Las memorias escondidas de Ensenada bajo fuego

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Hace 70 años, el país estallaba: comenzaba la llamada Revolución Libertadora, un golpe de Estado contra la presidencia de Perón que dejó numerosos enfrentamientos. La mayoría, olvidados por la historia: se recuerda más el intento de golpe fallido del bombardeo a Plaza de Mayo, en junio, que las batallas que ocurrieron en septiembre. Pero allí estaba Hugo Crexell, padre: aviador naval, fue enviado por Perón a “salvarlo”, y voló hacia Ensenada. Años más tarde le contaría esas historias a Hugo Crexell, hijo. Cuando, más grande, y ya sin su padre presente, el hijo y documentalista decidió cotejar aquellos relatos con la realidad, encontró una historia enterrada, la de “un bombardeo gigante en Ensenada, en el barrio Campamento”.

Aquel bombardeo fue parte, dice el cineasta, de “la resistencia al golpe que nunca había sido contada”, y que él rescata en su documental, “Ensenada ‘55”, que tendrá su función estreno mañana en el porteño Cine Gaumont. ¿Por qué nunca se contó aquella resistencia?: “Yo también me lo pregunto”, responde Crexell, en diálogo con EL DIA. “Pero creo que se quiso hacer creer que Perón había huido sin dar batalla, que no había habido resistencia, que el régimen estaba terminado, había caído por su propio peso, para ocultar que hubo resistencia, en las fuerzas armadas, en el pueblo”.

“Hubo combates en Ensenada, Córdoba, Curuzú Cuatiá, Bahía Blanca, con civiles resistiendo junto a tropas del ejército”, recuerda. “Si hubieran contado esa historia, uno habría llegado a la conclusión de que tomaron el poder con un golpe sangriento, con acciones bastante salvajes, como el bombardeo a los depósitos de combustible de Mar del Plata. Ese tipo de acciones mejor no contarlas: mejor decir que fue un golpe incruento. Un trámite”.

Producto de ese “olvido”, Crexell encontró que para hacer su película, el relato del bombardeo sobre Ensenada pero que es también una historia personal, sobre su padre, sobre las ausencias y la memoria, poco archivo audiovisual, pocas referencias literarias. Poco (ayer se presentó en el Cine Teatro de Ensenada “Proyecto Campamento”, una obra teatral sobre el hecho). Armar una película con poco material era un desafío, desde ya. Apareció algo de material en el Archivo de la Nación, algunas fotos de EL DIA, “y no mucho más, la verdad”. Crexell recurrió entonces a la animación: “Usamos fotos de la época, las que teníamos, y les dimos vida para imaginar cómo habrían sido esos ataques, esa vista desde el cielo de una ciudad siendo bombardeada. Me parecía interesante que, aunque fuera por unos pocos segundos, el espectador tuviera una inmersión audiovisual en los sucesos”, relata.

Es por esos recursos, dice, que “el cine tiene una penetración que no tienen otros formatos, más difíciles: es un medio muy bueno para plantear estos conflictos, para imaginar cómo habrá sido esa batalla, para escuchar esos testimonios que, quizás, si no estaba la cámara se perdían. Y, en un sentido más amplio, el cine es una resistencia cultural contra las narrativas hegemónicas que están dando vueltas: todos somos hoy espectadores de plataformas, pero hay algo ahí que es impersonal. Los documentales ayudan a fomentar la identidad cultural”.

LOS RELATOS FAMILIARES

Crexell relata que la idea de hacer este documental comenzó, de alguna manera, cuando era chico y escuchaba a su padre contándole sus historias de aviación. “Era como ver una película, fue la primera imagen que tuve de esos relatos”, recuerda. Tiempo después, “por azar, me encontré con un libro, un relato de la Revolución Libertadora: el nombre de mi viejo, que es el mío, se repetía en varias páginas. Y pensé: ‘Acá hay algo, acá hay otra historia para contar’, ese libro, la historia oficial, no contaba todo lo que mi viejo me contaba”.

Por eso, la historia que investiga y desentierra Crexell está atravesado por lo íntimo, lo personal. “Yo quería ubicar esas historias que me contaba, en la historia mayor. Quería saber cuál había sido su participación real”, explica el director, que investigando, encontró una dimensión trágica en aquellos relatos que su padre contaba de forma heroica: “Entendí que había cumplido órdenes del presidente, y que ese fue su destino: cuando cae Perón, también él cae. Y lo que más le gustaba hacer, que era volar, no lo volvió a hacer”.

Ensenada ‘55

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