El Titanic, barco maldito
Edición Impresa | 21 de Junio de 2023 | 02:46

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA
Existe una oferta viajera que propone paseos bajoneantes por lugares marcados por la tragedia. Una curiosidad requerida y morbosa por paisajes sufridos. Hoy se busca desesperadamente al submarino de la empresa OceanGate Expeditions, que venía ofreciendo un tour al fondo del océano para visitar los restos del Titanic, esa nave colosal que se quedó para siempre a morir allí.
La noticia estremece: son cinco viajeros que pagaron 250 mil dólares para hundirse hasta el fondo del mar y poder echarle un vistazo a ese barco colosal que murió recién nacido. Les queda poco oxígeno y por ahora los buscadores no encontraron ni una señal.
El Titanic yace tres kilómetros y medio bajo el agua desde hace más de un siglo, helado y solito. Su fama de barco fúnebre quizá se agigante cuando el submarino acabe su trágica travesía a la vera de ese transatlántico maldito que inerte y abandonado aun sigue convocando a la muerte.
El peligro ajeno siempre tiene seguidores. A esa excursión a 3.500 metros de profundidad se viaja en un mini submarino, que anda curioseando por esos ambientes que enmudecieron para siempre la noche que los recibió el iceberg asesino. Imaginarse ya es grandioso: poder toparse con ese barco de tres cuadras de largo, el mayor souvenir que dejó el hombre en las profundidades, un enorme edificio de fierro y silencio. El programa que ofrecía la empresa incluye flotar con un guía por ese salón donde la música siguió sonando hasta que el mar la tragó; y rondar por la cocina, los muebles, todo lo que quedó sin nadie.
El mar ha sido el mejor cuidador de estos recuerdos. Nada los alteró. Están allí a merced del olvido. La llegada de turistas acabó devolviéndole vida por un ratito a esos salones construidos para lucirse y no para agonizar. Hoy, todo es una carrera contrarreloj. ¿Llegarán a tiempo? Aparatos de última generación nadan hacia el fondo del océano para encontrarlos, darles aire y traerlos de vuelta. De lograrlo, sería otra proeza de la capacidad del ser humano. Porque hace un par de días, cuando el Titanic divisó a ese submarino que ahora se está ahogando, quizá imaginó que, al fin, hombres y máquinas venían a hacerle compañía.
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