La espiral de delincuencia dejó en jaque a una pareja

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El pánico se apoderó de una vivienda en la calle 28 entre 65 y 66, cuando en la oscuridad de la madrugada del domingo, una banda de delincuentes armados irrumpió brutalmente, sorprendiendo a un matrimonio que dormía plácidamente.

Eran las 2:30 de la mañana cuando la tranquilidad de la casa fue cortada violentamente. Un encapuchado, con arma en mano, se abalanzó sobre el dueño de casa y, con voz amenazante y entrecortada por la adrenalina, exigió: “¡Dame los dólares!”.

Sin darle tiempo a reaccionar, el hombre fue empujado hasta otra habitación, donde su esposa, aterrorizada, observaba impotente la escena.

Fue allí donde ambos vieron que no se trataba de un asalto improvisado: tres figuras sombrías se movían con precisión quirúrgica, como si cada paso estuviera fríamente calculado.

Mientras dos de los delincuentes revolvían la vivienda con exceso de adrenalina, un tercero, con una barreta de hierro de 30 centímetros, se mantuvo firme junto a la pareja, como un verdugo silencioso.

El presunto líder, con el rostro cubierto por un tapabocas y una gorra con visera, presionó a la víctima con otra exigencia escalofriante: “¡Vengo a buscar la plata de los alquileres!”.

La desesperación aumentaba con cada segundo que pasaba, mientras los intrusos despojaban la casa de sus pertenencias más valiosas.

El botín fue cuantioso: $20.000 pesos argentinos, alianzas de oro, alhajas y, para sellar su huida sin contratiempos, las llaves de la casa y del vehículo familiar.

El miedo escaló aún más cuando el matrimonio se dio cuenta de que los sujetos habían ingresado por una puerta trasera, un acceso que los ladrones parecían conocer a la perfección.

A pesar del terror vivido, las víctimas no sufrieron agresiones físicas, aunque el impacto emocional de la experiencia dejó secuelas visibles.

Ahora, la Policía trabaja contrarreloj revisando las imágenes de seguridad de la zona. Cada fotograma podría representar una pieza del rompecabezas que podría revelar la identidad de los autores de este siniestro golpe.

Si bien se habla de “robo al voleo”, para los investigadores la frialdad y la metodología aplicada dejan entrever que esta banda sería experta en ingresar a las casas para sembrar el terror y desaparecer sin dejar rastro.

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