Ocurrencias: todos votaron a San Cayetano

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

Todos votaron esta semana por San Cayetano. La gente está tan cansada de vivir a ras del suelo, que el 7 se encomendó al más allá en busca de alivio y esperanza. Fue un sufrido peregrinaje por los caminos dolientes de estos días. Una multitud rogó para que la imagen de este presbítero italiano, que se le conoce como Santo de la Providencia y Patrono del pan y del trabajo, arrime alguna ayuda a un país que necesita volver a apostar a la providencia, aunque -como decía aquel curita español- “los milagros existen, pero nunca suceden”.

La demanda de salvatajes y promesas ha crecido mucho en esta década y al pobre Cayetano no le alcanza su santidad para atender las urgencias de una comarca donde sobra la tristeza. Las rogativas han aumentado a la par del costo de vida y el desánimo. El pobre santo cada año recoge más desesperados que tratan de sobrevivir en una geografía donde los altos costos son parte de una tradición de gauchadas indexadas y galopeadas decepcionantes. Ahora que tenemos un sacerdote cuasi platense en los vestíbulos del Vaticano, la feligresía argenta se largó el 7 a la calle, más entusiasmada que nunca, aguardando que entre el Papa nacional y el nuevo ayudante de campo nos puedan sacar de zona de descenso. El pueblo, que está esperanzado en el renovado elenco de la sucursal romana del cielo, encontró en la veneración de San Cayetano una razón más para honrar a un religioso que esta vez, más allá del pedido de pan y trabajo, se topó con un rogativa extra: muchos de rodillas le pedían por más votos y no sacerdotales.

La multitud le pidió a Cayetano que pueda inspirar a los santos del cuarto oscuro

La demanda de salvatajes y promesas ha crecido mucho en esta década

La fiesta de mañana de la democracia y la peliaguda realidad nos exige invocar todos altares y no faltar a la cita de las urnas. Más allá de preferencias y desconfianzas, votar es más que un deber. Es cierto, hay una fila de santos de dudoso apostolado que aguardan que en el más allá los mártires se unan tras una misma oración y que eso sirva para que el criollo encuentre alguna ayuda celestial para un terruño que hace tiempo se quedó sin ángeles de la guarda. Pero darle la espalda a la consulta electoral no es un remedio ni una excusa. “¿Sos neutral contra quién?”, preguntó alguna vez Orson Welles, calificando sin querer a tantos indecisos que muestran algo de decepción y algo de indiferencia ladina.

Ahora que se habla y se discute si el Luis Miguel que fue tan aplaudido es el verdadero o se trata de un doble presentable y mejorado, muchos feligreses empezaron a pedir que algún doble de Cayetano salga de recorrida, aunque sea una imagen de última hora, una advocación hecha de apuro que se encargue de atender pedidos menores. La necesidad de creer en alguien se ha vuelto tan imperiosa, que hasta un doble de San Cayetano invita a ilusionarse a las puertas de una elección donde los dobleces abundan.

Procesiones, estampitas, promesas, oraciones, todas fueron el día 7 manifestaciones populares que buscaban guarecerse de un agosto acosado por la inflación y los balazos. Todas estas veneraciones dejaron ver el alcance ultraterrenal de una santidad que hace lo que puede ante un contexto ingrato y pedigüeño que parece agotar parábolas y promesas, aunque siempre queda algún verdor para seguir creyendo. Tenemos desde hace mucho una economía sostenida en súplicas, que va gateando de un prestamista a otro para poder darnos sobrevida. Y ojo que probamos todos los equipos y todas las tácticas: los que están, los que se fueron, los que fallaron y quieren volver. Aventuras malogradas. Como dice el sueco Gustafsson Lars: “Nunca avanzamos. Siempre empezamos de nuevo”.

El 7, la Iglesia se hizo respetar por todos, incluso los agnósticos buscaron el abrigo esperanzado de un santo al que desde hace cinco siglos se le viene pidiendo pan y trabajo. No son días para abandonar el poder de la providencia ni para darle la espalda a la democracia ni para andar desconfiando de este pobre San Cayetano, a quien la multitud lo ha convocado a un esfuerzo extra para ver si logra inspirar a los santos del cuarto oscuro, atajar este vendaval de pesares, acabar con la retórica de la violencia y empezar a vislumbrar un futuro venturoso que venga a remediar viejas carencias.

 

 

 

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