La vocación generosa por atacar sobresale como el mejor rasgo de un Gimnasia modesto en jerarquía
Edición Impresa | 9 de Marzo de 2021 | 04:08

Por MARTÍN MENDINUETA
Jugó bien y se quedó con bronca. Así transcurrió el último domingo para este Gimnasia que está justito en la cantidad de jugadores capaces de ser titulares sin resentir el funcionamiento. El torneo, que recién está desnudando virtudes y carencias de cada equipo, aumentará la exigencia con el correr de las fechas y no perdonará fallas en los llamados “detalles decisivos”. Que no haya descensos al final del fixture de ningún modo significa que los planteles modestos puedan distenderse. Guardar puntos en la caja de seguridad se torna un meta esencial para los más sensatos.
Gimnasia hoy tiene una identidad, una manera de jugar que, además de ser vistosa y agradable para cualquier observador neutral, representa una apuesta que entusiasma a sus hinchas. No declama que sale a atacar en cualquier estadio. Lo hace. Hasta ahora, cosechó un triunfo, dos empates y una derrota. Su campaña, si bien no es brillante, mantiene a su gente instalada en el escalón de una gustosa aceptación. Son las formas de su búsqueda futbolística (dinámica, construcción de los ataques sumando pases hacia adelante, pulcritud técnica y variedad de opciones en base a las características de sus mediocampistas y delanteros) las que más convencen.
Frente a los dirigidos por Beccacece, el “Lobo” cambió golpe por golpe y tendrá que definir si esa será su matriz definitiva o si apostará también por tomar más y mejores recaudos a la hora de contener al rival en la gran pulseada de la mitad de la cancha. Verlo atacar es un ejercicio placentero. Ancho y voraz involucra a muchos en el objetivo de generarle problemas al rival de turno. Weigandt, Ayala, Carbonero, Alemán, Miranda y Lucas Barrios (más tarde ingresaron Contín y Eric Ramírez) van para adelante convencidos de lo que pretenden.
El problema es que generan mucho más lo que convierten. Tendrá que afinar la puntería. No es sano que desperdicie tantas situaciones propicias para llegar al gol. Por haber fallado reiteradamente adentro del área rival, el fastidio, al final de la noche, se volvió indisimulable. Hubo sabor amargo por no haber alcanzado la satisfacción plena.
¿VALIÓ LA PENA MANTENER A ALEMÁN CANSADO?
Enfático como pocas veces, Mariano Messera subrayó en la conferencia de prensa post partido que no tienen obligación de hacer todos los cambios que ahora permite el reglamento. Claramente admitió que prefirieron mantener en cancha a Brahian Alemán cansado y dolorido porque su jerarquía era la (¿única?) que podía aportar soluciones para buscar la victoria. Esa mirada abre un debate. ¿No hay ningún pibe en el plantel que pueda reemplazar al uruguayo hasta que regrese Matías Pérez García?
Ver casi rengo al número diez “tripero” durante un lapso prolongado reavivó quejas sobre los refuerzos que faltaron durante el último mercado de pases. Este Gimnasia modesto en jerarquía individual está peleando con atributos interesantes, pero genera dudas si podrá mantener el nivel de juego durante toda la competencia con un banco de suplentes que se utiliza parcialmente.
Gimnasia tiene un rumbo definido y eso vale. Deberá aumentar su “poder de fuego” y saber administrar los recursos con los que cuenta. Lejos de los extremos, no es el más rico ni el más pobre del torneo.
Debiera modificar esa peligrosa costumbre de dejar tan solo al colombiano Mancilla para el corte en el medio; pedir que repunte Melluso (estuvo flojo en la marca y en las entregas) y alentar el notable crecimiento de Johan Carbonero como arma ofensiva. La exigente prueba en Santa Fe será otra oportunidad para seguir construyendo la identidad ambiciosa que viene cosechando elogios.
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