Interrogantes sobre el verdadero poder de “la marca” La Libertad Avanza a nivel nacional
Edición Impresa | 20 de Abril de 2025 | 04:56

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com
Un interesante debate intramuros asoma en el oficialismo nacional respecto a la efectividad electoral de “la marca” La Libertad Avanza, entendida como el impacto del nombre por sí mismo y, desde lo visual, por el uso del color violeta, la imagen del águila con las alas desplegadas y demás detalles que el Gobierno hizo propios sobre todo a partir de la creación del partido a nivel nacional.
El reciente comicio en Santa Fe, donde se eligieron convencionales para reformar la Constitución provincial y a la vez se realizaron las Primarias para cargos municipales y comunales, relativizó bastante una máxima que se manejaba en buena parte del mileísmo: que la marca LLA es tan fuerte que cualquiera que la vista o la enarbole se beneficiará con la buena ponderación social que todavía tiene el presidente Javier Milei. Los libertarios salieron terceros en esa provincia, con un dato no menor: el PJ santafesino fue bastante dividido y eso favoreció tanto al oficialismo local como a los propios violetas.
Es cierto, es un parámetro muy particular lo sucedido en Santa Fe porque enfrente estaba el gobernador radical Maximiliano Pullaro, electo hace relativamente poco y que todavía goza de un crédito social enorme.
En todo caso, la experiencia santafesina sirvió para confirmar que lo de supremacía de la marca violeta, la idea de que porque Milei conserva respaldo popular a nivel nacional eso se derrama a escenarios sub-nacionales o locales casi sin importar el actor que encabece la oferta, no es una verdad absoluta.
En la provincia de Buenos Aires los libertarios parecen haber tomado nota y empiezan a reformular su estrategia electoral de cara a lo que viene, sobre todo a partir de la confirmación de que habrá dos turnos para votar: uno en septiembre con el capítulo de los cargos provinciales y municipales y otro a fines de octubre, cuando se elegirán diputados nacionales.
El peso de los rivales
Hay que decir que el impacto de la marca libertaria fue particularmente notable en la Provincia durante el primer año de gestión de Milei, que fue el del ajuste fuerte pero también el del usufructo del relato contra la casta. Eso dijeron todas las encuestas. Pero ahora, en un año electoral (el primer desafío del libertario en ese sentido desde que está en la Rosada) la “realpolitik” empezó a jugar. Y la efectividad de la marca violeta ya depende de otras cosas. Por ejemplo, de quién esté del otro lado en el duelo electoral.
El desdoblamiento bonaerense supone que habrá ochos duelos electorales sub-provinciales porque son ocho las secciones de la Provincia que elegirán representantes a la Legislatura. Los armadores libertarios ya saben que no podrán aplicar la misma receta en todas partes. Lo mismo pasa a nivel distrital. En algunos lugares, por ejemplo, les podría convenir llevar un candidato hasta ahora más relacionado con el PRO que con el purismo violeta porque tal vez esté mejor posicionado que el referente local de LLA, se analiza en ciertos búnkeres.
Un ejemplo hipotético: ¿que pasaría si el PJ decide, como se comenta a modo de rumor, que Sergio Massa sea el primer candidato a legislador provincial del espacio por la Primera Sección Electoral (Norte del Conurbano)? Eso obligaría al gobierno de Milei a jugar a alguien con peso político propio; esto es, que sea el personaje el que le aporte a la marca y no al revés. Acaso el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, ex macrista puro hoy mileísta, sea la opción porque no existe en esa zona un libertario puro e histórico con el bagaje suficiente. Simplemente porque hasta hace dos años el espacio que hoy gobierna el país no existía.
No es una verdad absoluta
Así, jugar a fondo con la marca o no hacerlo dependerá de cada realidad seccional o distrital. Ya dejó de ser, digamos, una verdad absoluta y abarcativa a todo el escenario bonaerense como lo evidenciaban hasta hace poco trabajos de campos siempre relativos, según analizaban ante este diario fuentes del espacio libertario. Que, en Buenos Aires, responden al armador mileísta Sebastián Pareja, cercano a Karina Milei.
Por cierto, el martes próximo La Libertad Avanza a nivel provincial celebrará un Congreso partidario en un reconocido salón de La Plata. Se supone que estará el presidente Milei para cerrarlo. ¿Se debatirá este tema en los paneles previos? Si se da, eso hablaría de un reconocimiento en la cúpula oficialista de la falibilidad de la idea que ha venido trabajando la secretaria general de la Presidencia desde que se puso al hombro el armado de la estructura nacional de LLA y que coloquialmente podría traducirse así: cualquiera con el color violeta gana.
“Devaluación” de las marcas
Para el politólogo Daniel Montoya, los “outsiders” -como lo fue Milei en 2023- son la marca electoral en sí misma, casi un atributo personal. “Durante el kirchnerismo, ellos decían ‘El candidato es el proyecto’. Luego, en el macrismo, era ‘El candidato es el equipo’, lo que hizo que Esteban Bullrich le ganara a Cristina Kirchner por el Senado por ejemplo. Esas eran las marcas que te hacían ganar hasta al perro Pluto. Pero hoy parecen estar más devaluadas o, en todo caso, puedan ser usadas con efectividad en lugares puntuales, no algo tan general”, analiza ante EL DIA.
Montoya cita lo que pasó el fin de semana anterior en Rosario, justamente en la elección santafesina. En esa ciudad, a contramano de lo que pasó a nivel provincial, se impuso por unos cuatro puntos el libertario Juan Pedro Aleart, reconocido conductor del noticiero local cuyo nombre alcanzó trascendencia nacional -e incluso internacional- cuando el año pasado reveló ante cámaras que había sufrido abuso por parte de su padre y su tío en su niñez y adolescencia.
“En ese ejemplo la marca allí es Aleart, que es una personalidad destacada local, un influencer. En todo caso La Libertad Avanza se colgó de eso”, analiza Montoya que, con formatos pasados y distintos, recuerda que eso ya ha sucedido con personajes como Palito Ortega y Carlos Reutemann, en el menemismo, o con el actor Miguel del Sel con el macrismo, por nombrar sólo un puñado de “outsiders” históricos.
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