Relaciones: personas de distinto sexo, ¿pueden ser amigos y nada más?

Una mujer puede tener un amigo con quien compartir intereses culturales y solo eso. Lo mismo al revés. El dilema de algunos platenses, entre el compañerismo y el derecho a roce

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Hay amores que generalmente refieren a idealizaciones románticas de las personas sin necesidad o posibilidad de tener sexo. Pero, por otro lado, existen las amistades profundas, en donde se comparten casi todos los aspectos de la vida. El problema aparece cuando los nexos se dan mientras se está en pareja.

Lo cierto es que existe un quiebre generacional. Mientras las personas mayores de 40 años viven más reprimidas las sensaciones sobre la amistad y el sexo, las más jóvenes transitan estos vínculos con más liviandad. Aquí, los procesos sociohistóricos juegan un papel influyente.

Pablo es docente universitario, tiene 45 años y se decidió a contarle su experiencia a este diario. Tras tener un hijo y divorciarse, se dedicó a cambiar su imagen: bajó de peso, empezó yoga y mejoró sus hábitos. Luego de varios meses de trabajo personal, se decidió por abrirse un perfil en una aplicación para ligar y, así, poder conocer una mujer.

En esta plataforma, se encontró con una mujer de su misma edad, la cual le atrajo mucho y acordó salir a tomar algo para conocerse. En esa primera cita la pasaron bárbaro y, en la misma noche, durmieron juntos.

Tiempo después, Pablo se enteró que la persona con la que salió estaba casada hacía 20 años. “Cuando me enteré, pensé, ojalá que nunca me haga algo parecido”, confió. Sin embargo, lo que él presenció fue otra cosa: “Le pedí alguna explicación y, muy ligera de ropa, me confesó que, si bien tenía marido, mantenían una relación abierta”. ¿Cómo era eso? “Ella convivía con él, pero salía con quien quisiera”.

Pasaron los años y Pablo se vinculó nuevamente con ella. Ya, ahora, la relación alcanzó según cree un nivel de madurez muy avanzado. De hecho, según confiesa él, son amigos y, cada tanto, se ven para compartir un momento íntimo, al margen del vínculo que ella tiene con su esposo.

No son pocos los que afirman que así como los hombres pueden ser amigos sin otra pretensión que acompañarse, también ocurre entre personas de distinto sexo. Cristina dijo, en ese sentido, que con un hombre coincide en el gusto por la pintura y una o dos veces por semana visitan juntos galerías o museos y hasta asistieron a un curso de Historia del Arte. En un principio “casi obligo a mi marido a que nos acompañe a fin de evitar cualquier suspicacia pero realmente se aburría”, narró. “Ahora algunas veces que voy a Buenos Aires con mi amigo Héctor nos acompaña y se mete en un cine y después cenamos los tres en algún restaurante porteño”, secreteó.

Límites difusos

Luciana, una vecina de 34 años que vive en Barrio Jardín, recordó, con este diario, cuando, después de un fallecimiento familiar, empezó a hacer teatro para encontrar un espacio de expresión. Ella se vio contenida en el lugar desestructurado que le proporcionaba el arte. Y, allí, conoció a un compañero que la encandiló y con quien compartía todos los días, a sus 20 años. Hasta ahí, la cosa pintaba para una amistad, pero ella esperaba “un cambio de actitud”.

“Alimentó mi ilusión y cuando quería hablar sobre lo que nos pasaba, siempre terminábamos charlando sobre otra cosa. Siempre esperaba ese momento. Todo nación desde la admiración que le tenía y por la idealización que hice. Esto lo procesé después de años de terapia (risas)”, comentó.

En sí, según explicó, se trató de “una amistad medio simbiótica” en la que ella esperó que se transforme en un vinculo con “sexo-afectivo”, pero no ocurrió aunque siembre bordearon esa delgada línea. “Porque, si no, no se explicaba por qué hablábamos todos los días por WhatsApp; por qué me invitaba a su casa; y por qué vas a todos los lugares conmigo y elegís que te acompañe”, preguntó, como retóricamente.

Por su parte, Marisa, de Villa Elvira, argumentó que en “las amistades no tienen nada que ver lo sexual y que se trata de una conexión más idílica”, lo cual coincide con la noción de “amor platónico”. Esta refería a cuando, quizás de chicos o, ahora, de grandes, se piensa en aquellas personas que cautivan intelectualmente, por ejemplo.

No obstante, con el permiso de dos conocidos suyos, contó una historia que se asemeja a las anteriores. En el mismo barrio, cuando ella era una niña, Vanesa y Pablo eran sus vecinos de la misma edad.

En la infancia, ambos se querían y fueron una especie de “amigovios” por algunos años. Luego, con el tiempo, formaron sus familias y se distanciaron. Sin embargo, algo quedó. Donde hubo fuego, cenizas quedan… Mucha agua pasó bajo el río cuando se reencontraron y volvieron a sentir lo que los atravesó de chicos.

Tras separarse de sus parejas, se decidieron a encontrarse, pero no solo por completar ese espacio vacío o para poder tener sexo. “También reconectaron desde lo emotivo y espiritual”, afirmó Marisa.

De compiches, ¿a la cama?

La “friendzone” es un término muy común entre los jóvenes. Sobre todo entre aquellos que desean salir de ese espacio incómodo cuando se siente algo más que amistad por otra persona. Por caso, en internet está repleto de consejos sobre cómo desmarcarse para pasar al otro nivel o aceptar no ser correspondido.

Sobre esto, Nicolás, un joven treintaniero que vive por el Centro, se explayó un poco más en una charla con este diario. “Creo que los vínculos cambiaron mucho. Entre los seres humanos, las redes sociales y la globalización, nadie sabe qué le pasa o qué quiere. También surge el miedo, y se prefiere no perder un vínculo para que perdure y se transforme. Pero está el temor a que no sea como se idealiza, entonces es preferible seguir viéndose de otra forma porque uno se termina ‘enamorando’ de la persona y no de su carne”, reflexionó sobre las relaciones sexo-afectivas con las amistades.

Cada tanto, él viaja a Mar del Plata para encontrarse con una amiga con la cual estudió. Ella está en pareja hace años, aunque la conoció cuando estaba soltera. No obstante, el vínculo perduró tanto que se mantuvo a pesar del noviazgo de la chica.

De hecho, no solo Nicolás tomó la decisión de viajar para verla, sino que, también, ella llegó a tomarse un micro para encontrarse con él en Capital Federal, cuando él no residía en La Plata. En sí, hasta acá, puede parecer un nexo amistoso normal.

Sin embargo, evolucionaron y maduraron tanto en el vínculo que comparten mucha intimidad. Ojo, esto no quiere decir sexo, sino, más bien, que pueden acostarse en una cama sin que suceda nada. “Hay algo o algo anduvo dando vueltas, pero hay miedo al rechazo y todo queda en esa amistad. Hoy es difícil ponerse en pareja, no solo por las dificultades para relacionarse, sino también por toda la incertidumbre que nos rodea”, concluyó.

Los vínculos platónicos tienden a ser sin relaciones sexuales, pero hay excepciones

Son relaciones profundas, en donde se comparten casi todos los aspectos de la vida

 

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