Las “hormigas argentinas” conquistan territorios impensados
Edición Impresa | 8 de Noviembre de 2025 | 02:12
Las “hormigas argentinas” (Linepithema humile) nunca dejaron de sorprender a científicos y poblaciones. Lo que en un principio parecía un problema barrial se transformó en un fenómeno global. Desde que comenzaron a dispersarse por el mundo hacia 1890 escondidas en buques mercantes, en panes de tierra de plantas y en contenedores de mercadería, han colonizado ya todos los continentes, salvo la Antártida.
Ahora un trabajo de investigadores del Conicet publicado en la revista Diversity muestra que no sólo se expanden a través del comercio internacional sino que también avanzan hacia zonas cercanas a su área nativa aprovechando las condiciones creadas por los asentamientos humanos.
El ejemplo más llamativo se registró en 2019 en Bariloche, donde fueron halladas por primera vez a pesar del clima hostil.
El hallazgo de largos caminos de hormigas en una vereda del centro de la ciudad generó el alerta y de inmediato un grupo de ecólogas investigadoras del Conicet decidieron focalizar su atención en esta especie para diseñar su mapa.
“La hormiga argentina es una especie altamente invasora con una amplia distribución global. Sin embargo, la dinámica de su reciente expansión al sudoeste del país no estaba clara –explica Luis Calcaterra, investigador del Conicet en el IBBEA–. Nuestros resultados revelaron una fuerte expansión desde la Pampa hasta hábitats antropogénicos (urbanos y rurales), pero no naturales”.
¿Cómo logran instalarse en sitios tan adversos como la Patagonia, donde el frío y la aridez parecían una barrera natural? La respuesta está en la mano del hombre. “Invadieron lugares donde no estarían naturalmente si no fuese porque nosotros creamos asentamientos y luego una zona de cultivos aledaña. Hace 60 o 70 años se establecieron en el Valle de Río Negro y también en el Oeste de la Argentina, más que nada en viñedos”, detalla Calcaterra.
El problema no es su presencia en sí: no pican ni provocan alergias. El conflicto surge por su alianza con cochinillas y ácaros, como la cochinilla harinosa que transmite virus a la vid. “Las hormigas los consumen y a cambio las defienden de los predadores, lo que permite que aquellas se multipliquen más. Dañan las vides y también los cítricos”, explica el investigador.
Su éxito se explica por una combinación singular: colonias enormes con múltiples reinas, cooperación entre grupos y la capacidad de aprovechar refugios humanos con temperatura y humedad estables. Así, mientras en la intemperie patagónica apenas sobreviven, dentro de viviendas y ciudades prosperan.
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