Sigue el “piedra libre” para que los menores puedan delinquir en nuestra ciudad
Edición Impresa | 15 de Agosto de 2024 | 04:16

Que desde 2022 dos menores de edad, conocidos en el mundo policial como los “hermanos Macana” hayan sido arrestados y vueltos a liberar como responsables de sesenta robos y otros delitos -en una trayectoria también mechada por fugas de institutos y comisarías- habla por si solo de cierto grado de ineficacia del sistema de seguridad que funciona en nuestra zona para proteger a la población.
A la vez, esa suerte de penosa evidencia acentúa la necesidad de que nuestro país encare de una vez por todas el arduo tema de la inimputabilidad penal de muchísimos menores formados para delinquir por ambientes familiares y sociales despojados de recursos educativos e inducidos por los adultos para que cometan delitos.
En el caso de estos menores, en abril pasado había sido detenido el “Macana mayor”, así conocido por ser el padre de los dos chicos, por una tentativa de homicidio. Esa persona, de 39 años edad y que ya contaba también con numerosas entradas en las comisarías, intentó robar una motocicleta y en el episodio ocurrido en marzo pasado en la zona de 119 y 77 hirió al dueño de un disparo, para darse a la fuga. Un mes después pudo ser detenido en plaza Rocha.
En tanto, anteanoche, el menor de los “Macana”, de 15 años de edad, fue detenido tras concretar robo en un domicilio ubicado en diagonal 79 y 117. Los dueños de la vivienda advirtieron su presencia, el menor ladrón se dio a la fuga perseguido por una de las víctimas y fue embestido por un vehículo, de tal modo que cayó y fue apresado. El chico contaba con un pedido de captura y se había fugado días antes de un instituto de seguridad de nuestra zona. El incidente concluyó con el traslado del menor al Hospital Gutiérrez para ser atendido por las lesiones sufridas y será trasladado ahora hacia otro instituto del área de Minoridad.
Se habla en este como en muchos otros casos de precoces delincuentes, muchos de los cuales actúan armados, carecen de conciencia sobre los valores que ponen en juego y son capaces también de matar, inducidos muchas veces no sólo por la droga sino por una “deformación” inicial de sus vidas privadas de todo rumbo moral.
Está claro que la sociedad y el Estado se encuentran desafiados por el fenómeno de la delincuencia juvenil. Nuestra ciudad se ve cada vez más acosada por la presencia de pandillas de menores especializadas en el robo piraña, integradas por chicos cuyas edades oscilan, generalmente, entre 8 y 16 años de edad. Ahora se dedica a atacar a escolares cuando llegan o se van de clase. Pero no se trata sólo de que cometen delitos de menor cuantía, sino que también algunos de ellos actúan en homicidios, robos violentos o asaltos a mano armada en perjuicio de vecinos y comerciantes.
Se informó acerca de que estaría en curso en el Congreso nacional un proyecto para analizar el tema de la inimputabilidad. Y el uso del condicional no deja de mostrar lo que viene ocurriendo hace muchos años: esto es el inconcebible e inexplicable desinterés de la clase política para hundir, de una vez por todas, las manos en este tema y extraer conclusiones que resulten válidas.
Hay ejemplos probados en países cercanos acerca de cómo resolvieron sin más, con racionalidad, la cuestión de la imputabilidad de los menores.
Mientras el Congreso se decida a tomar el toro por las astas, es de esperar que la Policía se encuentre presente, sobre todo en las zonas más críticas para evitar que se reiteren estos lamentables episodios. Si la Policía no actúa, la sociedad seguirá indefensa.
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