Una pesadilla: nueve de cada 10 jóvenes no pueden dormir

Así surge de una investigación realizada entre mayores de 16 años y lo confirman los especialistas que trabajan en el tema

Edición Impresa

Hace ya tiempo que varios investigadores vienen alertando sobre las consecuencias peligrosas que trajo la pandemia en nuestro descanso. Ahora, una investigación de mercado de la compañía Taquion que indagó sobre el bienestar emocional de los argentinos durante la pandemia dejó al descubierto que 9 de cada 10 jóvenes tienen problemas de sueño a partir de la irrupción del coronavirus en nuestras vidas.

El estudio, que se basó en un cuestionario semi estructurado online a 2363 mayores de 16 años con acceso a Internet y redes sociales y que aún se encuentra en una versión preliminar, indagó también en una de las conductas que más parecieran acentuarse: 6 de cada 10 argentinos aumentó de peso durante la crisis del coronavirus. Un 61,8 manifestó haber observado tener “unos kilos de más” luego de los meses de confinamiento. En otro punto, los investigadores llegaron a la conclusión de que 5 de cada 10 argentinos perdieron la capacidad de concentración durante la pandemia y 3 de cada 10 participantes de entre 39 y 55 años dijeron que su vida sexual empeoró durante este lapso analizado.

Sobre la problemática del insomnio, el estudio alertó que en la Argentina de jóvenes que no duerme, 38,5 del total país tuvo o tiene problemas de sueño; algunas veces 41,2 y nunca 20,3 . Un 28,6 reportó haber despertado varias veces durante la noche; un 22 levantarse cansado o sintiendo que no tuvo un sueño reparador; un 21,2 que le cuesta dormirse; 15,4 que le cuesta dormir más de 6 horas de corrido y un 9,9 dijo dormir más de lo que debía.

La mitad no cambia

El trabajo también precisa que 5 de cada 10 jóvenes no hace nada para solucionar sus problemas de sueño, mientras que un 12,7 escucha música específica para dormir; 9,7 toma medicación recetada por un profesional de la salud; 8 medita, 5,7 hace ejercicios específicos; 3,8 se automedica y 2,5 toma aceite de cannabis.

En sintonía con esta investigación local, o acaso como preocupante complemento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó recientemente que las largas jornadas laborales que produjo el teletrabajo aumentan en un 35 el riesgo de presentar un accidente cerebrovascular y en un 17 el riesgo de fallecer por algún problema cardíaco. Y el descanso, coinciden los expertos, juega en esto un rol fundamental. Sin un buen descanso se deteriora la calidad de vida. También aumenta la posibilidad de contraer un amplio abanico de enfermedades, desde obesidad y depresión hasta dolencias cardiovasculares y neurológicas. Además, vemos afectados nuestros vínculos afectivos, el rendimiento laboral y la posibilidad de hacer las cosas que disfrutamos.

Se estima que el 40 de la población mundial tenía problemas de sueño antes de la pandemia, situación que empeoró con la llegada del coronavirus. De acuerdo a un estudio realizado en agosto del año pasado por la Universidad de Southampton, el insomnio en el Reino Unido aumentó de una de cada seis personas a una de cada cuatro desde que se declaró la pandemia en marzo del año pasado.

“El sueño tiene un rol fundamental en muchas funciones de nuestro organismo, como en la restauración de recursos energéticos, en la reparación del tejido celular y en la regulación metabólica, además de ser fundamental para el sistema inmune, tan central en el contexto actual de pandemia”, advierte la bióloga e investigadora del Conicet Cecilia Forcato.

“Mala calidad de sueño”

En nuestro país, asegura Forcato, un estudio realizado antes de la pandemia “estimaba que alrededor de un 20 de la población tenía mala calidad de sueño, situación que escalaba hasta el 50 en grupos específicos como adolescentes, choferes y personas de nivel socioeconómico bajo. En un estudio llevado a cabo en el mes de junio 2020, con trabajadores de salud en nuestro país, se evidenció que luego de tres meses de ASPO (aislamiento obligatorio), un 84,7 manifestó mala calidad de sueño y el 73,7 padecía insomnio”.

A pesar de que los indicadores del buen sueño parecen evidentes no siempre nos damos cuenta de que dormimos mal. Las nuevos ritmos y rutinas que naturalizamos a partir de la pandemia pueden contribuir a ello. “La mayor cantidad de horas de sueño no implica mejor calidad”, advierte la investigadora. Y agrega: “Usualmente se recomienda dormir ocho horas, pero la realidad es que cada persona tiene sus horas óptimas de descanso, una cantidad de ciclos de sueño determinados, cuya duración varía de persona a persona. Cada uno tiene que conocer su propio ritmo y respetarlo”.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE