Historias de familias platenses que “abrigan”
Edición Impresa | 8 de Junio de 2025 | 05:28

Las “familias de abrigo” cumplen un rol cada vez más relevante en la protección y el bienestar de niños que, por distintos motivos, no pueden vivir con sus padres. En la Ciudad, varias familias han asumido el compromiso de brindarles un hogar temporario y comparten sus experiencias con esta forma de cuidado.
Un grupo de voluntario de la “Comunidad Malú” - que abren las puertas de sus hogares a niños hasta 4 años en situación de riesgo - contó sus vivencias sobre el compromiso que implica ofrecer cuidado y contención a través de este sistema de tránsito.
El programa interviene en casos de niños que, por diferentes circunstancias, deben ser separados de su familia. Durante el proceso judicial —que no debería extenderse por más de seis meses— se opta por evitar su institucionalización, brindándoles la posibilidad de permanecer en un hogar temporario.
“Somos dos familias por cada chico, que nos alternamos en su cuidado. Está la mitad de la semana con cada uno y estamos coordinados durante el tiempo que dure el abrigo”, explicó Jenny Dillon, que hace tiempo forma parte del programa junto a su esposo Marcos Martín.
A diferencia de la adopción donde el proceso es definitivo, en este caso, durante la permanencia transitoria se define la situación del menor. “Puede ser que vuelva a su familia de origen o que se dicte la sentencia de adaptabilidad”, indicó.
La “Comunidad Malú” también tiene como particularidad su modalidad de funcionamiento, en el cual la tenencia transitoria es compartida entre dos familias, decisión que se adoptó, principalmente, para cuidar el apego emocional de los niños.
El objetivo, a su vez, es facilitar el cuidado entre los voluntarios. “La idea es que puedas descansar en otro grupo con el cual se comparte el ‘abrigo’ algunos días o si en el caso de que te surjan cosas para hacer”, comentó Leo Caballero, que también se sumó al programa junto a Cristian Argentino.
Ambos coincidieron en que su decisión de sumarse al voluntariado nació de una necesidad de cooperar. “Conocimos a Malú por una amiga que es abogada y nos pareció bueno poder ayudar. También teníamos la idea de poder adoptar en algún momento y esto de poder ir probando, cómo era convivir con una criatura en casa, también influyó en la decisión”.
Dillon y Martín también conocieron esta modalidad de “abrigo familiar” a través de una pareja amiga que habían adoptado dos hermanos que estaban bajo este sistema de tenencia transitoria.
Este tipo de respuesta es extendida a nivel global. Hasta tiene un punto de celebración en el calendario. El 31 de mayo se celebra el “Día Mundial del Acogimiento Familiar”.
Sobre su decisión, Dillon contó que “si bien nunca tuvimos la idea de adoptar, aunque nos quedamos con todos los que pasan, decidimos meternos en este programa y creo que es la función que mejor nos queda y la que más nos gusta”.
Otras de las cuestiones que se destacó del programa “Malú” es que también se tiene un concepto de familia amplio. “Como dijo Marcos en un momento. Nosotros somos dos varones abrigando, no encontramos ningún prejuicio. Recibimos un bebé de cuatro días y fue súper lindo”, expresó Caballero, que no dejó de reparar en la reacción de la sociedad: “En la calle, cuando salíamos con el cochecito, íbamos para todos lados, y no encontramos ninguna resistencia, mirada rara o crítica”.
Por su parte, Argentino consideró que “hay que romper un con eso de madre y padre. Se puede hacer esto siendo solo de a dos, de a uno. Con tener un lugar en tu casa, se puede hacer este programa de ‘abrigo’. Está muy bueno, para los chicos y para uno”.
Entre los miedos que surgen a la hora de tomar la decisión de tomar la custodia transitoria de un menor está el apego emocional. Los cuatro coincidieron en que en este caso se trata de “entender que lo importante son ellos y no uno”.
Martín comentó que, al ingresar al programa, uno suele pensar en sí mismo. “La realidad es que hay que centrarse en el niño. Toda la tarea que hacemos y que hace la comunidad es pensando en que somos un puente para hacerle esa conexión de querer solo facilitarle la vida. No dejarle ese vacío emocional de crecimiento”, destacó.
Caballero se sumó y agregó: “Lo importante es que ese chico tenga la vida de cualquier otro chico. Que sea feliz”.
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