El rebote tras el lunes negro y el regreso de la palabra maldita
Edición Impresa | 13 de Septiembre de 2025 | 04:38

Alejandro Radonjic
eleconomista.com.ar
Perder nunca es fácil. Y menos para un Gobierno como el de los hermanos Milei, que intenta mostrar que se las sabe todas. Una vez consumado el acto, es clave reaccionar pero, sobre todo, hacerlo bien. Es decir, que la mayor cantidad de gente posible diga “bueno, entendieron el mensaje y estos cambios van en la dirección correcta”.
Pero es muy difícil hacerlo porque no hay una única razón detrás de la derrota. Hay muchas tribus distintas para contentar: los propios, los mercados, los gobernadores, los que alguna vez votaron a LLA, los jóvenes, los del interior... También hay muchas internas y vetos cruzados. ¿Lo que proponen los Menem, o Santiago Caputo, es lo mejor para LLA o solo buscan eliminar a sus rivales internos? Todo eso cruzado por el hecho de que, salvo una minoría hiperinformada, la mayoría de la gente “está en otra”. Cuatro de cada diez no fueron a votar en la provincia de Buenos Aires.
Si bien la política, como la vida, da revancha y octubre puede ser mejor que septiembre -en términos electorales-, también puede ser peor si la reacción a la cachetada es peor.
En eso está el Gobierno de los hermanos Milei.
Milei tiene que embarrarse
El jefe de Estado está incómodo y debe embarrarse en el sucio lodazal de la política. Interactuar con la casta. Preferiría estar dialogando horas con Luis Caputo y su equipo sobre demanda de dinero, dando alguna conferencia económica tras recibir algún premio que nadie conocía o jugando con sus perros antes que estar hablando de rosca, cargos y cajas con la “mesa política”.
En el plano de la organización interna, el Gobierno atraviesa su peor momento. Las piñas electorales van entrando, las internas son cada vez más notorias y públicas, y crecen las dudas sobre la habilidad de Karina para, bueno, hacer todo lo que hace. No es una cuestión de CV: realmente, tiene mucho poder en sus manos. Curiosamente: todo arrancó luego de agrandarse demasiado tras el duelo porteño con el PRO.
Con las piñas electorales se cae la mejor defensa de Milei: el apoyo social. Porque $Libra, Andis y otros escandaletes mostraron problemas operativos (y de otro tipo), pero no pusieron en duda, como ahora está pasando, que el gran pueblo argentino aun apoyaba -en términos mayoritarios- el extraño experimento libertario que arrancó el 10 de diciembre de 2023. Ahora eso está en duda y, si eso está en duda, todo está en duda.
Del lunes negro al acomodamiento
Pero, hasta entonces, es una creencia compartida y eso opera como un piso que ayuda a sostener la estantería y las valuaciones. En definitiva, el lunes 8 fue una jornada negra para todos los papeles “Made in Argentina”, pero después la cosa se estabilizó. “Es realmente sorprendente (para bien) la fortaleza del peso desde el lunes”, destacó el CEO de Cocos, Ariel Sbdar. Máxime considerando que hubo baja de tasas (sin suba de encajes) en la licitación que comandó Pablo Quirno el miércoles.
El tema tasas requiere un párrafo aparte. El Gobierno las bajó (¿o fue el mercado?) y empezó a atenuar el sesgo de la política monetaria. Algo bienvenido para los economistas, así como los tomadores de préstamos, claro. En un evento de PPI, Emmanuel Alvarez Agis dijo que solo Paul Volcker y Margaret Thatcher habían aplicado un esquema similar en el pasado. “Igual ya está cambiando el esquema y vienen aflojando la tasa. Está a 35% la tasa que opera el BCRA por BYMA, cuando llegó a operar en 80% la rueda repo hace unas semanas”, dijeron desde pxq consultora.
El dramatismo del shock electoral fue cediendo, también, porque algunos se dieron cuenta de que lo que se puso en juego el domingo pasado fue poco y nada. “Tampoco hay que extrapolar 2025 a 2027, dado que ningún partido que haya ganado las elecciones de medio término desde 2009 luego triunfó en las presidenciales y dado que falta mucho.
Desaceleración y ¿recesión?
Si bien la inflación volvió a entregar una “linda” noticia (4° mes al hilo debajo de 2%, con algunos rubros como textiles con deflación), el invierno sigue firme para la economía real. Y ya no es una cuestión meramente estadística: está pegando en el empleo. “El mercado laboral argentino atraviesa una etapa de tensión. La desaceleración de la actividad y las altas tasas de interés afectan sobre todo a los sectores más intensivos en empleo y dependientes del crédito, que ven limitada su capacidad de expandir el empleo. Algunos logran resistir, pero la falta de señales claras de recuperación y ciertas decisiones de política económica amplifican las dificultades, profundizando las brechas en la generación de empleo de calidad”, escribió Laura Caulla desde la Mediterránea.
Los vientos del estancamiento están soplando y la palabra maldita (“recesión”), está cada vez más cerca.
Hasta octubre, además, todo estará en pausa. Como dijo Claudio Zuchovicki: “La mayoría de los que ponen plata decidió esperar qué quiere la sociedad en octubre”. Hay que esperar a ver qué pasa en las elecciones y, también, con el service que deberá hacer el modelo. El régimen cambiario está muy cuestionado y nadie sabe de dónde saldrán los dólares para pagar las cuentas en 2026.
Las perspectivas energéticas y mineras son grandiosas, pero para que esos dólares entren en las magnitudes de las que se hablan hay que esperar no menos de 4-5 años más. Como mínimo.
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