Diez chicos icónicos del cine: historias de grandes actorcitos y vidas estrelladas
Edición Impresa | 17 de Agosto de 2025 | 04:59

ENZO STAIOLA
“El ladrón de bicicletas” (1948)
Clásico absoluto del neorrealismo italiano y del cine, la película sigue a Ricci, un hombre atrapado en la miseria, que imagina una salida al conseguir una bicicleta que le dará trabajo para ver luego cómo se la roban. Sombría, la película es iluminada por Bruno, el hijo de Ricci, que lo acompaña en sus desventuras con candor infantil, pero sin caer en el exceso de ternura de tantas actuaciones infantiles.
JEAN-PIERRE LÉAUD
“Los 400 golpes” (1959)
La primera de varias colaboraciones entre el cineasta François Truffaut y el actor Jean-Pierre Léaud, la película es un mojón en la historia de la nouvelle vague. Léaud encapsula a la perfección un personaje complejo como Antoine Doinel, a quien Truffaut seguiría a lo largo de su vida y que está lleno de contradicciones: sumamente inteligente, miente todo el tiempo, se rebela, escapa, es atrevido.
HENRY THOMAS
“E.T.” (1982)
Una de varias películas de aventuras con chicos de los 80, “E.T.” es una parte fundamental de la infancia de varias generaciones que se sintieron profundamente conectados con su protagonista, Elliott, encarnado por Henry Thomas: un chico de barrio que se encuentra con lo extraordinario, un extraterrestre, en su casa. Por suerte, a Thomas no le fue como a la mayoría de los chicos estrella de aquella década, y sigue trabajando.
BARRET OLIVER
“La historia sin fin” (1984)
Bastián Bux, que luego daría nombre al submarino del Conicet que peinó el fondo del mar argentino, es el representante de los niños desvalidos del mundo: sensible, lector, víctima de bullying, se siente solo en el mundo hasta que se sumerge en una fantástica, y muy triste, aventura. Es uno de dos chicos icónicos de una de las películas más vistas de la historia: también está Atreyu, encarnado por Noah Hathaway.
EL ELENCO DE “LOS GOONIES” (1985)
Los Goonies encarnan el espíritu de la aventura juvenil: la película, especie de clásico de culto kitsch, aprovechó en su estreno el boom por las aventuras infantiles. Pero lo que la hizo eterna, marcando a las generaciones de las tardes de sábados de películas en la tele, fue su entrañable elenco, que incluía a unos muy chiquititos Sean Astin, Josh Brolin, Corey Feldman y el ganador del Oscar Ke Huy Quan.
SALVATORE CASCIO
“Cinema Paradiso” (1988)
“Cinema Paradiso” depende exclusivamente de la química entre el arisco proyectorista Alfredo y el joven Toto, Cascio, a través de cuyos ojos nos reencontramos con ese asombro y fascinación que solo existen en la infancia: para él, el cine viene de los sueños. Solo una sonrisa como la de Cascio y esos ojos podían transmitir esa electricidad de forma tan potente.
MACAULAY CULKIN
“Mi pobre angelito” (1990)
“Mi pobre angelito” ya ha sido vista demasiadas veces por casi todo el mundo, y es fácil olvidar lo divertida que es la comedia protagonizada por Macaulay Culkin con increíble encanto y picardía. También es fácil, detrás de los escándalos de Culkin, olvidar su “masterclass” cómica al frente de la película que convirtió a millones de chicos en asesinos en potencia. Magnetismo de estrella de cine.
NATALIE PORTMAN
“El profesional” (1994)
Hoy película discutida a la luz de las acusaciones contra Luc Besson, “El profesional” fue durante muchos años un filme de culto con eje en la relación entre el estoico asesino a sueldo de Jean Reno y la pequeña niña que adopta a regañadientes encarnada por una muy jovencita Natalie Portman. Increíblemente, es quizás la mejor actuación de su carrera.
MARA WILSON
“Matilda” (1996)
Clásico literario de Roald Dahl, la adaptación de Danny De Vito también se volvió eterna, y mucho tiene que ver Mara Wilson, que encarnó a la niña de 6 años que descubre sus poderes telequinéticos mientras lucha contra la adversidad familiar con particular encanto. El éxito, sin embargo, terminó con la carrera de Wilson, quien luego reveló como es realmente la vida de las estrellas de cine precoces.
HALEY JOEL OSMENT
“Sexto Sentido” (1999)
Dueño de una de las frases más icónicas de la historia del cine, Haley Joel Osment deslumbró en la película de M. Night Shyamalan como la contraparte de un acongojado Bruce Willis. Osment tenía una ternura cachetona que contrastaba con el tono oscuro y melancólico de la película: era la luz en la pantalla. Le costó, tras aquel éxito, a su actor, aunque luego resurgió para una segunda vida en Hollywood.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE