Descubren en Tandil una mina a cielo abierto con 7.500 años de antigüedad

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Antiguos cazadores-recolectores de la región pampeana explotaron a lo largo de 5.000 años, y hasta la llegada de los españoles, una cantera o mina a cielo abierto en la zona de Tandil, produciendo un paisaje de pozos y grandes “montañas” de desechos de rocas, según investigadores del CONICET en el Museo de Ciencias Naturales de Necochea.

El estudio se realizó en El Picadero, un sitio con una superficie equivalente a una cancha de fútbol cercano al paraje rural La Numancia, unos 55 km al sur de la ciudad de Tandil. Y revela una dinámica de explotación ininterrumpida de esa mina ancestral, sin precedente en el país, así como ilumina aspectos de la cultura de los antiguos habitantes de la región.

“Si bien ya se sabía que la zona había sido visitada por las sociedades cazadoras y recolectoras para explotar sus materias primas durante miles de años, fue sorprendente encontrar lugares en los que la gente organizó tareas tan intensivas de extracción y procesamiento de rocas”, explicaron a la Agencia CyTA-Leloir Mariano Colombo, doctor en Antropología, y Celeste Weitzel, doctora en Arqueología.

“Son los primeros registros que relatan una modificación humana del paisaje tan marcada. Además, indican la existencia de técnicas, herramientas, usos del cuerpo y aprendizajes muy específicos en relación con las tareas de canteo, así como estadías prolongadas en los lugares y una vinculación práctica y simbólica muy grande de las personas con las canteras y los espacios serranos”, agregaron.

El Picadero tiene características singulares por la magnitud, extensión en el tiempo y complejidad de las tareas de extracción, que se iniciaron recogiendo rocas de la superficie y siguió con la excavación de galerías. Esto dio lugar a inmensos apilamientos de desechos de las piedras, cuyas dimensiones exceden los 3.000 metros cuadrados en distintos sectores de las laderas o cimas de los cerros.

“Los datos indican que las actividades de excavación para extraer rocas se realizaron al menos desde el Holoceno medio [7.500 a 4.500 años atrás], momento en que el paisaje de la cantera se presentó ya plenamente modificado, con pozos de extracción de 1,25 metros de profundidad respecto del suelo actual y al menos 1,65 metros de la superficie original y, por tanto, generando una alteración del terreno con ondulaciones mucho más marcadas de las que se observa en la actualidad”, informaron Colombo y Weitzel.

La principal materia prima buscada en El Picadero y en la región eran ortocuarcitas, utilizadas por los pueblos cazadores y recolectores para la confección de herramientas para realizar tareas cotidianas como cortar plantas y carne, fabricar ropas, abrigos, refugios o armas de caza, apuntó Weitzel. Sin embargo, por sus cualidades (color, brillo) estas rocas también habrían tenido un “valor agregado” estético y simbólico, lo que justificó su extracción reiterada e intensiva a lo largo de milenios.

 

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