Entre el duelo y la pasión

A través de Media Verónica, el autor invita a mirar hacia atrás y hacia adentro, a preguntarse qué hacemos con los afectos que no pudimos cerrar

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Verónica Rosenthal vuelve a sumergirse en el torbellino emocional de la pérdida, el deseo y los misterios del pasado. La quinta entrega de la saga creada por Sergio Olguín, titulada Media Verónica, no solo marca el regreso de una de las periodistas más intensas y complejas de la literatura policial argentina contemporánea, sino que confirma una vez más que el género negro, en manos de Olguín, no necesita cadáveres para hablar de la muerte, ni investigaciones policiales para desentrañar los enigmas que laten en los vínculos humanos.

La novela arranca en un tono íntimo y crepuscular: Aarón Rosenthal, padre de Verónica y figura fundamental en su vida, enfrenta una enfermedad terminal. Lejos de las redacciones, las persecuciones y los escándalos mediáticos, la protagonista se instala en un espacio de pausa, que parece suspendido en el tiempo, para acompañar a su padre en ese tramo final que siempre desacomoda, siempre duele, pero también revela. Y es en ese proceso, en ese cotidiano de hospital y recuerdos, donde el pasado emerge como una sombra que no busca asustar, sino ser visto.

Entre las confesiones de Aarón aparece una historia de amor del siglo pasado, tan marcada por el fuego de la militancia setentista como por la censura de las estructuras familiares castrenses. La mujer que marcó aquel tiempo desapareció sin dejar rastro, y lo que comienza como un simple relato nostálgico se vuelve para Verónica una inquietud existencial. Porque si hay algo que caracteriza a este personaje, desde La fragilidad de los cuerpos hasta hoy, es su imposibilidad de dejar preguntas sin responder.

Pero Media Verónica no es solo un reencuentro con las raíces. También es una novela sobre la posibilidad —o la necesidad— de volver a enamorarse cuando todo parece clausurado. La aparición de Manuel Cobos García, un médico andaluz que cruza el océano para atender a Aarón y termina envuelto en los vericuetos sentimentales de Verónica, introduce un nuevo matiz en la narrativa: la pasión como revulsivo, como contracara de la muerte, como puente entre un cuerpo que se va y un deseo que se despierta.

Olguín, con su prosa limpia y su pulso narrativo afilado, construye una historia donde el ritmo no está dado por la persecución, sino por las capas que se superponen en el alma de los personajes. La fuerza de Media Verónica no reside en un misterio a resolver, sino en una verdad que se acepta: que el amor, incluso cuando llega a destiempo, puede cambiarlo todo; que el dolor, incluso cuando se arrastra desde generaciones atrás, necesita ser dicho; y que las despedidas, por más inevitables que sean, también pueden ser un acto de amor.

Desde que irrumpió en la literatura policial argentina, Verónica Rosenthal fue una figura disruptiva. No solo por su tenacidad y autonomía, sino porque rompió con el molde de los detectives atormentados y los comisarios con pasado oscuro. Ella, periodista, judía, sexualmente libre, se convirtió en una heroína moderna, sin capa ni escudo, con contradicciones y fragilidades que no oculta, que expone incluso con rabia. Y esa autenticidad es lo que hace que tantos lectores se sigan encontrando en sus historias, no porque compartan sus decisiones, sino porque reconocen su honestidad.

Media Verónica
SERGIO OLGUÍN
Editorial: Alfaguara
Páginas: 448
Precio: $36.999
Media Verónica
Sergio Olguín

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