La toma de rehenes de Hamás presenta un dilema para Israel

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Por DIDIER LAURAS

Su número exacto y su identidad se desconocen, pero están en el centro de la crisis. Los rehenes en manos del grupo islamita Hamás traen de vuelta a Israel un doloroso recuerdo y representan un punto sensible en su opinión pública.

Unos 150 hombres, mujeres y niños están retenidos, entre civiles y fuerzas de seguridad. Las redes sociales difunden imágenes, auténticas o no, de rostros de bebés, sonrisas y vidas que penden de un hilo.

Hamás amenazó con ejecutar rehenes cada vez que se ataque a su “pueblo” sin aviso previo y ayer indicó que 13, “incluidos extranjeros”, murieron en bombardeos israelíes en Gaza.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) aseguran que discuten con el grupo islamita sobre este asunto, que trae recuerdos dolorosos a Israel.

Pero esta toma de rehenes masiva es una situación “sin precedentes por su alcance y su naturaleza”, estima Étienne Dignat, experto en rehenes en el Centro de Investigaciones Internacionales (CERI).

“Israel tiene la costumbre de tratar con hombres y soldados”, pero ahora hay “civiles, entre ellos muchas mujeres, lo que constituye un verdadero cambio simbólico”, agrega.

En 1972, durante los Juegos Olímpicos en Múnich, un comandó palestino mató a 11 atletas israelíes. Cuatro años después, en el aeropuerto ugandés de Entebbe, un asalto israelí permitió liberar los rehenes de un avión secuestrado por milicianos palestinos.

LÍNEAS ROJAS ISRAELÍES

Más recientemente, Israel liberó en 2004 casi 450 prisioneros a cambio de un empresario israelí y los cadáveres de tres de sus soldados.

Dos años más tarde, el secuestro del soldado Gilad Shalit provocó cinco meses de operaciones militares en Gaza.

Shalit fue liberado cinco años más tarde a cambio de 1.027 presos palestinos y se convirtió entonces en el primer soldado israelí que regresó con vida en 26 años.

Pero el caso generó “un debate muy fuerte en la sociedad israelí sobre las concesiones” para liberar a los rehenes, apunta Étienne Dignat, que cita la comisión Shamgar, encargada de fijar las líneas rojas.

“En particular, se tenía que dejar de intercambiar personas vivas por cadáveres. Incluso la familia de Ron Arad [oficial desaparecido tras una misión en Líbano en 1986] se negó públicamente a que se hicieran concesiones para recuperar” su cuerpo.

La polémica sigue latente. Esta negociación para liberar a Gilad Shalit podría verse “a posteriori” como un “error”, estimó el jueves Raphaël Morav, embajador de Israel en Francia, en la radio RFI.

“Esos 1.027 presos no volvieron a Gaza para fundar una familia y vivir tranquilamente, sino para volver a la espiral del terrorismo”, denunció Morav, que cita a Yahya Sinwar, jefe militar de las Brigadas Ezzedin al Qasam, brazo armado de Hamás.

 

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