“Es la economía, estúpido” y derrotas con mucho ruido
Edición Impresa | 19 de Mayo de 2025 | 03:20

La baja de la inflación y el dólar quieto fueron dos hechos fundamentales en la decisión de los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires de apoyar al candidato del presidente, Javier Milei.
Otro punto: todas las protestas, huelgas y manifestaciones callejeras quedaron enterradas ante un aluvión de fuerzas de seguridad, además de las que maneja el Gobierno central, como la Metropolitana.
El peronismo al que Leandro Santoro le dio matices diferentes a los del pasado, e inclusive presentes en otras jurisdicciones, no obtuvo un porcentaje mayor de votos que en la elección de 2023. A pesar de todos sus gestos, de haber evitado todos los símbolos del folclore peronista -principalmente kirchnerista-, el caudal electoral no alcanzó para una victoria histórica.
El radicalismo hizo la peor elección de su historia en la Ciudad de Buenos Aires. Perdió hasta el electorado más fiel al viejo partido, que dejó de representar ideas y formas de la basta clase media de la que durante tiempo logró un apoyo significativo.
Alarma el ausentismo
No puede ignorarse la escasa participación ciudadana en los comicios de ayer, y ello merecerá análisis de todos los políticos que de alguna manera recibieron un llamado de atención. Mucha gente no se sintió representada por ningún partido y no tenía la suficiente bronca contra el gobierno de Milei como para molestarse en hacer la cola para votar. Aparentemente no había motivaciones suficientes como para votar o líderes que interpretaran las inquietudes de grandes sectores que se manifestaron en defensa del presupuesto universitario, por ejemplo.
La esperanza de que la estabilidad económica se mantenga y que el dólar siga siendo barato fue el motor que impulsó a un conformismo tan silencioso como incomprendido. Pero la abstención electoral puede tener otros motivos, y entre ellos, el del desencanto con el sistema democrático o con la falta de respeto por el sistema de muchas de las fuerzas políticas.
Y en ese sentido, la ciudadanía puede tener un punto a favor: ninguno de los países que se desarrollaron y afirmaron un cierto bienestar general para su población lo hicieron mediante la vigencia de un sistema autoritario o dictatorial. Por el contrario, estos pueden haber competido en aspectos como el militar o el puramente tecnológico con las naciones democráticas, pero de ninguna manera, con la creación de un bienestar general garantizado por el respeto a las libertades individuales.
Sin embargo, vale la pena repetir, la baja de la inflación y el dólar quieto, fueron definitorios. Porque “¡es la economía, estúpido!”
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