Y un día, tuvimos que abrir la pareja
Edición Impresa | 31 de Agosto de 2025 | 04:44

Nicolás M., Villa Castells
Una noche, casi sin pensarlo, lo dijimos en voz alta: ¿y si abrimos la pareja? El silencio que siguió fue más largo que la frase. No sé si lo propuse por deseo o por miedo. Miedo a que la rutina nos coma, a que un día ella me mire y ya no haya brillo. Ella respondió con calma: “Me da miedo pero podemos probar”. Desde entonces vivo entre la curiosidad, la culpa y a veces, aunque me cueste decirlo, el rencor. Abrir la pareja no fue solo habilitar cuerpos, fue abrir preguntas que nunca había tenido. ¿Cuánto se comparte? ¿Dónde empieza lo nuestro y dónde termina?
A veces siento libertad, como si me sacara un peso que no sabía que llevaba. Otras veces, un abismo: el terror de imaginarla feliz con alguien más. Descubrí que abrir no es solo sumar, también es revisar, poner palabras, aceptar inseguridades. La realidad es que no sé si funciona ni cuánto durará. Pero sé que, desde que lo intentamos, hablamos más y con más sinceridad que nunca. Y ahí también encontré algo nuevo.
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