Les alquilaron una casa equipada y se llevaron hasta el revestimiento

Un golpe de día y bajo la apariencia de una mudanza fue ejecutado por “inquilinos” que, además, no pagaron

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En una vivienda ubicada en calle 67 entre 119 y 120, en La Plata, una mujer de 49 años vivió una de las experiencias más amargas de su vida.

Durante meses había alquilado una habitación de su casa a una pareja que se presentó como “Ezequiel y Sol” pero que nunca llegó a conocer realmente.

Al principio parecía un acuerdo simple, pero con el paso del tiempo la convivencia se tornó difícil y cargada de tensiones.

El hombre llegó a advertirle que, al haber llevado a un menor a la casa, nadie podría sacarlos de allí, insinuando que buscaban quedarse con la vivienda. Esa advertencia generó desconfianza y un clima de hostilidad que fue creciendo día a día.

Según pudo saber este diario, la pareja acusada le comunicó que se marcharían antes del 19 de este mes porque habían conseguido un terreno en la zona de Los Hornos.

La dueña creyó que por fin se cerraba una etapa incómoda. Pero ese mismo día, cuando salió de su casa cerca del mediodía y regresó alrededor de las 16 horas, se encontró con un panorama devastador.

La vivienda estaba prácticamente vacía: los muebles, los electrodomésticos y hasta los revestimientos de machimbre que cubrían paredes y techo habían desaparecido.

El interior estaba sucio, con restos del desmantelamiento. La sensación inmediata fue de desolación.

Los objetos faltantes eran parte esencial de su negocio como arrendataria. Un televisor, una cama de una plaza, la heladera, la cocina y un lavarropas automático ya no estaban.

A eso se sumó la pérdida del machimbre arrancado de paredes y techo, lo que dejó la casa en un estado de abandono y destrucción.

La dueña, al recorrer cada rincón, se encontró con la desolación de los ambientes vacíos y un silencio que contrastaba con la imagen de su hogar horas antes.

Una vecina aportó un dato clave: vio un camión estacionado y observó a la pareja cargando los objetos. Sin embargo, interpretó que se trataba de una mudanza común y corriente.

No pudo precisar ni color ni modelo del vehículo, lo que limita las pistas. Tampoco se pudo confirmar la existencia de cámaras de seguridad en la zona que ayuden a reconstruir el movimiento de los autores.

Los inquilinos desaparecieron con todo lo que pudieron llevarse. Sin lugar a dudas, ambos se aprovecharon de la confianza inicial de un alquiler para quedarse con lo ajeno y huir, dejando tras de sí un daño económico evidente y un fuerte impacto emocional.

La investigación quedó caratulada como hurto agravado. Lo que comenzó como un contrato de convivencia terminó en un vaciamiento de vivienda que la damnificada tardará tiempo en recuperar.

Más allá de los bienes materiales, lo que queda es la marca de la falta de palabra algo que, en la actualidad, ha perdido valor. Ahora la damnificada se enfrenta a las pérdidas materiales y a la bronca e impotencia que le genera haber sido engañada de la peor forma.

 

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