Una danza de dólares para frenar una devaluación
Edición Impresa | 13 de Octubre de 2022 | 02:58

Nina Negrón
Columnista de la agencia AFP
El “dólar Qatar” y el “dólar Coldplay” se incorporaron a la jerga del control de cambios en Argentina, ante aumentos impositivos a la compra de divisas para los gastos de turistas en el exterior o la presentación de espectáculos internacionales.
Desde hace casi 100 años y de forma intermitente, en Argentina funcionan restricciones a la compra de divisas. El más reciente sistema de control de cambios se estableció en 2019, con una tasa oficial que actualmente alcanza los 157 pesos por dólar.
Sin embargo, el mecanismo no alcanzó para contener la demanda de dólares y, ante la escasez, en el mercado legal surgieron una docena de tipos de cambio destinados a sectores de la economía o a determinadas transacciones que requieren divisas.
Pero de todos los sobrenombres que ha incorporado el billete verde en Argentina, el más conocido es el “dólar blue” que se negocia en el mercado paralelo o ilegal.
Dólar “soja”, “mayorista”, “contado con liqui”, “catar” o “coldplay”, este es un mapa de los participantes del mercado cambiario argentino. Algunos de los tipos de cambios:
Ante un nivel crítico en las reservas internacionales y como estímulo a las exportaciones agrícolas, la principal fuente de divisas, el gobierno aprobó este año un régimen transitorio para la liquidación de la cosecha de soja, que arrojó un tipo de cambio de 200 pesos por dólar. En vigor durante solo 25 días de septiembre, permitió que ingresaran a las reservas del Banco Central más de 7.600 millones de dólares por ventas de granos a esa cotización.
“El ‘dólar soja’ implicó para el Banco Central el mejor mes de compra de divisas de los últimos 20 años”, estimó el economista Nery Persichini, de GMA Capital. “La liquidación fue tan extraordinaria que permitió a Argentina cumplir ante el FMI con sus tres metas principales en nivel de reservas internacionales, resultado fiscal y asistencia monetaria al Tesoro”, explicó.
El “dólar Qatar”, claro, alude al próximo Mundial de fútbol. Será el tipo de cambio que se aplicará a los gastos con tarjetas de crédito que superen los 300 dólares mensuales. Se calcula cargando a la cotización oficial tres diferentes impuestos, de 30%, 45% y 25%.
Su creación responde a la decisión de “cuidar” los dólares obtenidos por el Estado sobre las ventas de soja, indicó Persichini.
Según cifras oficiales, en los últimos dos meses el sector turismo presenta un déficit de más de 1.500 millones de dólares, y el gobierno teme que la cifra crezca por los viajes al Mundial entre noviembre y diciembre, y las próximas vacaciones del verano austral a partir de enero. “Se busca desincentivar la demanda de divisas por turismo y compras con tarjetas, sin afectar al consumo ‘hormiga’ (pequeño o puntual), como los servicios de streaming. El mercado probablemente leyó esto como otra señal más de la principal política económica de este gobierno, que es no devaluar”, señaló Juan Pablo Albornoz, de la firma Invecq.
Mientras, el “dólar lujo”, es el tipo de cambio para las importaciones de bienes suntuarios como yates, jets privados o piedras preciosas. Vale lo mismo que el “dólar Qatar”.
Y el “dólar Coldplay” se refiere a la tasa para pagar ingresos a espectáculos internacionales como los conciertos de la banda británica, que se presentará a fines de octubre en el estadio Monumental. Se calcula sumando un impuesto de 30% al tipo de cambio oficial.
Irónicamente, no serán las entradas para Coldplay las que se pagarán a ese precio, pues se agotaron hace meses.
Viejos conocidos
En el mercado legal se operaban ya diversas paridades cambiarias como el “dólar mayorista” para las transacciones interbancarias, el “dólar contado con liquidación” y el “dólar bolsa”, que surgen de operaciones bursátiles en Buenos Aires y en Nueva York, o el “dólar ahorro”, concebido para atesoramiento y con un límite de compra de 200 dólares mensuales.
Este abanico responde al intento del gobierno de evitar un salto devaluatorio, de consecuencias impredecibles por la muy elevada inflación, que se proyecta por encima de 90% este año.
“No devaluar es una decisión política. Pero cualquier medida que se adopte es riesgosa en este contexto inflacionario. Por eso las decisiones son parches que tratan de enmendar parches anteriores”, resumió Persichini.
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