Marcar muy mal durante toda la noche fue la génesis de una derrota que lo deja preocupado
Edición Impresa | 11 de Noviembre de 2023 | 05:10

Por MARTIN MENDINUETA
Cuando los errores se notan a simple vista en cada una de las líneas, el negativo resultado final no puede sorprender. Después de cometer equivocaciones de distinto tenor, era probable que el final de la lluviosa noche lo dejara empapado de tristeza.
Gimnasia se complicó solo es una síntesis injusta que le quita méritos a la destacada actuación de su rival tucumano. Atlético jugó muy bien y tuvo la eficacia para usufructuar las reiteradas fallas de una formación tripera tremendamente alejada de su mejor versión.
Aquel Lobo tan elogiado en la derrota ante River, decayó notoriamente en su rendimiento ante Arsenal y profundizó anoche un derrumbe en el juego tan peligroso como inoportuno.
Llegará a la última fecha soportando un nivel de estrés que parecía haber superado. A muchos días de su visita a Banfield, tendrá tiempo de sobra como para realizar una impostergable autocrítica y, también, para trabajar buscando la solución de los problemas que evidenció.
EL PECADO DE NO TOMAR BIEN LAS MARCAS PASÓ UNA DURA FACTURA
Como en la mayoría de sus presentaciones de local, Gimnasia evidenció errores puntuales en la última línea y lo pagó caro.
El pecado de dejar libre a quien terminó siendo su verdugo, Marcelo Estigarribia, lo dejó mal parado para afrontar el desafío de ir por la recuperación que sus hinchas estaban esperando.
Estigarribia le hizo daño porque nadie lo encimó en dos ataques calcados. El fondo falló mucho
La fragilidad defensiva y el empuje sin la claridad necesaria en el ataque armaron un combo que lejos estuvo de mantener tranquilos a los fieles albiazules.
En un momento del capítulo inicial se le fue encima al Decano tucumano, aunque todo lo que generó fue como consecuencia directa de su ímpetu, y no de asociaciones lúcidas.
El equipo de Madelón se fue al entretiempo sabiendo con claridad que había quedado en deuda. La falta de precisión fue un rasgo distintivo y eso conspiró contra el plan de encerrar a un rival de elogiable actitud.
EL SEGUNDO GOL TUCUMANO LO LIQUIDÓ EN LA FACETA ANÍMICA
Gimnasia se puso de pie con el tremendo misil de Matías Abaldo. El golazo del charrúa levantó a la gente y pareció que había abierto la puerta a la recuperación definitiva. Pero tal cosa no ocurrió. Cuando el huésped, que jamás se apichonó, se puso otra vez arriba, se advirtió que el golpe fue demasiado grande.
A Gimnasia no lo levantaron los cambios, ni tampoco su propia desesperación por seguir luchando. Haber acumulado delanteros no lo condujo al enorme alivio que hubiera significado alcanzar el empate. Ni el cabezazo final de Tarragona (no era fácil de resolver desde un ángulo tan cerrado) acercó la sensación de que la noche tendría un final menos cruel.
Jugó flojo, repleto de imperfecciones. Su rival fue mejor y lo dejó muy preocupado.
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