Un tórrido romance: Jackie Kennedy habría tenido un affaire con el hombre que hizo la tumba de su marido

Una biografía de próxima publicación revela la relación que mantuvo la icónica ex primera dama estadounidense con el arquitecto Jack Warnecke, que la amó toda su vida

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Jackie Kennedy ha sido un ícono de la gracia, pero también de la tristeza, de la tragedia. Estoica (y allí, parte de su elegancia, más allá de su sentido para la moda), soportó las infidelidades de su marido, John F. Kennedy. Y luego estuvo a su lado cuando le dispararon.

Pero una nueva biografía sobre Jackie Kennedy Onassis (porque luego se casó con el multimillonario Aristóteles Onassis) revela que para lidiar con ese turbio mundo ella también hacía sus cosas: la obra, que se publicará en Estados Unidos el 18 de julio y firmada por el historiador J. Randy Taraborelli, arroja detalles sobre un tórrido romance que tuvo la ex primera dama, nada menos que con el arquitecto que diseñó la tumba de Kennedy meses después de su muerte.

 

Jackie sentía que el asesinato de su marido le “robó el derecho a odiarlo” por sus infidelidades

 

Taraborrelli, un experto en la historia de la familia Kennedy y prolífico escritor, se ha basado en cientos de entrevistas con amigos, familiares y amantes de Jackie a lo largo de tres décadas y en material inédito de la Biblioteca de JFK para escribir su nuevo tomo, “Jackie: Public, Private, Secret”, indica la editorial MacMillan.

Según extractos del libro publicados por la revista People, unos días después del asesinato de JFK, el 22 de noviembre de 1963, Jackie contrató al arquitecto Jack Warnecke para que se encargara del monumento conmemorativo del presidente en el Cementerio Nacional de Arlington, y unos meses después tuvieron su primera cita.

Jackie se mostró reticente cuando Warnecke le propuso salir a cenar en mayo de 1964 y le reiteró que no estaba abierta al romance, pero el arquitecto no le hizo caso y se presentó en su casa esa noche con un ramo de flores: “Pero, Jack, yo no te dije que sí”, le espetó ella. “Pero tampoco dijiste que no”, le replicó este, según relata el libro.

Surgieron así las chispas entre la viuda de JFK y el arquitecto y diseñador de la tumba del presidente asesinado, una historia con bastante morbo. Ella, en noviembre de 1964, lo invitó a su propiedad familiar en Cape Cod, una elitista zona de vacaciones en Massachusetts, y “una cosa llevó a la otra”, hasta que se acostaron, para colmo, en la cama que antes compartió la pareja presidencial, dijo Warnecke al biógrafo.

Warnecke, que falleció en 2010 a los 91 años, reveló la relación a Tamborrelli pero le hizo prometer que no haría pública la información hasta mucho después de su muerte, y aunque ya la avanzó en un libro anterior, ahora cita recuerdos como que tenían “sexo en la privacidad del dormitorio, pero también en vehículos y playas”.

EL FIN DEL ROMANCE

El arquitecto planeó pedir matrimonio a Jackie en 1966 pero no lo hizo, y perdió su oportunidad más adelante cuando le comunicó a la ex primera dama que tenía deudas y esta perdió el interés en él, lo que le llevaría a conocer a su siguiente marido, el magnate griego Onassis, con el que se casó en 1968.

El libro también revela que la mujer tenía estrés postraumático por presenciar el asesinato de JFK y sentía que eso le “robó el derecho a odiar” a su marido por sus infidelidades, pero cuando descubrió que su psicoanalista, Marianne Kris, había tratado a Marilyn Monroe, una de sus amantes, entró en cólera.

 

Jackie se arrepentía de permitir que el asesinato de JFK la “atormentara” el resto de su vida

 

A la muerte de Onassis, Jackie tuvo una aventura con el “playboy” hollywoodiense Warren Beatty, pero se desmarcó de otras amantes de este al describir sus encuentros sexuales con indiferencia: “Oh, está bien. De todas formas, los hombres llegan a donde llegan”, le dijo a una amiga, según recoge Vanity Fair.

Sobre sus últimos años -falleció en 1994, dos meses después de ser diagnosticada con un cáncer linfático- el libro indica que Jackie estableció un ritual en el que invitaba a sus allegados a su casa y leían juntos cartas personales que esta había recibido a lo largo de su vida antes de quemarlas en la chimenea.

Uno de los allegados con quien realizó el ritual fue el propio Warnecke, que recuerda su última conversación: él le dijo que no había dejado de amarla y ella, que no le correspondió, aseguró arrepentirse de permitir que el asesinato de JFK la “atormentara” el resto de su vida porque era algo “que no podía cambiar”.

Conocida por su elegancia y clase, Jackie Kennedy soportó estoica las infidelidades de su marido, pero también tuvo sus aventuras

 

Jackie Kennedy

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