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La Ciudad |La ola llegó a La Plata

K-pop: mucho más que música y furor por lo coreano

Grupos de fandancers ensayan coreografías en Plaza Moreno. Los fanáticos organizan eventos para escuchar a los principales grupos. Y el gusto por la cultura surcoreana se transmite a las series, el cine y la comida. Revelaciones de un fenómeno en auge

K-pop: mucho más que música y furor por lo coreano

En el corazón de La Plata. Fandancers ensayan sus coreografías en Plaza Moreno, para participar en eventos

Alejandra Castillo

Alejandra Castillo
acastillo@eldia.com

14 de Abril de 2024 | 03:31
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Son 19.473 los kilómetros que nos separan de Corea del Sur, un país que 70 años después de ser devastado por una guerra tiene la decimosegunda economía del mundo y costumbres bien distintas a las nuestras. Por ejemplo, por allí creen que si tocás una mariposa y después los ojos te quedás ciego; consideran al 4 como número de la mala suerte (se pronuncia parecido a la palabra muerte) y por eso lo reemplazaron en los edificios por la letra F; y a la hora de conocer a una persona lo que más les interesa es saber su tipo de sangre. Pese a éstas y tantas otras diferencias, por no mencionar el idioma, crece en Argentina un fenómeno cultural ligado a la música, al cine, los videojuegos y la gastronomía coreanos, que tiene como principal mascarón de proa al k-pop (del inglés “Korean pop”), un género musical que aporta más de 10 mil millones de dólares a la economía surcoreana y es uno de los bastiones de su marca país de exportación.

Pieri Azuki (27) vivía todavía en Perú cuando escuchó k-pop por primera vez. “Fue en 2012, tenía 15 años y veía un k-drama con mi prima”, cuenta; quiso saber más sobre los actores y supo que eran cantantes, con sus propios grupos musicales. Fue un camino de ida.Corea del Sur domina el mercado del entretenimiento en Asia desde hace más de una década, con una tasa de crecimiento anual superior al 10% en las exportaciones de sus productos musicales y televisivos con los k-dramas.

Cuando Pieri se mudó a La Plata para estudiar y reunirse con su madre, radicada ya en nuestra ciudad, se puso en contacto con fans del género locales. “El k-pop es mi estilo de música, pero también lo que me conecta con temas de conversación y amistades”, revela.Desde la cuenta @kpoplpcity organizan distintos eventos, como el que hicieron el 30 de marzo pasado en una cafetería manga de la zona de los tribunales, por el sexto aniversario de una banda; o el que tienen programado para el 27 de abril, en el mismo sitio. En octubre del 2023, a propósito de Halloween, el punto de encuentro fue Plaza Moreno, donde hubo juegos, “random dance”, desfile de disfraces, sorteos y concurso de fandancers, que son jóvenes que integran grupos para replicar las coreografías de las estrellas coreanas. En nuestra ciudad suelen reunirse los fines de semana a ensayar en Plaza Moreno.

“En La Plata hay mucho movimiento”, reconoce Pieri, quien de la mano de la música se interesó también por las bebidas y comidas, algunas de las cuales ha probado en bares o restaurantes porteños. “En política no nos metemos”, aclara, y desmiente que el k-pop sea asunto de jóvenes: “En este mundo hay personas de todas las edades”, asegura.

El término Hallyu refiere a la llamada ola coreana, que impactó primero en los países vecinos, después de que Corea estableció relaciones diplomáticas con China en la década del 90, y avanzó con todo hacia occidente. Fue notorio hace un par de años con la serie El juego del calamar, que se convirtió en la más vista en la historia de Netflix, casi sin difusión.

Xoana Bonetti (36) empezó a escuchar k-pop en 2010. Fanática de la cultura japonesa, un día empezó a ver un video que creyó de ese país, pero resultó coreano. “Salté a Facebook, me uní a un grupo K-pop de Argentina y eso generó una comunidad. Al principio éramos 50 personas que nos juntábamos en lugares públicos”, recuerda. El primer encuentro multitudinario de k-pop en el país se realizó a mediados de 2011 en el Planetario porteño, aunque el fenómeno se hizo realmente masivo con el Gangnam Style, el videoclip creado por PSY, que en una década sumó más de 5000 millones de reproducciones en YouTube. “Fue bizarro ver cómo se volvía viral algo que yo seguía desde hacía un tiempo”, reconoce Xoana, “y esa fama se contagió a otros grupos como BTS, que estalló en 2015”. BTS (considerados algo así como los Beatles en su país) factura anualmente unos cinco mil millones de dólares, casi el 0,5% del PBI de Corea del Sur.La masividad es de los grupos, aunque los fanáticos de la cultura coreana escuchan también a músicos solistas, muchos de los cuales pertenecieron a esas bandas. “Los solistas son, en general, de consumo interno, mientras que lo grupal es de exportación”, detalla Bonetti; “lo diseñan para gustar en occidente”.

GENERACIONES Y OCCIDENTALIZACIÓN

El mundo del k-pop está marcado por cuatro generaciones, que son como olas o etapas, desde 1990 hasta ahora. Hay quienes hablan de que la etapa actual es de transición hacia una quinta generación. “Los de la segunda generación, que yo empecé a escuchar, no estaban tan ‘diseñados’ para gustar en occidente, como sí sucede con los contemporáneos”, refiere Bonetti, aludiendo a que hay idols que ni siquiera son coreanos: “He escuchado canciones totalmente en inglés. Lo entiendo como mecanismo de marketing, pero resulta chocante”.Lo cierto es que el K-pop traspasó las fronteras por su mix de sonidos (fusionan distintos estilos musicales), en combinación con coreografías perfectas y llamativas puestas en escena, donde resaltan la moda, el color y el estilo. No dejan nada librado al azar.“Lo distinguía en su momento que era muy llamativo y refrescante”, admite Bonetti, “yo venía de escuchar los Backstreet Boys y me encontré con Súper Junior, donde había mucho de todo. Las canciones también eran poderosas y el sonido potente”. Las letras suelen enfocarse en los sentimientos y la cotidaneidad de los jóvenes.

“Cuando la música se volvió un bien exportable para salir de la crisis”, explica Xoana, quedó bajo la lupa de las autoridades, porque era un reflejo del país y les preocupaba cómo se los veía. Dicho de otro modo, en muchos casos aplicaron censura. Y esa usina generó también ingresos por turismo. “El k-pop mueve multitudes”, resume esta analista funcional que dice haber pasado por distintas etapas en este gusto por lo coreano: “Escribí fanfics, fui fandancer, fui a eventos y en 2011 empecé a aprender el idioma”, además de haber configurado su principal grupo de amigos en torno a esta cultura. Xoana vive en Merlo y trabaja en CABA.

“Empezás consumiendo la música y después consumís todo”, coincide Florencia Zanardi, 38 años, una empleada de Aerolíneas Argentinas que arrancó a escuchar k-pop en 2008 y no tardó en saltar “a las novelas coreanas, después al cine y también a la comida, porque querés saber qué gusto tiene eso que estás viendo”. A Florencia le atrajo toda la cultura de Corea del Sur, lo que la impulsó a estudiar sus procesos históricos y trazar ciertos paralelismos con nuestro país. Y suma: “En Argentina el Centro Cultural Coreano hizo mucho para difundir la música y facilitar el acceso a lo asiático en general”, lo cual no resulta nada fácil en un país que debe superar muchos estigmas, como aquel de que “son todos chinos y todos iguales”, apunta Florencia. Sí hay un territorio por el que deambula, o deambuló, el fandom del k-pop: “Las primeras fans venían del lado japonés por consumir animé; o porque escuchaban música japonesa y descubrían que el artista era coreano”. Es que cuando este tipo de música se expandió en Asia cantaban las canciones en distintos idiomas, para captar mercados.

La industrialización del k-pop tiene a BTS, Blackpink, Stray Kids y EXO como sus principales referentes

El k-pop no deja de ser pop, lo que tiene de diferente es la industria que hay detrás, sobre la base de aquello que funcionó bien en todo occidente en la década del ’90: las boybands o girlbands”, explica Zanardi. Como sucede aquí con los futbolistas, las agencias detectan chicos o chicas con talento para cantar, bailar o actuar y los captan para formarlos en la disciplina del entretenimiento, bajo el concepto de training.

“Generan una banda en la que cada uno tiene un rol particular y la hacen debutar, esperando la respuesta o empatía con el público. Por eso es una industria; por el proceso”, resalta Florencia. Y las redes sociales juegan un rol clave. Los principales videos reciben, en promedio, unos treinta millones de visitas, y las canciones más populares pueden superar los cincuenta millones. Quizá el K-pop no domine las ventas tradicionales, pero sus seguidores son incontables. Los BTS, por caso, tienen más de 5 millones sólo en X (ex Twitter).

Insiste Florencia en que “el k-pop de los 90 no tiene nada que ver con el actual. Cada generación dio un paso en la escalera para volverlo más global y occidentalizado”. Tanto, que algunas bandas cantan en español para ganar el mercado latino.

SENTIDO DE PERTENENCIa

Más allá del gusto por la música, la estética o la cultura coreana, la adhesión termina de ligar con el sentido de pertenencia, como sucede con otros fandoms. Si no recordemos a las swifties haciendo pulseritas para intercambiar en los shows de Taylor Swift. “Como fan tenés un nombre”, cuenta Florencia, “los de BTS son ARMY, los de Superjuniors, ELF, y cada banda tiene un color asignado, con un palito de luz y un diseño particular”. Esos códigos se despliegan cada vez que un grupo hace un comeback, como se le denomina a la presentación de un disco o tema nuevo.

“Con el tiempo pasás del fanatismo al gusto musical. Yo escucho de todo. Me gusta la música lenta, boleros, OST (soundtrack) de k-dramas y artistas específicamente coreanos de hip hop o rock”, explica Florencia, consumidora también de las novelas de ese país.Las principales plataformas de streaming se subieron a la ola: se nutren de la gran producción audiovisual de Corea del Sur, la más importante de la región, y ofrecen comedias, novelas, series, cine catástrofe, ciencia ficción y policiales, con propuestas que se renuevan todos los meses.

El dato
El K-pop moderno surgió con el debut del grupo Seo Taiji and Boys en 1992, conocidos por incorporar en sus canciones géneros de la música occidental como el rap, hip-hop, rock, jazz, la electrónica y tecno.

 

 

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Xoana Bonetti

Florencia Zanardi. Consume música coreana de distintos estilos y novelas de ese país, por “la variedad de contenido”

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