La política fiscal, a velocidad crucero

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Por ISIDRO GUARDARUCCI

Economista de FIEL

Al analizar los grandes números acumulados en los primeros cuatro meses de cada año, se puede ver un considerable quiebre histórico en 2024, y el actual sostenimiento de esa dirección. Analizando la serie que arranca en 2015 (a valores de 2025 para realizar la comparación), se puede observar tanto la drástica reducción de gastos, como la reversión en el balance presupuestario. El resultado primario, si bien es algo menor que en el primer cuatrimestre del año pasado ($5,2 billones vs. $6,7 billones), sigue siendo sustancial.

Más aún, en el resto de la historia reciente únicamente se observan números positivos (modestos) en 2019. Por su parte, el resultado financiero (es decir, cuando al resultado primario se le restan además los pagos de intereses de deuda) es similar al del año pasado ($1,9 billones). Esto se ve motivado en parte por las emisiones de deuda recientes con intereses capitalizados, que reducen los pagos de servicios “arriba de la línea La desagregación de los distintos componentes de la ejecución presupuestaria refleja un aumento real modesto de los gastos primarios (casi 7%), algo por encima de un aumento, más modesto aún, de los ingresos.

Este desempeño era esperable toda vez que los gastos necesariamente iban a tener un rebote en este período, luego del abrupto descenso el pasado ejercicio. Es más, dado que gran parte del ajuste de 2024 se produjo durante los primeros meses del año y de la mano de una fuerte licuación de las partidas por el salto inflacionario, era esperable una recomposición posiblemente mayor. Si eso no sucedió, es porque la contención del gasto continúa siendo sostenida este año.

Entre los ingresos se destacan las fuertes recomposiciones del Impuesto a las Ganancias y las Contribuciones a la Seguridad Social. Impulsados por la reactivación económica y la dinámica salarial, respectivamente. Debe tenerse presente que, al comparar los montos acumulados a abril de cada año, la base de comparación en ambos tributos es particularmente baja. Tal es así que, aun el impuesto sobre los ingresos se encuentra casi 19% por debajo de lo que acumuló en el mismo período de 2023, mientras que los recursos contributivos están apenas por encima. En las caídas, se destaca especialmente la ausencia de los recursos del Impuesto PAIS, dentro del conjunto “Resto tributarios”.

En cuanto al gasto, se observan algunos aumentos. En especial se destaca (por su magnitud y por su variación relativa) el incremento en las jubilaciones en un 31%. Sosteniendo, no obstante, un ajuste con respecto a lo que representaban dos años atrás. También se destaca el aumento de la Asignación Universal para la Protección Social, cuyo incremento del 37,7% se suma a los aumentos reales de 2024, ubicando a esta línea del presupuesto más de un 50% por arriba de lo que registró hacia el final de la gestión Fernández.

Las transferencias a provincias muestran un significativo aumento porcentual, aunque desde niveles muy bajos (en el primer cuatrimestre del actual gobierno se habían recortado $3 de cada $4 erogados en este concepto), por lo que estos valores eran esperables. Por último, la inversión pública mostró aumentos, pero magros, cuando se tiene en cuenta la fuerte contracción de 2024.

DÓNDE SE REDUJO

En este contexto de recuperación de partidas de gasto generalizada se destacan algunas reducciones. En primer lugar, un conjunto grande de prestaciones sociales, traccionadas mayormente por planes sociales. En segundo lugar, los subsidios cayeron prácticamente a la mitad de los valores acumulados en igual período un año atrás, encabezados por los destinados al sector energético (con una caída de casi dos terceras partes).

Finalmente, los salarios tuvieron una reducción menor (4%), pero que se suma al ajuste del primer año de gobierno, producto de menores salarios reales y un fuerte recorte de plazas.

¿Qué se espera a futuro? En lo que sigue de 2025, es esperable que el superávit fiscal se mantenga. La evolución histórica reciente muestra que en los primeros cuatro meses del año suele realizarse un porcentaje de los ingresos que ronda el 32% del total anual (corregido por la inflación de cada mes), mientras que los gastos acumulan alrededor del 30%. No obstante, dado que el resultado se mide en moneda corriente y que, en cualquier caso, el balance será positivo, el efecto de la inflación permitirá ver un sostenido aumento en el resultado primario.

Debe tenerse presente que la política fiscal argentina se encuentra enmarcada en el acuerdo que tiene el país con el Fondo Monetario Internacional, en el cual el balance primario es una de las metas fijadas. En cualquier caso, esta meta es indicativa. Recién el balance de septiembre está asociado a una meta que debe cumplirse necesariamente para no romper el acuerdo. Para esa fecha, el superávit primario deberá alcanzar los $9,3 billones, algo que no parecería ser problemático a esta altura.

Luego de un primer año de una consolidación fiscal mayúscula, el segundo año parece sostener gran parte de los recortes. Veremos si los meses decisivos en materia electoral desvían el rumbo o si el ajuste continúa avanzando a velocidad crucero.

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