Afloja su marcha, pero sigue en una meseta elevada

Edición Impresa

Natalia Kidd

Columnista de EFE

La inflación en Argentina fue en agosto de este año la tasa (2,5 por ciento) más baja desde julio del año pasado, pero aún se mantiene en una meseta muy elevada y los expertos no descartan una nueva aceleración en los próximos meses.

La evolución de los precios confirma la tendencia a la desaceleración que se verifica desde abril último, luego de que en marzo la inflación registrara un alza del 4,8 por ciento, su mayor nivel en lo que va de 2021.

En los 8 primeros meses del año los precios acumularon un aumento del 32,3 por ciento, superando la meta del 29 por ciento fijada por el Gobierno para todo este año.

¿DESINFLACIÓN O INERCIA?

Desde el Ejecutivo de Alberto Fernández aseguran que los precios marchan por una senda decreciente. “Hoy Argentina está establecida en un proceso gradual y persistente de desinflación”, afirmó hace unos días el ministro de Economía, Martín Guzmán.

Sin embargo, no todos interpretan la curva del comportamiento de los precios como un sendero consolidado de desinflación: hay expertos que prefieren hablar de “inercia” inflacionaria y de un “amesetamiento” de los precios en una tasa cercana al 3 por ciento mensual, muy alta cuando se la proyecta en forma anualizada.

“Tras el pico de marzo, la inflación mostró cierta reducción hasta junio para después amesetarse en torno al 3 por ciento”, según un informe de Analytica.

Para la consultora, la “menor volatilidad mensual de la inflación, producto de los controles de cambios exige de una mayor dureza fiscal y monetaria para atacar el fenómeno y, a la vez, estrategias que lidien con la inercia y las expectativas”, incluyendo acuerdos con empresas y sindicatos y reformas estructurales que complementen la política económica.

Observando la dinámica actual de los precios, los economistas privados que mes a mes consulta el Banco Central para su informe de expectativas proyectan que la inflación será este año del 48,4 por ciento, muy por encima de la tasa del 36,1 por ciento de 2020.

De acuerdo con estas previsiones, la inflación sería del 2,7 por ciento en septiembre y también del 2,7 por ciento en octubre, pero acelerándose nuevamente desde noviembre y hasta enero de 2022, cuando tocaría el 3,3 por ciento.

Además de tener en cuenta variables macroeconómicas y de otro tipo, como la evolución de la pandemia, y factores estacionales, los expertos también observan cómo puede afectar a la economía en general y a la inflación en particular el resultado de las primarias del pasado domingo, en las que el oficialismo sufrió un duro revés, y el de los comicios legislativos de noviembre próximo.

Para Marcelo Capello, economista jefe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de la Fundación Mediterránea, si tras las elecciones de noviembre, en el oficialismo consideran que tienen una probabilidad alta o media de retener el poder en las presidenciales de 2023, “a partir de enero de 2022 podrían existir cambios en la política económica que apunten a acomodar algunas variables desequilibradas”.

Pero, según el economista, si como consecuencia del resultado de las legislativas de noviembre el oficialismo viera que tiene pocas oportunidades de ganar las generales de 2023, “podría decidirse a ‘quemar naves’ en materia económica, con políticas fiscales y monetarias muy expansivas”.

Si se diera este último escenario y se implementara “una política fiscal y monetaria aún más expansiva que lo que viene aconteciendo en el segundo semestre de este año, claramente las consecuencias serán una inflación más alta”, advirtió Capello.

 

 

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE