Incomprensible pasividad con los piquetes en la Autopista
Edición Impresa | 8 de Junio de 2022 | 04:57

Miles de automovilistas, pasajeros de micros y conductores de transportes de carga se vieron afectados en la Autopista La Plata-Buenos Aires durante varias horas por un bloqueo realizado en la zona de Dock Sud y luego en la avenida 9 de Julio, impulsado por los dueños de empresas y choferes de micros de larga distancia, debido a un conflicto con la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CRNT) referido a la caducidad de licencias habilitantes para poder circular.
En cuanto al bloqueo de la Autopista, corresponde antes que nada señalar que, tanto ese tramo como el de la bajada en nuestra zona, se han convertido en escenarios propicios para realizar protestas por distintos motivos, sean de seguridad, laborales, salariales y por muchos otros tipos de demandas que no es del caso ponderar acá.
Corresponde señalar que a las 8,30 del lunes, la fila de vehículos detenidos en los carriles que van hacia la ciudad de Buenos Aires se extendía desde Dock Sud por varios kilómetros y pasaba la localidad de Ezpeleta. Muchos conductores permanecieron en ese embotellamiento más de cuatro horas, mientras el tránsito procuraba avanzar, ya cerca del Riachuelo, por alguna colectora, en medio de un verdadero caos vial.
No fueron pocos los platenses que eligieron ir con sus autos por el camino Centenario hasta las estaciones ferroviarias de City Bell y Villa Elisa, dejando allí los vehículos para subirse a los trenes que van a Constitución.
Como se ha dicho, importa menos analizar las causas de este bloqueo: como se sabe, según explicaron los manifestantes, al menos 480 ómnibus quedarán “vencidos” el próximo 30 de junio, cuando se cumplirán los 13 años de vida útil de esas unidades. Una vez que se llegue a esa fecha, el micro pierde la licencia para circular y, por ende, ya no puede trasladarse de una provincia hacia otra en el territorio nacional.
El problema de fondo es que, cuando se supere este conflicto, puede sobrevenir cualquier otro. Despidos en algún establecimiento, reclamos salariales o por planes sociales, protestas por accidentes que causan víctimas: allí estará siempre la Autopista para ser cortada por diversos grupos que originan gravísimos problemas a miles de personas que quieren trabajar, viajar o simplemente ejercer el derecho constitucional de transitar libremente.
Pero no sólo es cortada la Autopista. Hubo más de 2500 piquetes en cuatro meses en el país y 2022 va camino a marcar un récord histórico de bloqueos a calles, rutas y autopistas.
A lo largo de las últimas décadas se ha señalado reiteradamente en esta columna que son cada vez más los sectores que de continuo apelan a la práctica de cortar calles, invocando distintas reivindicaciones. La modalidad se extendió hasta tal punto que chicos de corta edad –aquí se habla de grupos de alumnos- llegan a cortar calles para plantear alguna disconformidad de naturaleza escolar.
En cada una de esas ocasiones, se ha enfatizado acerca de la necesidad de que las autoridades adopten medidas que apunten a evitar la repetición casi cotidiana de una metodología de expresión, que se traduce en graves e injustos perjuicios para la población en general. Por otra parte, es llamativa la falta de asesoramiento a los automovilistas para que no se vean atrapados en estos embotellamientos.
También se ha insistido en que no se trata de cuestionar un derecho tan básico como es el de peticionar, imprescindible para garantizar la existencia de un sistema democrático.
Pero, se ha dicho también siempre, ese derecho debe ser ejercido con madurez y, como es natural, en el marco de las reglas de convivencia. El derecho de nadie puede conculcar los derechos de los demás.
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