Juan Carlos Sábato

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Después de haber enfrentado largas dolencias, rodeado por el amor de su familia y de sus amigos, falleció el lunes pasado Juan Carlos Sábato, una personalidad de nuestra ciudad que se destacó en el campo de la arquitectura y que hasta su último momento transitó la vida con sobriedad y sin alardes.

Había nacido el 7 de noviembre de 1936 en La Plata, hijo de Juan Sábato y Teresa Bares Balansat. Su padre fue un reconocido especialista en política energética, cuya conducción ejerció en los más altos cargos nacionales durante las presidencias de Arturo Illia y Raúl Alfonsín.

Juan Carlos estudió en la Anexa, el Nacional y la facultad de Arquitectura de la UNLP, en donde se graduó en 1962 para destacarse pronto como profesional de renombre. Ganó por concurso cargos de importancia y luego desarrolló sus proyectos en África, en Venezuela y en otros lugares. Fue, además, un hombre preocupado por la suerte del país y no dejó de brindar sus aportes, siempre fundamentados.

La generación mayor de los Sábato, la de su padre Juan, que se integró originalmente en la ciudad de Rojas y fue una familia sacrificada, inteligente y provocadora, hija de un humilde inmigrante, se asentó luego en La Plata, Once varones fueron los Sábato, todo ellos destacados, empezando por Ernesto, el célebre escritor que fue el décimo. Entre ellos, además de Juan y Ernesto, gravitó también Arturo, funcionario del presidente Frondizi, que firmó los contratos petroleros. Pero luego, su hermano Juan los anularía en la gestión de Illia. Estuvieron veinte años distanciados y todo terminó en una reconciliación con abrazo.

La rebeldía, la honradez y la inteligencia fueron la marca familiar. En una entrevista con este diario dijo Juan Carlos: “Siempre hay un Sábato haciendo lío en algún lado”. Añadió que la estirpe Sábato se prolongó en Jorge, más conocido como Jorjón, hijo de Vicente, que fue ministro de Educación de Alfonsín y “uno de los mayores ideólogos del desarrollo tecnológico autónomo en la Argentina” y, entre otros, en Mario director de cine y televisión.

Casado con María Cristina García Pintos, tuvieron dos hijos y cinco nietos. Generoso, democrático, defensor de las instituciones, consecuente con sus amigos, cultor de la ética y la estética, Juan Carlos Sábato, en la calidez hogareña habrá recordado, acaso en sus últimos momentos, estos versos de Amado Nervo: “Amé, fui amado, el sol acarició mi faz/ vida, nada me debes, vida estamos en paz”.

 

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