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Laia Mataix Gómez
“Si Pablo me viera, dirá que soy un berraco”, canta el reguetonero Bad Bunny en una canción llamada “Mónaco”, como el edificio del sanguinario narcotraficante colombiano que, 30 años después de su muerte, sigue vivo en la cultura popular mediante series de televisión, películas, libros y canciones.
La carrera criminal de Pablo Escobar, que dejó una estela de muerte y violencia en Colombia, acabó el 2 de diciembre de 1993 cuando fue abatido a tiros por la Policía en el tejado de una casa en Medellín, pero su figura, de manera casi inexplicable, sigue fascinando a muchos.
“Pablo Escobar: El patrón del mal”, “Narcos”, “Escobar: La traición” y “Capos de la droga” son algunas de las series que giran alrededor de la vida del narcotraficante y que se pueden encontrar en las plataformas de streaming, pero el capo hace presencia en una docena más de producciones audiovisuales.
Si se busca en internet “canción homenaje a Pablo Escobar”, aparecen hasta 49 títulos que celebran al narcotraficante, que es nombrado en otra decena de temas. Especial acogida tiene entre los reguetoneros que no tienen reparos en mencionarlo.
La cultura y la producción artística encontraron en Escobar una fuente de inspiración -y de dinero- para contar uno de los periodos más violentos de Colombia y los inicios de un mal que alcanzó a muchos: la cocaína.
Joyas, mansiones, autos lujosos y un estilo de vida sin comparaciones es lo que ha llegado a dibujarse en el imaginario colectivo cuando se piensa en Pablo Escobar o los narcotraficantes colombianos que, en un país donde las desigualdad son rampantes, consiguieron un nivel de vida con el que muchos sueñan.
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Eso hace que la cara de Escobar, su documento de identidad o incluso la fotografía de su primera reseña en la Cárcel del Distrito Judicial de Medellín, en 1976, sea reproducida en camisetas, gorras, imanes de refrigeradores, pegatinas de motos y autos, entre otros accesorios.
“Desde Colombia ha faltado fuerza para que la sanción social, no la penal, se propague por el mundo entero”, dijo Óscar Naranjo, general retirado de la Policía y exvicepresidente de Colombia, que hace 30 años hizo parte de la persecución a Escobar como analista de inteligencia policial, al referirse a la simbología de Escobar.
Naranjo explica que incluso ha visto “en Europa jóvenes con camisetas de Pablo Escobar” y la sanción social de la que habla es necesaria “para que a ellos les llegue un mensaje distinto de que realmente el símbolo que llevan puesto es el símbolo del dolor de miles y miles de colombianos que vieron cómo Pablo Escobar asesinó a sus seres queridos”.
El general retirado recuerda que Escobar impuso su ley del terror con un lema que “hizo mucho daño y sigue haciendo mucho daño” al país: “mi poder radica en el plomo o la plata”.
La literatura no se queda atrás con páginas y páginas escritas sobre la vida y violencia de Escobar.
Desde Steve Murphy y Javier F. Peña, agentes de la DEA en cuya historia se basa la famosa serie “Narcos”, que con su “Caza al hombre” cuentan los frenéticos meses de búsqueda del capo, hasta periodistas y policías colombianos, cada uno ha contado su versión de su final.
El propio Naranjo presentó en Bogotá el libro “El derrumbe de Pablo Escobar” (Planeta), en el que relata “la fase final” del jefe del Cartel de Medellín a partir de “las actas secretas de la persecución al capo”.
“Constatar que hay decenas de mercados donde se venden objetos alusivos a Escobar; constatar que hasta hace un par de meses había una casa museo Escobar; ver cómo jóvenes van a casas de tatuajes para que el rostro de Pablo Escobar quede grabado, indeleble, en su piel realmente me produce asombro”, agrega el general retirado.
Una de las mayores obras sobre el narcotraficante es “La parábola de Pablo”, un libro de Alonso Salazar reeditado este año con motivo del 30 aniversario de su muerte.
También la familia Escobar ha firmado un par de libros donde, desde una aproximación más íntima, se acerca al capo de capos.
Es el caso de “Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar”, el testimonio de Victoria Eugenia Henao, esposa del narco, que en más de 500 páginas recuerda la trayectoria de la familia en un relato muy personal en el que se pueden ver fotos inéditas y donde defiende que “no tenía conciencia de que dormía junto a un asesino”.
‘Pablo Escobar, mi padre’ es la obra de Juan Pablo Escobar, el primogénito del capo, quien tras huir a Argentina y desmarcarse de la historia de su padre -llegó a cambiar su apellido a Marroquín-, resalta que, a pesar de los extremos de su crueldad, demostró un amor incondicional a su familia.
Incluso una de sus amantes, Virginia Vallejo, quien fue en los años 80 una popular presentadora de televisión, escribió ‘Amando a Pablo, odiando a Escobar’, de quien dice que aprendió “el precio de los presidentes, políticos y militares de su país, y también el de los dictadores caribeños”. (EFE)
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