De los aplausos a los abucheos: la semana contradictoria de los reyes de España

Felipe VI y Letizia pasaron del “cielo”, en la entrega de los Premios Princesa de Asturias, al “infierno”, en la visita a Valencia, afectada por graves inundaciones

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Por VIRGINIA BLONDEAU

vivirbien@eldia.com

La versatilidad va con el cargo. Y el riesgo también. Eso ya lo sabemos pero nunca lo vimos tan palpable como en las últimas semanas en las que los reyes de España pasaron de los aplausos recibidos en Asturias a ser abucheados en Valencia.

Esta columna, sin ir más lejos, iba a centrarse en la gran fiesta que fue la entrega de los Premios Princesa de Asturias pero no podemos soslayar el feroz ataque que sufrieron Felipe y Letizia el domingo pasado cuando visitaron el escenario de una de las catástrofes naturales más tremendas de España.

Los premios, que se entregan en Oviedo todos los años a fines de octubre, tienen prestigio internacional. Fueron creados en 1981 y reconocen a personalidades que se han destacado en las ciencias, las artes, el deporte y la contribución a la sociedad.

Fue un acto emocionante porque el rey, Felipe VI, entregaba a su hija Leonor, princesa de Asturias, la presidencia de los actos. A partir del año que viene será ella quien se reúna con los jurados, diga el discurso y reciba a los premiados.

Joan Manuel Serrat, que recibió el premio a las Letras, cantó “Aquellas pequeñas cosas” y los discursos fueron sentidos y aplaudidos.

Pero, como siempre, también se habló de lo que llevaban puesto las damas. La reina Letizia sabe que la mirada frívola se posa en ella así que optó, con su atuendo, dar un mensaje. La moda circular es su bandera y, para asistir al concierto que da comienzo a los actos, lució un vestido de Roland Mouret en color azul, maxi y con drapeados. El vestido supera los 1000 dólares pero la reina no lo compró. Haciendo gala de austeridad, lo alquiló por la décima parte. Para el día de la entrega de premios, el acto principal de la semana, Letizia apostó a un vestido negro de Carolina Herrera con un volado tan estructurado y grande que si hubiera estado ventoso, habría salido volando. No es que fuera un mal atuendo sino que la crítica se centró en que le quitó protagonismo a los dos personajes principales de la familia: el rey y la princesa de Asturias.

Los reyes, en la entrega de premios / Web

Nadie podía prever que tan solo una semana más tarde de haberse paseado por la alfombra roja de los premios y de haber sido objeto de análisis por sus looks y discursos, desfilarían por la calle fangosa de un pueblo valenciano y recibirían en lugar de flores, barro.

El martes 29 de octubre cayó en la provincia de Valencia una lluvia torrencial nunca vista. Los ríos que se desbordaron y las represas que no resistieron provocaron inundaciones en varios pueblos valencianos cuyos habitantes perdieron absolutamente todo. Tifones y tormentas eléctricas dejaron a la gente sin luz y sin agua y ya hay más de 200 muertos y cientos de desaparecidos.

Justamente ese día el presidente del gobierno español estaba de visita oficial en la India de modo que se hizo cargo de dirigir los primeros auxilios el presidente de la comunidad valenciana. Hubo tira y afloje porque ambos pertenecen a distintos partidos y la ayuda que llegó fue escasa y desorganizada.

El rey y la reina, según los medios, querían visitar a los damnificados inmediatamente pero la constitución determina que no pueden realizar acciones de esta naturaleza sin ser acompañados por alguien del gobierno. Finalmente, reyes y gobierno, fueron a Valencia el recién el domingo.

No fueron bien recibidos. La gente los insultó, les tiró piedras, palos y barro. Y los tres reaccionaron de forma diferente. La prensa española destacó que, mientras que el presidente del gobierno fue sacado por sus custodios y se metió en uno de los autos, Letizia y Felipe enfrentaron a la gente que, con justa razón, estaba indignada. Nunca se vio que un rey pusiera tanto el cuerpo. Ellos, que no dan jamás una entrevista, fueron interpelados por el pueblo. Letizia no soportó la presión y se largó a llorar. No se mostró débil sino vulnerable. El rey se mostró empático pero firme en sus convicciones democráticas ante quienes reclamaban el típico pedido ante la desesperación de “que se vayan todos”. Fue una vista confusa. Necesaria para unos, contraproducente para otros. Sin embargo, Felipe VI salió airoso.

Se supo el jueves pasado, además, que, mientras el gobierno nacional y el provincial, discutían acerca de que ejército debían mandar, el rey había enviado las tropas de la Guardia Real y de su propio servicio de seguridad, las únicas sobre las que tiene poder directo, para que colaboren en las tareas de rescate.

 

Los reyes no fueron bien recibidos en Valencia. Los insultaron y les tiraron piedras

 

La pareja real, además, suspendió todos las actividades para para dedicar los esfuerzos a las víctimas de las inundaciones. No se descarta que vuelvan a las calles de Valencia y ahora, tal vez, no sean recibidos con barro. Tampoco con flores pero afrontar los errores, escuchar, abrazar, comprender siempre es el camino. Para eso sirve un rey.

Al cierre de esta edición persistían los trabajos en las zonas afectadas pero ningún funcionario se había vuelto a acercar.

Las palabras que Joan Manuel Serrat dijo al recibir el premio Princesa de Asturias y que transcribimos a continuación son premonitorias y hablan, precisamente, de altura y de bajezas. Ojalá hayan aprendido la lección y haya, en el futuro, más de las primeras que de las segundas.

“Creo en la tolerancia. Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente.

Creo en la libertad, la justicia y la democracia. Valores que van de la mano o no lo son.

Tal vez por eso no me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e insolidario donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio.

No me gusta ser testigo de atrocidades sin unánimes y contundentes respuestas”.

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