Cuánto tienen que trabajar los repartidores: un informe revela el esfuerzo detrás de más de 450 pedidos al mes

Un reciente análisis de la Fundación Encuentro advierte la magnitud del desafío que enfrentan los repartidores de aplicaciones como Rappi o PedidosYa en Argentina: para cubrir la Canasta Básica Total (CBT) de un hogar tipo (cuatro personas), se necesitan realizar 461 pedidos por mes. 

¿Cómo se llegó a ese número?

El valor promedio por pedido, sin contar propinas, fue estimado en $2.553,6 durante septiembre de 2025, combinando los montos de Rappi y PedidosYa. 

La Fundación Encuentro definió un nuevo indicador: el “Coeficiente de Alcance del Pedido Promedio” (APP), que vincula lo que cobra un repartidor por entrega con el costo real de mantener un hogar. 

Según este indicador, para alcanzar el ingreso promedio individual del país hacen falta 344 entregas al mes. 

Otros umbrales son aún más reveladores: para cubrir solo la canasta básica alimentaria individual bastarían 67 pedidos, mientras que criar un bebé (según su cálculo de “canasta de crianza”) requiere 190 pedidos. 

Para asumir un alquiler medio en la Ciudad de Buenos Aires, un repartidor debería hacer unos 271 pedidos mensuales. 

Y para igualar el Salario Mínimo Vital y Móvil vigente, el estudio estima que se necesitarían 126 entregas por mes. 

Críticas y matices del informe

El índice no contempla costos operativos reales como combustible, mantenimiento de la moto o la bicicleta, comisiones de las apps ni retenciones fiscales, lo que puede subestimar el esfuerzo real. 

Tampoco incluye las propinas, un ingreso variable clave para muchos repartidores, ni otros beneficios adicionales que podrían modificar la ecuación. 

Desde la Fundación Encuentro aclaran que el APP no debe interpretarse como un “sueldo”, sino como una referencia del esfuerzo necesario para alcanzar diferentes umbrales económicos. 

Además, al usar promedios de Rappi y PedidosYa, el indicador puede ocultar diferencias locales importantes (ciudad vs. periferia, distintos medios de transporte, etc.). 

Este tipo de análisis visibiliza un aspecto estructural de la "gig economy": aunque trabajar para plataformas ofrece flexibilidad, no garantiza por sí sola ingresos sostenibles si los volúmenes de entrega que exige el umbral de subsistencia son tan altos. Muchos repartidores se encuentran en una situación precaria incluso cuando están constantemente conectados.

Además, el informe genera preguntas más amplias: ¿Debería regularse más este tipo de empleo? ¿Qué políticas laborales podrían aplicarse para proteger a quienes dependen de estas plataformas para subsistir?
 

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