La dramática caída de la venta de remedios, a partir de las subas en los precios
Edición Impresa | 16 de Marzo de 2024 | 01:03

Hace cuatro meses se señaló en esta columna que los medicamentos estaban demasiado caros para la población y ahora acaba de informarse que, en ese lapso que corre hasta la fecha, duplicaron su valor, tal como lo señaló en las últimas horas la Confederación Farmacéutica Argentina. La entidad advirtió sobre el dramático impacto que implica la imposibilidad para muchas personas de acceder a ellos.
Tras la caída en la venta que se había registrado a fines de diciembre de 2023. Ya en los últimos años y de la mano de una inflación que no daba tregua, se trató en diversas ocasiones en esta columna el valor de los medicamentos en nuestro país, que no dejaba de crecer. Ese problema recrudeció a lo largo de 2023 con subas que registraron hasta un 320 por ciento en algunos remedios.
“Si tomamos los últimos cuatro meses, el aumento en el precio de los medicamentos es más del 100 por ciento, algo que obviamente está impactando sobre el consumo de la gente”, afirmó el presidente de la COFA.
Entre los fármacos que más dejaron de venderse con respecto a 2022, la entidad había realizado un listado de esos medicamentos, figurando entre ellos los destinados a tratar afecciones del sistema respiratorio, que tuvieron una caída en las ventas cercana al 15 por ciento.
Asimismo cayó la demanda de antiinfecciosos sistémicos, conocidos popularmente como antimicrobianos, que registraron una disminución del 13 por ciento en doce meses.
También se mencionó a los medicamentos relacionados con el sistema nervioso, desde analgésicos hasta psicofármacos, que sufrieron una caída del 7,21 por ciento.
Desde luego que en muchos rubros de la actividad económica se producen subas que resultan llamativas por su magnitud. El caso de los alimentos es el que más golpea a la población, aún cuando resultan asimismo casi imposibles de absorber los que se presentan en la construcción, el sector de los repuestos y muchas otras áreas afectadas por una fórmula que parece insaciable a la hora de fijar la formación de precios.
Pero resulta especialmente penoso que los medicamentos se hayan convertido en productos demasiado caros para el ingreso promedio de los habitantes, así se hable de personas afiliadas a una obra social y, mucho más, de quienes no cuentan con una mutual que les haga accesible la compra de remedios.
El derecho a la salud no puede verse retaceado y es aquí donde debiera verse la presencia del Estado, en su rol de garante de que toda la población pueda acceder a los medicamentos, extremando esfuerzos en la búsqueda de acuerdos. Son las autoridades sanitarias las que deben negociar con los operadores de salud para encontrarle una salida al problema.
Por su parte, el mercado debiera permitir que los habitantes tengan, disponibles y a precios razonables, los medicamentos que su estado de salud reclama. Como en las anteriores ocasiones, el problema está planteado y no debe perderse tiempo en hallar las soluciones.
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