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Información General |PIPO Y FEDERICO, DOS PUMAS SUELTOS EN GONNET

Los Méndez: “El rugby no es elitista ni violento y tiene valores muy claros”

Padre e hijo jugaron en Los Tilos y en el Seleccionado Nacional, y comparten la misma profesión como médicos psiquiatras. Anécdotas, historias, similitudes y diferencias en el camino de dos referentes de la ovalada de distintas generaciones

Los Méndez: “El rugby no es elitista ni violento y tiene valores muy claros”

Pipo y Federico Méndez recibieron a EL DIA / Gonzalo Calvelo

Ricardo Castellani

Ricardo Castellani
rcastellani@eldia.com

4 de Septiembre de 2022 | 03:14
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El padre tiene 78 años -nació el 1 de julio de 1944- y el hijo, 50 -nacido el 6 de noviembre de 1971-. El Méndez grande -Pipo- es médico psiquiatra, y el hijo, Federico José, también. Los dos, padre e hijo, jugaron al rugby. Los dos en Los Tilos, los dos también en Los Pumas. A los dos les gusta igualmente el fútbol -al que, según cuentan los que los vieron jugar, también practicaban muy bien. Y los tres hijos de Federico -Felipe (21), Valentín (20) y Paco (15)- nietos de Pipo, juegan también al rugby, son de Los Tilos y de Estudiantes. Muchas coincidencias en una familia platense que trascendió en el deporte mas allá de la Ciudad, aunque, según ellos, todo es fruto de una serie de casualidades y de algo de la genética que viene de lejos.

“Mi abuelo, Félix Tetamantti, tuvo 13 hijos, de los cuales nueve eran varones, y todos ellos jugaban al fútbol o al rugby -cuenta Héctor “Pipo” Méndez- y por la otra rama estaban los Calandra, Jorge y el Toro, que eran jugadores de las épocas del Estudiantes de ‘Los Profesores’. Yo jugaba bastante bien, y estuve a punto de ser jugador de Estudiantes, pero por esas cosas se me dio por el rugby. Pasó que mis dos hermanos mayores, Raúl Horacio Francisco y Rodolfo Ernesto, jugaban en Los Tilos, y yo cuando tenía 8 años me fui a jugar ahí. Pero antes de eso, en 1949, cuando tenía 5 años, había visto en la cancha de Gimnasia al seleccionado de rugby de Francia, y contra ellos jugó un combinado argentino del que participó mi hermano mayor, Raúl, al que llamaban “Pan”, y recuerdo que algunos jugadores franceses mostraban unos tatuajes que no eran los que los chicos usan ahora, sino de los campos de concentración, porque habían estado en la Segunda Guerra Mundial. A ese partido lo terminó ganando Francia, pero influyó mucho en mí para inclinar la balanza hacia el rugby”.

Pochola Silva y Pipo Méndez, años atrás / EL DIA

Así llegarían, luego, los entrenamientos y los partidos en las canchas del Colegio Nacional, donde jugaban Los Tilos, Universitario, los alumnos del Colegio, “es decir que había partidos todos los días -recuerda Pipo- y las canchas eran tan duras que las llamábamos ‘el rallador’, porque te caías y te lastimabas por todos lados. Allí hice las inferiores, eran los años 53, 54, 55, y en aquella sexta de Los Tilos jugaban Pochola Silva, los Deluca, Anzorregui… yo jugaba de wing, porque era ligerito, y después me hice apertura”.

En el caso de Federico, en cambio, el club Los Tilos era como su segunda casa. Allí jugaban sus amigos, y además era “el hijo de Pipo”, una institución dentro de la misma institución.

“Yo estaba todo el día en el club, y ya me decían ‘Rulo’ o ‘Pipito’, por mi viejo -dice- pero nadie me hacía diferencias por ser el hijo de Pipo, yo solo jugaba para divertirme con mis amigos, con quienes además jugaba al fútbol y al tenis. Pero en el año 1989, cuando tenía 17 años, mi viejo era entrenador de la primera junto con Pochola Silva, que para mí era como otro padre, y me pusieron en la primera. Fue un partido contra Regatas de Bella Vista, que ganamos, y yo metí un drop de zurda, siendo derecho, y varias conversiones. El asunto es que seguí jugando, los sábados en la primera y los domingos en mi categoría, que era menores de 19, algo que hoy creo que sería imposible de hacer”.

¿Y que fue, para Pipo, ser entrenador y hacer debutar en primera a su propio hijo?

“Nada, él era uno más. En el club todos son como hijos o sobrinos, y además no había tantos jugadores como ahora. Con Pochola vimos que sabía jugar, que tenía condiciones, y lo pusimos. Pero además había un equipo que estaba armado, donde los más grandes podían contener a los mas chicos, eso es fundamental”.

Federico Méndez, con la camiseta de Los Tilos / EL DIA

¿Y para Federico que su padre fuera el entrenador?

“Nada particular -dice- para mi Pipo -porque a su papá lo llama así, simplemente Pipo, así como a su madre la llama ‘Pompi’- siempre fue entrenador, porque yo nunca lo vi jugar, aunque dicen que jugaba bastante bien, jaa. Pero las observaciones y la mirada crítica quedaban allí, en el club, no lo llevábamos a casa. Después hablábamos de rugby, sí, pero en general, porque en mi familia todos hablan de rugby. Pero el jugador y el entrenador quedaban en el club”.

Claro que Federico no solo era la promesa que amanecía en Los Tilos, sino que con los años trascendería esos límites, para convertirse también, como su padre antes, en jugador de Los Pumas, donde disputó partidos internacionales frente a Uruguay, Paraguay, Brasil y España, convirtiendo en el Seleccionado un try, ocho penales y diecinueve conversiones.

Pipo, en tanto, fue Puma hasta el año 1971, cuando debió retirarse tras una seria lesión en un partido en Sudáfrica.

“Después volví a jugar dos o tres partidos más para Los Tilos -dice- pero a partir de allí me dediqué a ser entrenador”.

LA PSIQUIATRÍA Y LAS ANDANZAS CON LA OVALADA

La medicina, como el rugby, en los Méndez viene de lejos. El padre de Pipo y abuelo de Federico -José Domingo Méndez, casado con Celia Tetamantti- era médico y profesor universitario, y los hermanos de Pipo y tíos de Federico, también rugbiers de Los Tilos. La familia se extendería con la mamá de Federico -Pompi Lafitte- y con sus dos hermanas, Rosario y Laura. Y para seguir con la tradición familiar, Pipo sería médico como lo fue su padre, y Federico también como su padre y su abuelo. Pipo había hecho el secundario en el San Luis, y Federico fue de la primera camada de bachilleres del Themis Speroni de City Bell. Después, para ambos, sería el tiempo de la facultad y de la medicina.

¿Los ayudó la psiquiatría con el deporte? “Yo diría que el deporte me sirvió para conocer mejor las conductas, los comportamientos -asegura Pipo- que me dio experiencias humanas que me favorecieron para desarrollar mi tarea de médico. Hay veces que como entrenador, por ejemplo, le veía la cara a los jugadores antes de un partido, sus actitudes, y ya sabía que ese día, jugáramos contra quien jugáramos, no perdíamos. Y después pasaba en la cancha, se ganaba. Es algo mágico, sucedía, es ese compromiso emocional que algunos llaman mística, y que se transmite. Llevándolo al fútbol, por caso, yo estaba en la cancha de Boca en aquel partido que Estudiantes perdía 3 a 1 contra Platense, con un jugador menos, y lo dio vuelta para ganar 4 a 3. Ese día nació una historia que siguió y siguió. Recuerdo siempre que un preparador físico de excelencia que tuvimos en Los Tilos fue Jorge Kistenmacher, que también entrenaba al Estudiantes de Zubeldía. El estaba con aquel plantel de Verón, Pachamé, Madero, Malbernat, y después nos entrenaba a nosotros. Kistenmacher llevó muchas cosas del rugby al fútbol”.

“Hay acciones censurables que suceden en cualquier ámbito, no solo en el rugby, pero en este aspecto los entrenadores tienen un rol fundamental”

Pipo Méndez

 

“Pasa mucho -agrega Federico- hay grupos que se forman y alcanzan ese estado, y otros que no pueden, es algo que se transmite de generación en generación. Yo lo percibí en Los Pumas, es una emoción que te lleva a alcanzar un estado de conciencia diferente. En Estados Unidos lo llaman “estar en la zona”; una vez Michael Jordan contó que una noche lo sintió en la cancha, y que ese día podía hacer cualquier cosa, y lo hizo. Claro que a ese estado de inspiración hay que ayudarlo con condiciones, entrenamiento y pasión por lo que se hace”.

“También están los rituales -cuenta Pipo- los All Blaks tienen al famoso Haka, pero Los Pumas, durante muchos años, tenían el de entrar a la cancha caminando muy lentamente, con la idea de mostrarle al adversario y al público el temple y la seguridad del equipo. A eso lo impuso Otaño, que una vez me dijo que se lo había copiado nada menos que al seleccionado de fútbol de Argentina cuando en 1964 ganó invicto la Copa de las Naciones en Brasil, cuando Carrizo quedó con la valla invicta. El capitán argentino era Rattín y cuando salió el equipo para jugar contra Brasil, lo hicieron caminando despacio e impresionaron mucho a los brasileños, tanto que le ganaron 3 a 0 al equipo de Pelé que era campeón mundial”.

Federico Méndez en su paso por Los Pumas / Web

Los dos Pumas platenses, padre e hijo, compartieron y compitieron a su vez con jugadores de enorme valía. ¿A quienes admiraron cada uno?

