Alarmante expansión del narcotráfico en distintos lugares de nuestro país

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Opinión Editorial

Hace años ya que el narcotráfico dejó de ser para nuestro país una amenaza latente –como lo fue varias décadas antes- para convertirse en protagonista cotidiano de cada día más sangrientos hechos delictivos, protagonizados por bandas armadas e instaladas en distintos distritos. Acaso resulte necesario señalar esta evidencia, ya que la mayor y alarmante presencia de bandas de narcotraficantes en Rosario podría crear la falsa idea de que es sólo allí donde están dejando su saldo criminal.

Tal como se informó ayer en este diario, ahora se está registrando una guerra entre grupos narcos en el distrito de San Martín. Allí los habitantes de la villa 9 de Julio recibieron en las últimas horas un video en donde un grupo narcos, vestidos todos de policías, fuertemente armados y con sus rostros cubiertos con máscaras de payasos, amenazó a los vecinos.

El texto fue elocuente: “ Vecinos de villa 9 de Julio, les informamos que si en 48 horas la organización de Max Ali Alegre, alias “Alicho”, y el “Gordo” Blas Gómez no abandonan la villa 9 de Julio, van a ser desbaratados a sangre y fuego por nosotros. Les informamos que no salgan de sus casas, ya que el territorio tiene dueño y esta organización lo ha tomado sin ningún control”.

Si bien la Justicia ordenó ahora a la Policía que realice un importante operativo de saturación de ese barrio, para evitar primeramente un eventual enfrentamiento, la situación deja en claro hasta que extremos está avanzando el narcotráfico, dejando así, una vez más en claro, que no es Rosario solamente sino todo el país el que se encuentra desafiado por narcos que no trepidan en extorsionar y asesinar.

Se conoce que La Plata también se ha convertido en los últimos años en escenario propicio para la presencia de bandas de narcotraficantes, que se disputan territorios y enfrentan a balazos, tal como ya ocurre en varios distritos del Conurbano bonaerense y en otras grandes ciudades del país. El sello narco deja su huella en muchos de los homicidios y episodios con heridos. La dinámica de los crímenes sigue siendo la misma de los últimos tiempos: disputas territoriales entre bandas del mercadeo de drogas y altos niveles de violencia en la resolución de conflictos interpersonales.

No pueden sino causar una gran preocupación las estadísticas penales de nuestro país, reveladoras de la cada vez mayor gravitación de la droga en la actividad delictiva, reflejada no sólo en el narcotráfico sino en la incidencia de ese fenómeno en la proliferación de muchos otros delitos. Esa influencia se volvió notoria hace por lo menos cuatro décadas cuando los jueces de Menores advertían sobre presencia de droga en la mayoría de episodios delictivos protagonizados por chicos y adolescentes.

La Argentina dejó de ser, como lo fue hace muchos años, tan sólo un país de tránsito de tránsito de la droga, para convertirse luego en un país de consumo y luego de producción, con la presencia ya enquistada de mafias de narcotraficantes, en una situación que se torna cada vez más visible en las grandes metrópolis y que, además, se ve facilitada por la porosidad de nuestras fronteras, despojadas de suficientes recursos de detección y contención.

Se conoce que el narcotráfico se ha instalado entre nosotros y que y opera en distintas zonas, con conexiones en el exterior y apoyos internos. Las fuerzas de seguridad y la Justicia deben extremar esfuerzos para frenar esta irrupción que debe preocupar y muy hondamente a toda la población.

Se conoce el modo cómo actúan, los lugares en que venden y los crímenes que cometen para defender sus bastiones. Nuestro país, sus instituciones y la sociedad toda, deben impedir que el narcotráfico siente sus reales y para ello es responsabilidad básica del Estado combatirlo a toda hora, para que la seguridad no se vea sobrepasada por el delito.

 

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