¿Quién prende fuego a la Amazonía brasileña?
Edición Impresa | 16 de Octubre de 2025 | 04:58

Juan Rojo es un viejo conocido de grandes terratenientes y pequeños ganaderos de la Amazonía brasileña. Es un amigo que les limpia el pasto, pero también un enemigo que destruye su tierra y los bosques, amenaza el futuro de su negocio y el de la mayor selva tropical del planeta. Juan Rojo es su nombre en la jerga local. Fuera se le conoce como el fuego.
La práctica está tan anclada en el modelo económico de la ganadería en la región que para muchos es muy difícil desistir.
Las llamas arrasaron en 2024 casi 18 millones de hectáreas de la Amazonía brasileña, atizadas por una inédita sequía vinculada al cambio climático.
Eso hizo que la deforestación, que el gobierno de Lula prometió erradicar para 2030, creciera 4% en la última medición de 12 meses hasta julio, un retroceso tras la caída de 30% del año anterior. Por primera vez ardió más bosque tropical que pasto. Pero la mayoría de los incendios partió de tierras ganaderas y se propagó a través de la vegetación seca.
Los ganaderos de Sao Félix lo vivieron de primera mano: el municipio registró el mayor número de focos de Brasil, más de 7.000. “El fuego es una forma barata de mantener el pasto. La mano de obra es cara, el pesticida es caro. Aquí no tenemos ningún financiamiento público”, explica bajo su sombrero de tela Antonio Carlos Batista, propietario de un rebaño de 900 cabezas.
“Un gran desafío”
En Amazonía, hoy “el gran desafío es la deforestación por incendios”, dice la ministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva.
Para invertir la tendencia son necesarios más bomberos, más sanciones y sobre todo un cambio de cultura, explican quienes conocen el tema en Amazonia y Brasilia.
En la Amazonía, las comunidades tradicionales y los pequeños productores utilizan el fuego de forma cultural. Pero son “sobre todo las grandes haciendas” que recurren a las llamas tanto para la deforestación como para renovar el pasto, sin olvidar a los mineros ilegales asegura Cristiane Mazzetti, coordinadora de bosques de Greenpeace Brasil. La Amazonía atraviesa este año una tregua, puesto que desde enero los incendios suman el menor número desde 1998, cuando iniciaron los registros.
Ane Alencar, directora científica del Instituto de Investigaciones Ambientales de la Amazonía, lo explica por una combinación de factores climáticos y humanos: “La sequía se mantiene en algunos lugares, pero llovió más espaciado porque nos encontramos en un año neutro, sin Niño ni Niña”.
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