La economía pierde ritmo: caen el consumo, las ventas y la producción

La industria, la construcción y el comercio minorista muestran señales de estancamiento tras meses de recuperación. El enfriamiento de la demanda y la pérdida de competitividad externa golpean a sectores clave

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Esteban Pérez Fernández

eperezfernandez@eldia.com

La economía argentina comienza a mostrar un freno en los indicadores de actividad luego de un primer semestre marcado por la recuperación en términos interanuales. De acuerdo con un informe de la consultora Qualy, la industria, el comercio minorista y la construcción atraviesan un momento de enfriamiento, con caídas mensuales y señales de estancamiento en el corto plazo.

En junio, el Índice de Producción Industrial (IPI) manufacturero registró un crecimiento interanual del 9,3%, impulsado por un contexto de baja base de comparación. Sin embargo, la medición desestacionalizada mostró una caída del 1,2% respecto de mayo, lo que devuelve los niveles de producción a los observados en marzo, un mes flojo en términos de actividad. El acumulado del año se ubica un 12% por encima del mismo período de 2023, aunque con claras diferencias por sector.

El mayor aporte al crecimiento interanual lo realizó Alimentos y bebidas, que sumó 1,2 puntos porcentuales al índice general gracias a subsectores como carne vacuna, embutidos, vinos, lácteos, molienda de cereales, yerba e infusiones. No obstante, el acumulado anual de la división muestra retroceso, con solo dos ramas en alza: molienda de oleaginosas (+26,2%) y fiambres y embutidos (+5,1%). Vehículos automotores, autopartes y remolques también aportaron 1,2 puntos, con un salto del 29% interanual, mientras que Otros equipos, aparatos e instrumentos exhibieron un alza del 42,7%, empujada por la electrónica de consumo.

En el extremo opuesto, Productos de metal sufrió un retroceso del 18,2% interanual en su segmento para uso estructural, reflejando la falta de dinamismo en la construcción y en la producción de bienes durables. El primer semestre cerró 24% por debajo de 2023.

“La actividad económica ingresa al segundo semestre con expectativas negativas. Las ventas de junio y julio fueron menores a las esperadas, mostrando un amesetamiento de la recuperación de los meses de marzo y abril del EMAE, La devaluación no se trasladará a precios en gran medida por la débil demanda y la continuidad del ajuste tarifario de servicios públicos y transporte, mermando el salario real”, le dijo a este diario la economista Anastasia Daicich, directora de la consultora Qualy.

El sector automotriz fue uno de los más golpeados en julio. La producción alcanzó 37.112 unidades, un 16,5% menos que en igual mes del año anterior y un 13,4% menos que en junio. Las paradas técnicas de algunas terminales influyeron, pero el factor central es la pérdida de competitividad exportadora. La apreciación del peso frente al real brasileño encareció los vehículos argentinos, reduciendo su atractivo en el principal mercado de exportación. La cámara ADEFA reclama menor carga impositiva y un marco de incentivos para sostener la producción, señalando como error la no renovación de beneficios como la exención de retenciones a las exportaciones incrementales.

Mientras tanto, las ventas a concesionarios crecieron 51,9% interanual gracias a una mayor oferta y financiamiento, aunque buena parte de esa suba se explica por la presencia creciente de modelos importados. La apertura comercial y la reducción de impuestos abarataron los vehículos extranjeros, favoreciendo a los consumidores pero presionando a las terminales locales, que deben achicar márgenes para no perder mercado.

En la construcción, el panorama sigue condicionado por la ausencia de obra pública. Los despachos de cemento de julio cayeron 2,8% interanual, aunque crecieron 9,3% en la comparación con junio, lo que podría indicar un piso de actividad. Sin embargo, el Índice Construya, que mide la venta de insumos para la construcción privada, retrocedió 0,47% mensual desestacionalizado, frenando la recuperación que se observaba. La suba de tasas de interés también amenaza con frenar proyectos y limitar el acceso a financiamiento.

El comercio minorista PyME repitió en julio la tendencia negativa. Las ventas cayeron 2% interanual y 5,7% mensual desestacionalizado, acumulando tres meses consecutivos de baja. El saldo del año todavía es positivo (+7,6% en los primeros siete meses), pero se explica por la comparación con 2024, un año de baja actividad. La demanda se mantiene inestable y el consumo amesetado.

En las vacaciones de invierno, solo algunos rubros lograron números positivos: alimentos y bebidas (+0,4%), farmacia (+0,9%) y perfumería (+1,8%). Los bienes durables y no esenciales sufrieron las mayores caídas: bazar y decoración (-6,7%), indumentaria (-5,1%), calzado (-2,5%) y ferretería (-1,9%). La planificación del gasto y la prioridad por productos básicos marcaron el comportamiento del consumidor, mientras que el retroceso del poder adquisitivo obliga a los comerciantes a recurrir a promociones y financiamiento en cuotas.

A pesar del presente adverso, las encuestas de CAME revelan que casi la mitad de los comerciantes espera una mejora en el próximo año.

Sin embargo, crece el grupo que prevé un empeoramiento si no se recupera la demanda interna y no se estabilizan los factores que hoy condicionan la actividad.

La producción del sector automotriz fue una de las más golpeadas en julio, cayendo 16,5%

“El efecto sobre los precios al consumidor parece, por ahora, acotado. Los factores que están limitando el pass through son una demanda interna debilitada (un consumidor selectivo que no valida cualquier precio), el crédito caro y acotado (que limita el financiamiento del consumo), las expectativas de devaluación ya internalizada (parte de la suba del dólar había sido anticipada, por lo que los precios ya incorporaban una estimación más alta del tipo de cambio) y la mayor competencia importada”, revela el último informe de la consultora.

Desde el punto de vista de la política implementada por el gobierno, la devaluación del peso surge como una respuesta a la falta de dólares. En una economía que crece poco, cuyas exportaciones crecen poco, la manera de corregir el déficit externo es bajando la absorción interna (consumo + inversión), cuya mayor parte es el consumo, explica el informe.

Así la economía encara un segundo semestre con menor impulso. La comparación interanual todavía arroja algunos datos positivos gracias a la base baja de 2024, pero la tendencia mensual indica que el freno ya llegó a la industria, a la construcción y al comercio. Con un consumo debilitado, la obra pública paralizada y problemas de competitividad externa, los próximos meses pondrán a prueba la capacidad de los sectores productivos para evitar que el estancamiento se convierta en retroceso.

 

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