresista validen todavía la tesis de la realidad de la brujería, es decir del delirio demonológico que creó la inquisición.

UNA EXPERIENCIA INMERSIVA

Estrenado en San Sebastián, el filme de Agüero, director de “Eva no duerme” y para quien desde sus primeros cortos, rodados a los 15 años, el compromiso social y el interés por la condición femenina han sido ejes centrales de su obra, llegará el jueves al país tras convertirse, este fin de semana, en la película más ganadora de los Premios Goyas: se quedó con cinco premios, sobre nueve nominaciones. Los galardones (ganó dirección artística, efectos, música original, diseño de vestuario y maquillaje) reconocieron la excelencia técnica de una película extraña, hipnótica, una cinta que se aleja de los lugares comunes del cine de brujas y del cine de época para explorar suntuosos climas cercanos al horror.

- Hablando de escapar a la hegemonía, esta no es una típica película de época, diría que es una especie de thriller bastante hipnótico, inmersivo. ¿Por qué tomaste la decisión de narrar la historia de esta manera?

- La supuesta veracidad histórica es otro cliché mil veces repetido, que se desmorona cuando uno se toma el tiempo de hacer una investigación crítica y exhaustiva. Casi todas las películas de época retratan solo a aristócratas, clérigos o militares. Y las reconstituciones se basan de manera literal en libros y cuadros, lo cual es absurdo, porque la pintura y la literatura de la época dan una visión sumamente estilizada y tendenciosa de la realidad. Yo intento salir de esos clichés, no solo por convicción sino también por aburrimiento. El concepto de película de época me resulta soporífero, por eso elijo el thriller inmersivo y por momentos, incluso, el humor.

- Cualquier historia de brujas contaría con un elemento mágico, pero me pareció que desplazaste esa magia de las hechicerías tradicionales hacia ciertos climas. ¿Es así? ¿Cómo pensaste ese elemento?

- Tuve mucha presión de posibles financieros para adoptar un punto de vista masculino -la investigación del juez para saber si son brujas o no- y agregar un elemento fantástico, que sería más comercial. Pero habría traicionado la razón de ser de “Akelarre”, que es mostrar que la superstición y la construcción del mito de las brujas no vienen del “pueblo” sino de una voluntad de quienes ejercen el poder. Al mismo tiempo, soy consciente de que una “película de brujas” es una promesa de magia, y para no decepcionar, tengo que encontrar una manera de crear esa magia. Por eso la trabajé desde los ambientes y sugestiones.

“Es urgente dejar de reproducir la historia que nos dictaron los represores”

Pablo Agüero
Director de “Akelarre”

 

EN PANTALLA CHICA

Rodada en euskera para “rescatar la diversidad cultural que los inquisidores y dictadores sucesivos han querido suprimir”, los ambientes de “Akelarre” son trabajados desde la imagen y el sonido, y completados con las arrebatadoras músicas diegéticas de Aránzazu Calleja y Maite Arroitajauregi, de “resonancia ancestral pero también atemporal: quería que no se parezca a esas reconstituciones ingenuas del folklore antiguo que se hacen con una mentalidad clásica, sino que tenga vida y aspereza. Por eso nos inspiramos en melodías muy antiguas pero hicimos arreglos específicos para que las jóvenes actrices puedan apropiárselas con frescura y transformarlas, a lo largo de la película, en una invocación satánica. La letra fue escrita por un gran poeta vasco, específicamente para la película”, explica Agüero.

La experiencia de la película del espectador argentino, en ese sentido, podría no ser total, teniendo en cuenta que todo el trabajo atmosférico fue pensado para una proyección en pantalla grande.

- “Akelarre” ganó mucha tracción entre la crítica y la audiencia durante el año pasado, un año donde no pudo verse de forma óptima (en pantalla grande). Ahora llega a Cine.Ar y a Netflix, y la van a poder ver millones de personas, ¿te quedaste con ganas de la pantalla grande?

- En España se estrenó en los cines y fue un éxito, a pesar que el COVID redujo el aforo a menos de la mitad. La gran recepción que tuvo la película, de festivales, nominaciones y prensa unánime, vienen de espectadores que han podido ver “Akelarre” en los cines. En Francia, el distribuidor está esperando la reapertura de las salas para estrenarla (por eso no se han cedido los derechos streaming para Francia, que es el principal consumidor mundial de cine de autor). Incluso financió una versión doblada en francés que pude dirigir yo mismo. Lamentablemente no llegamos a tiempo para los cines de Argentina. Es una pena, pero una película es lo que es, sea cual sea el tamaño de la pantalla. Lo que más me preocupa es el sonido, porque es lo más inmersivo, sobre todo en una película sobre el akelarre o sabbat de las brujas. Pero tal vez con unos buenos auriculares...

 

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