Monos en el Parque: creen que huyeron del cautiverio y formaron una colonia en el Pereyra

A la marca humana en la Región se podría sumar una imagen: una marcha de monos sobre el Camino Centenario, temerosos por el peligro de los vehículos, en dirección hacia la costa del Río de La Plata.

La escena, que ahora se empieza a estudiar con interés científico, tiene a un grupo de monos carayá o “aulladores”, como nuevos habitantes del Parque Pereyra Iraola y la reserva marginal de Punta Lara, dos áreas protegidas que se transformaron en una especie de pago chico donde buscan reproducir las condiciones de su hábitat natural a miles de kilómetros de distancia, del norte argentino hacia arriba.

La especie nada tiene que ver con el manchón verde regional y su presencia está registrada en un breve retrato conformado con testimonios de guardaparques y vecinos que se toparon con los animales.

Son sobrevivientes que, en un fenómeno extraordinario de adaptación al nuevo medio, también se habrían reproducido en ese lugar. Las fotos y videos -y lo que les dice la vista a los responsables del Parque-, permiten tejer algunas hipótesis sobre la creación de una colonia a partir del mascotismo, un fenómeno de la cultura urbana que sigue haciéndose paso aun cuando se repudia en la Ley y en las prácticas del ambientalismo. Por caso, se sospecha que eso puede explicar el robo reciente de un mono caí del Bioparque Municipal y otros ataques recientes que generaron reclamos en relación a la seguridad.

Se sospecha que alguna vez se produjo una reunión en esos bosques tras escapes del cautiverio o abandonos en casas de la Región. También, se habla de que habrían huido, hace unos diez años, de las jaulas del ECAS, la estación de cría y recuperación de animales que tiene el Estado Provincial en ese mismo parque.

Viviana Di Marzio, directora Provincial de Fiscalización Agropecuaria, Alimentaria y de los Recursos Naturales del Ministerio de Desarrollo Agrario le contó a este diario que “se ha planteado avistamientos de carayá en diferentes circunstancias y también de tenencia de ejemplares en cautiverio”.

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Según señaló la funcionaria, se trata de “un fenómeno de muchos años, no documentado en gestiones anteriores” de esa cartera del gobierno bonaerense. “Hemos empezado. Lo que hacemos con los avistamientos, capturas y reubicación es documentar”, avisó. También contó que en estos días se busca acompañamiento en las usinas de producción de conocimiento científico de las universidades o agencias de investigación, para que estudien el desarrollo de una colonia y la implantación de una nueva especie en la fauna local.

Creció y vive en el parque

Alba Ale, jefa de guardaparques, le contó a este diario que la colonia “creció mucho y ya vive en el Parque. Hace mucho escapó una pareja de ECAS y se fueron reproduciendo. Ahora, hay una gran comunidad”, indicó y calculó que se trata de un fenómeno que arrancó “hace más de una década”.

Los avistajes, indicó, tienen “registros tomados por guardaparques en fotos y videos”.

Nadie tiene todavía una definición sobre la magnitud que puede tener la población. “Calcular cuántos son, no. Pero el hecho de que se vean tantos quiere decir que es grande la comunidad. Tampoco hay estudios que digan de qué se están alimentando. Lo que es seguro, es que debe haber escasez de alimento por la altura del año, la falta de follaje en los árboles, frutos y demás”, indicó la guardaparques.

En ese equipo también tienen cálculos que indican sus movimientos. “Se mueven en manada y ahora no solo cruzan el Centenario. También se van a los poblados aledaños. Se los ha visto en El Pato, Artuto Seguí, Villa Elisa y Gutiérrez”.

La presencia de estos animales se suma a una fauna autóctona que puede mostrar “zorros, gatos monteses y comadrejas”, según apuntó Ale y añadió que “últimamente se vieron ciervos”.

Di Marzio agregó que también puede verse algún carpincho y analizó que la presencia de ciervos puede darse en la zona de la reserva, hacia Ensenada.

Los monos carayá habitan en la región conformada por Paraguay, norte y este de Bolivia y sur de Brasil. En Argentina pueden encontrarse en zonas ribereñas de Chaco, Corrientes, Formosa, Misiones y Santa Fe.

Se la considera una especie arborícola, que elige las copas de las plantas. Los machos emiten fuertes aullidos, en particular en el amanecer y el atardecer, que se pueden oír a más de un kilómetro de distancia. Es una alarma que advierte, por ejemplo, sobre peligros o tormentas. Pueden llegar a un peso de 8 a 10 kilos en la vida adulta y una longitud de hasta 90 centímetros.

“Estos monos requieren de mucha humanización para vivir en cautiverio. Tienen una forma biológica de vida en familia. Cuando son capturados por el tráfico ilegal los arraigan, tienden a deprimirse y si van a una familia que los contiene tienen sobrevida. Si no, puede tener depresión y terminar con su vida útil, acortarse su vida con respecto a lo que es su hábitat”, comentó Di Marzio.

Según la funcionaria, aquí, “han logrado armar una colonia porque son grupos reproductores”. Con respecto a los orígenes, indicó que “no son ciertos. Algunos dicen que podrían ser de decomiso (huyeron tras se rescatados), pero no está documentado. Todo, por dichos de personas que están en la zona, empleados de vieja data”.

HOJAS Y LA COMIDA DE OTROS

Acerca de su ubicación en el Parque, Di Marzio, analizó que “hay zonas confinadas, tipo monte, atrás de ECAS y puede ser que sean solo para ellos”.

Allí, conseguirían hojas y follaje. “Quizás han logrado sobrevivir así y reproducirse”. A esa Estación irían a buscar comida de otros animales.

Di Marzio pidió a quienes se encuentren con estos ejemplares “no acercarse y dar aviso de inmediato” a las autoridades del parque.

No obstante, aclaró que no son animales que puedan responder con una conducta agresiva ante un avistaje. “Normalmente, si ven a alguien huyen”, dijo.

Se sostiene en ese sentido que si el animal estuvo en cautiverio hay más chances de capturarlo. En su conducta original “logran escabullirse ante la presencia que para ellos es negativa. Son animales inteligentes y huyen”. Ese, consideró es un rasgo de buena salud: “Estos animales no pueden ser capturados porque tienen sus hábitos silvestres”.

Con respecto a la magnitud de la colonia en el área, la funcionaria indicó que se habla de 7,8 y hasta 10 animales. “Los avistajes máximos son de no más de 10 y no todos juntos”.

Entre los movimientos, puede estar el cruce de las rutas, calculó Di Marzio: “Puede ser porque hacia el Río hay una reserva”.

Ante el cuadro, en el Ministerio buscan formalizar estudios: “Tratamos de articular con centros de investigaciones para ver qué se puede abordar en términos científicos. No hay nada en el país con respecto al mono carayá, ni refugios, ni reservas”. El objetivo es avanzar con conocimiento sobre esta forma de reimplantación de animales en el ámbito natural luego de pasar por la tenencia ilegal, algo que también tiene pocos antecedentes para la ciencia.

Se calcula que eligen zonas confinadas del Parque y el grupo ha logrado reproducirse en los últimos años