La electricista que quiere ganarle a los prejuicios
Edición Impresa | 25 de Febrero de 2024 | 04:35

Día a día muchas personas deben enfrentarse a los prejuicios. En la calle, dentro de sus propias familias y en el trabajo. Estos preconceptos no son fáciles de sortear pero hay quienes siguen luchando. Fanny Poma es la primera electricista matriculada de la Ciudad que intenta hacerse un lugar en una profesión históricamente masculina.
Fanny hizo de todo en su vida. Trabajó como empleada de comercio, integró el cuerpo de bomberos voluntarios, se desempeñó como acompañante terapéutica y ahora desde hace unos años exhibe el título que siempre quiso tener: electricista matriculada.
“La electricidad fue mi pasión desde muy chica, pero al igual que ocurre con la mecánica, circula el prejuicio de que es algo para varones. Por eso y por cuestiones de la vida terminé estudiando recién a los 42 años”, relató la vecina de Barrio Hipódromo que en su juventud fue bombera: “Mi especialidad era paramédica rescatista. Trabajaba de lunes a viernes en un comercio y los fines de semana me iba al cuartel para las guardias de 48 horas”.
En esa época estudió marketing, al trabajar en ventas era un rubro que ya conocía y que de alguna manera le posibilitaba una buena salida laboral. “En ese momento elegí esa carrera solamente por cuestiones económicas, porque siempre quise ser electricista, pero entonces cuando mi mamá se enfermó dejé la universidad para cuidarla”, expresó la mujer que para poder ayudar a su madre se capacitó como acompañante terapéutica, profesión que aún ejerce.
Fue gracias a su trabajo como terapeuta que pudo finalmente costear sus estudios de electricidad en el Centro de Formación Profesional 407, que si bien es público y gratuito “lo que era caro eran las herramientas”, sostuvo.
Sola en un mundo de hombres
Tuvo que esperar hasta después de los 40 años para dejar de postergar su sueño y comenzar a estudiar electricidad. Cuando empezó eran más de 40 alumnos, todos hombres y tres mujeres, con el tiempo las otras dejaron y quedó sola.
“A mis compañeros les llamó la atención mi presencia, por ser mujer y por mi edad, pero como estoy muy acostumbrada a trabajar con varones siempre me puse a la par de ellos. Nunca tuve privilegios, ni los quise”, expresó la electricista que durante los dos años que duró su formación asistió a clases con sumo interés “cada vez que el profesor preguntaba algo o pedía voluntarios yo me ofrecía” y eso fue lo que hizo que se ganara el respeto de todos.
El problema llegó después, una vez que se recibió se topó con el machismo de una sociedad que aún parece no estar preparada para una electricista mujer. “Me publicito como electricista pero no pongo mi nombre ni mi género. Entonces, me llaman, paso presupuesto y cuando me ven me dicen que no. Me ha pasado de llegar a un lugar y que al abrirme me pregunten ‘¿cuando viene el electricista?’ De cada diez personas que consultan nueve me dicen que no”, se lamentó Fanny.
Fue por eso que decidió hacer el trámite para la matrícula, “de mis compañeros del curso muy pocos la hicieron, porque para ellos no es necesario. Yo ahorré durante un año y medio para poder tramitarla y cuando fui a hacerla me enteré que era la primera mujer en hacerlo” expresó.
Ahora Fanny aguarda la llegada de su credencial habilitante, la que espera que le abra más puertas y le facilite el camino en este rubro preponderantemente masculino.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE