Hace un siglo, Punta Lara perdía brillo ante el poder del petróleo
Edición Impresa | 4 de Febrero de 2024 | 02:57

“Con los calores del verano quién no pensaba en las playas de Punta Lara y toda la zona por aquellos años de la ciudad de La Plata recién nacida”, se pregunta el investigador en temas de la historia de la Ciudad Roberto Abrodos y en uno de los trabajos responde que también lo pensó alguien sin tanta urgencia por el fresco de una tarde: “Desde Uruguay, Francisco Piria que ya había realizado su gran obra en el Piriápolis demostrando su capacidad empresarial y su visión para los negocios, había puesto ya sus ojos en la otra orilla argentina”.
La idea encontró a una ciudad que, desde su etapa posfundacional, había generado una significativa colonia de uruguayos, sostiene el investigador y grafica: el Censo de 1909 indicaba que sólo eran superados por italianos y españoles.
En 1925, el empresario compró la estancia “Villa Elisa” y se quedó con cinco mil hectáreas colindantes al casco urbano de La Plata y la costa bañada por el Río de la Plata donde Luis Castells (hijo) levantó su palacio en 1907, a sólo 50 kilómetros de Buenos Aires, indica Abrodos y sigue con la historia del balneario: “Las tierras de Piria, se hallaban comprendidas en el variado territorio que mediaba entre Buenos Aires y La Plata y era, sin duda, una importante idea comercial replicar la Piriápolis uruguaya en nuestras costas. Pero la situación ambiental tuvo mucho que ver para que las ideas de Piria comenzaran a opacarse”.
Según el estudio, “en 1925 quedó inaugurada la Destilería de Petróleo y con ella un factor de progreso que proveyó de importantes fuentes de trabajo aunque a un costo que por entonces nadie llegó a comprender. El puerto de La Plata, por los desechos de petróleo fue convertido en puerto de inflamables y la posibilidad de diversificar sus actividades se redujeron en la medida en que se acentuaba su carácter de vaciadero, ya sea por recibir los detritus de la metrópolis y la contaminación de las aguas”.
El cuadro, “fue un impensado llamado de alerta” y Piria “desmontó un negocio de dudosa confiabilidad”.
El 11 de diciembre de 1933 falleció Piria y “sus descendientes en la otra orilla del Río de La Plata iniciaron sucesivos loteos a muy bajo costo en Punta Lara y donaron a las autoridades provinciales el viejo Palacio de Castells, el hoy ruinoso Piria, con la condición de que sirva de Residencia del Gobernador”, cuenta.
Según avanza con su trabajo, en 1929 el municipio de La Plata planteó la construcción de un balneario en Punta Lara. “Nadie razonable podía tomar en serio el compromiso de que el Gobernador residiría, cuando menos temporariamente, en medio de una selva marginal, inundable, con playas bañadas por aguas empetroladas y residuos orgánicos. Finalmente, el palacio Piria fue utilizado como Instituto de Menores”, detalla el investigador.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE