Un impacto al sistema político, que interpela al peronismo nacional

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La confirmación de la condena contra Cristina Kirchner y su próxima detención tienen un impacto directo sobre el sistema político argentino, que vive una situación inédita desde la vuelta de la democracia.

Cristina es, en los hechos, la principal líder de la oposición al gobierno libertario de Javier Milei, quien asiste a este momento como espectador. Ella será el primer expresidente -en este caso, hay que decirlo en femenino- en tener una condena firme por corrupción con dineros públicos sobre sus espaldas. Así, quedará afuera de la carrera electoral de este año. No podrá ser candidata porque, además de los seis años de cárcel, le pusieron la pena de inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos.

 

Argumentó que la decisión judicial es proscripción por su ideología y su condición de líder

 

Hay una tentación inicial de comparar su situación con la del fallecido Carlos Menem, detenido hace 24 años por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia acusado de integrar una asociación ilícita. No es lo mismo. El riojano fue preso -eligió una quinta del Conurbano para la domiciliaria- pero con prisión preventiva. Terminaría quedando libre por un fallo de la Corte Suprema de entonces, donde aún tenía prédica, porque aquel tribunal entendió que no estaba probado el delito mayor que le imputaban.

Pero Menem nunca tuvo condena firme. Es decir, ratificado por la Corte como última instancia como pasó con Cristina. De hecho, sería luego candidato presidencial en 2003 y senador nacional por La Rioja. Después de innumerables idas y venidas del expediente, murió sin la resolución final.

La prisión de Cristina interpela directamente al peronismo nacional, que hasta aquí no estaba monolíticamente encolumnado detrás de su liderazgo y es más bien una federación de partidos provinciales. Sobre todo porque la ex- mandataria, que ha sido la dirigente más gravitante de esa fuerza desde que falleció su esposo, se anticipó a lo que venía: plantó el argumento de que la decisión judicial es una proscripción por su ideología y su supuesta condición de líder popular y no la consecuencia de una extensa investigación penal sobre el direccionamiento de dinero público para beneficiar a amigos, que pasó por una veintena de mandatarios judiciales.

Ya se vio que el cristi-camporismo tomó ese argumento como bandera política, motor de movilizaciones que empezaron ayer con cortes de rutas y que acaso se vuelven más virulentas en la búsqueda de la confrontación directa en el espacio público.

En especial en la Provincia de Buenos Aires, donde iba a candidatearse Cristina, se usará como insumo de campaña en aquellos distritos y secciones electorales afines (la Tercera es una de ellas). Aún cuando eso signifique hablarle sólo a los propios, esa feligresía que ayer llegó a la desmesura de decir que con su detención “está en riesgo la democracia”.

La prisión inminente generó milagros. Como la aparición en redes -y en plan de solidaridad con Cristina- del exministro y candidato presidencial del PJ, Sergio Massa, que venía de un notable mutismo desde su derrota. Acaso ahora huela la oportunidad de ocupar el espacio que podría llegar a quedar vacante con la caída en desgracia de la dama. Si hasta habló Alberto Fernández, un cadáver político, que la sufrió muchísimo cuando ella fue su Vice. “Nunca me callé ante las injusticias”, dijo en forma teatral.

 

¿Qué harán los gobernadores del peronismo? ¿Comprarán esos argumentos?

 

Pero, ¿qué harán los gobernadores del peronismo? ¿Comprarán los argumentos de la falaz proscripción o en sus distritos, cuando haya que hacer campaña, si la victimización de Cristina no suma lo suficiente abordarán el tema muy de costado o lo sacarán de agenda?

¿Y la Confederación General del Trabajo (CGT), gremios tradicionales que durante años fueron ninguneados por el cristi-camporismo en las listas legislativas de postulantes del PJ? Más allá de declaraciones de ocasión de las primeras horas, ¿realmente llamarán a un paro general en protesta por la decisión de la Corte o terminarán siendo medidas de fuerza acotadas a los sindicatos más ligados a Cristina, que son los menos?

El llamado que hizo la propia Cristina a los militantes para movilizarse ante la inminencia del fallo supone la idea de lograr una especie de fenómeno de masas que meta presión en la política y en la Justicia. La configuración de una resistencia a su propia situación y, para afuera, al plan económico del gobierno, movida que hasta ahora no ha sido encabezada por nadie.

Las insinuaciones intramuros que se escuchaban ayer en el kirchnerismo respeto a la posibilidad de generar alguna semejanza con la situación que vivió Juan Domingo Perón, que sí estuvo proscripto por sus ideas y debió exiliarse, parece más una falta de respeto del entorno cristinista al tres veces presidente que una realidad posible.

Es que, en términos políticos, Cristina es más un fenómeno del Conurbano que una figura con amplio respaldo en todo el país. Por eso su idea de ir como candidata en el sur de esa geografía, donde hubiera tenido un triunfo casi asegurado aún para un cargo menor para ella -diputada provincial- si se mira su extensa trayectoria en el sector público.

 

Cristina Kirchner presa

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