La sombra de Alberto detrás de la carta de CFK y el quiebre que Kicillof evita sentenciar

José Picón

 

Axel Kicillof blanqueó ante funcionarios e intendentes su decisión de acelerar en la construcción de su candidatura presidencial. Es una definición trascendente, pero que no alcanza para terminar de generar coincidencias en su propia tropa. Un grupo nutrido le pide que esa decisión esté acompañada de un golpe sobre la mesa. Traducido: la ruptura total y definitiva con el kirchnerismo. El Gobernador, en cambio, prefiere seguir su propio camino, pero sin generar ese quiebre formal.

Apelando a una metáfora boxística, uno de los alcaldes que estuvo el viernes en la cumbre que se desarrolló en el Parque Pereyra lanzó, a modo de reflexión, que “Axel quiere ganar la pelea por puntos, pero muchos consideramos que al kirchnerismo hay que ganarle por nocaut”. En ese encuentro abundaron los reproches y críticas a la carta que escribió Cristina Kirchner, en la que responsabilizó a Kicillof por la derrota no sólo bonaerense sino además nacional.

De una u otra forma, los caminos se van bifurcando. En la Gobernación dicen no estar sorprendidos por las críticas de la ex presidenta al Gobernador. La filosa pluma de Cristina nunca emparentó a las figuras de Kicillof con Alberto Fernández, al que solía de vez en cuando zamarrear con misivas explosivas, pero la asociación resulta inevitable.

La sorpresiva derrota electoral del peronismo terminó por acelerar los tiempos. Cristina había subido un escalón en la pelea con Kicillof cuando lo llamó Judas durante una reunión con dirigentes ultra K hace ya varios meses. La carta de las últimas horas es la confirmación de que existe una relación quebrada, de muy difícil retorno.

Los reproches son cruzados. Desde el kicillofismo retrucan que el pronunciamiento de la ex presidente apunta a “no hacerse cargo del desastre electoral” que sufrió el peronismo en casi todo el país. “Además, la estrategia electoral de octubre en la Provincia fue toda de ella”, añaden.

Algunas fuentes cercanas a Kicillof escarban en la herida. “Menos mal que nos opusimos a que la campaña hiciera eje solamente en ´Cristina libre´ como quería La Cámpora”, recuerdan.

Pese a todo, Kicillof pretende hacer equilibrio sobre un terreno inestable. Busca escindir su gestión de su proyección nacional. Por eso, al menos hasta ahora, no estaría analizando pedirles la renuncia a los ministros que reportan al kirchnerismo duro. “Mientras no entorpezcan la gestión, siguen”, dicen en el Ejecutivo.

En el horizonte aparecen, además, las necesidades del propio Gobierno. El Gobernador necesita esta vez contar con Presupuesto para el año que viene, que incluya una ley Fiscal para poder subir algunos impuestos y la posibilidad de salir a tomar deuda. Requiere, para ese objetivo, contar con el respaldo del kirchnerismo duro y del massismo para no repetir el naufragio del año pasado.

“Esta vez no nos vamos a tirar encima de la granada. Si no quieren aprobarlo, que se lo digan a la gente y a los intendentes”, lanzan desde el Ejecutivo. Kicillof prepara un escenario inédito para presentar el proyecto: está invitando a jefes comunales, legisladores propios y de la oposición a un acto que se realizará mañana en la Gobernación que huele mucho a marcar la cancha y meter presión sobre la Legislatura.

Pero en el fondo, por sobre la estrategia discursiva y un intento de no generar olas, surge una pelea desatada y con escasas chances de retorno. Por ahora, los talibanes del kicillofismo no han logrado convencer al Gobernador de terminar esa relación de convivencia forzada con el kirchnerismo.

La conducción del PJ bonaerense es otro de los escenarios de batalla. Con todos los plazos vencidos para convocar a elecciones internas, Máximo Kirchner buscaría seguir al frente. Comenzó a trascender la posibilidad de que el jefe de La Cámpora impulse un llamado al congreso partidario para que lo ratifique en el cargo.

Varios intendentes del Movimiento Derecho al Futuro quieren dar esa batalla. Algunos creen que debe ser el propio Kicillof quien se ponga al frente. El Gobernador habilitó esa pelea, pero no piensa ser candidato a presidir el peronismo provincial.

Prefiere expandir su figura nacionalmente y ver con qué chances llega a la batalla de 2027. Por primera vez trasciende que parte de esa disputa pasará por empujar a un candidato de su espacio para su propia sucesión.

La Libertad Avanza espera agazapada. Bajo los reflectores de una victoria inesperada y sorprendente, ya deja correr algunos nombres para aquella disputa. Diego Santilli, cara visible del triunfo, es uno de ellos. El armador bonaerense de LLA, Sebastián Pareja, es otro que no descarta poner su nombre en la grilla. Hombre de Karina Milei, salió robustecido el domingo pasado tras recibir la descarga de fuego amigo por el aparatoso derrape de septiembre.

 

Panorama Bonaerense
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