“Yo -dice Pipo- a Pochola Silva, el primero, pero también a Aitor Otaño y a Tito Fernández. Pero después hay ejemplos que no se olvidan. Yo en Los Tilos, tenía en las infantiles un entrenador que jugaba en la primera, Quique Vergara, que un día discutió feo con otro entrenador, pero después vino al vestuario y nos dijo ‘chicos, el domingo no juego, me saqué yo mismo’. Era por la pelea, él mismo se había auto sancionado. Pero además, en mi carrera tuve la suerte de jugar con tipos como García Yañez, Travaglini, Paloma Etchegarray, Loyola, y después como entrenador tuve a chicos como Pichot, Contempomi, Corletto, Roncero, Ledesma, Fernández Lobbe, Juan Hernández, esa fue una generación buenísima”.

“A mí me impactaron muchos jugadores extranjeros -refiere Federico- pero de los nuestros, también fenómenos como Hugo Porta y Felipe Contempomi, creo que son los mejores a los que vi jugar”.

LOS PREJUICIOS DEL RUGBY

Del rugby se destacan muchos de los valores que el deporte transmite, como el compañerismo y la solidaridad, pero también hubo episodios que dejaron marcas que todavía hoy se discuten en la sociedad.

“Hay acciones censurables que suceden en cualquier ámbito, no solo en el rugby -sostiene Pipo- pero en este aspecto los entrenadores tienen un rol fundamental. Por ejemplo entre los All Blacks, existen ciertos requisitos, como que un jugador no puede agredir a una mujer, no puede pelearse en un boliche, no puede tomar alcohol, tiene que respetar pautas básicas de educación, y si infringe algo de eso, se lo echa del seleccionado; hay jugadores que se han perdido mundiales por estas faltas, y a partir de esas conductas, buscan el nivel deportivo óptimo. En nuestro país han habido conductas muy censurables, faltas de educación inaceptables, y por eso insisto en que la tarea del entrenador es fundamental. Las disculpas se aceptan, pero quienes no cumplan con ciertas conductas, deben ser apartados”.

“También hay mucho prejuzgamiento -señala Federico- pero el rugby no es ni elitista ni violento, y tiene valores muy claros, el deporte debe ser una llave de superación. Yo puedo hablar de Los Tilos, que siempre fue un club abierto e inclusivo, yo he tenido compañeros de distintas ideologías y posición social, ricos y pobres, gente con problemas de adicciones, en fin, de todo, y todos jugaban, el club fue siempre un sostén en el que todos éramos iguales y donde todos se podían superar. Después han sucedido episodios condenables en otros lugares, pero que no son exclusivos del rugby, sino que son una muestra de la sociedad en que vivimos”.

“Los Tilos fue siempre un club abierto e inclusivo, yo he tenido compañeros de distintas ideologías y posición social”

Federico Méndez

 

“Es muy importante la función de los entrenadores, especialmente de los juveniles, y esto aplica para cualquier deporte -refiere Pipo- recuerdo que una vez, hablando con Roberto Perfumo, me dijo ‘viste Pipo, nosotros de chicos jugábamos con pelotas de trapo, con pelotas de goma chiquitas, con cualquier tipo de pelota y ahora nuestros nietos nos piden la pelota del Mundial de regalo’. ¿Qué me quiso decir?, que en el fútbol, y en el rugby pasa lo mismo, se está perdiendo la estética, la libertad del jugador. Por eso yo digo que prefiero mil veces a un mal entrenador de infantiles que deje jugar, a uno que no les permita ser libres. Hay que dejar que cada jugador haga su propia experiencia, e inculcarle valores. Al rugby, por ejemplo, no deja de jugarse nunca. A mí me pasa que cuando me encuentro con otros jugadores veteranos y tenemos que hablar de alguna persona que no define, que vacila, que tarda en decidirse, decimos ‘ese no tacklea’” .

De la generación de los Méndez están también los tres hijos de Federico y de Juliana Irurueta, su esposa, que juegan, como el padre y el abuelo, en Los Tilos. ¿Como los ven?

“Los tres son zurdos como el abuelo -dice Federico- y saben jugar, pero yo no me meto, que jueguen y se diviertan”.

Pipo Méndez en su etapa como entrenador / EL DIA

“A los nietos no se los tortura con indicaciones sobre el juego -ríe Pipo- yo solo los aliento y los disfruto. Lo único que les digo, es que para ser buen jugador, antes hay que ser buena persona”.

Queda, por último, una pregunta para los Méndez. De los dos Pumas, ¿quién jugaba mejor?

“Fede era un jugador muy completo -asegura Pipo- ofensivo y defensivo, con un gran fervor. Nunca se lo dije, pero definitivamente creo que él jugaba mejor que yo”.

“Jaa -se ríe Federico- eso es algo absolutamente incomprobable”.

 

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