La luz que irradian las 28 bibliotecas populares platenses

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Hoy digitalizadas, expandidas en sus objetivos originales, asociadas al trabajo de escuelas y centros educativos, promotoras de cursos y talleres sobre disciplinas y tecnologías modernas, las bibliotecas populares de nuestra ciudad no dejaron de actualizarse en los últimos tiempos con propuestas novedosas y, así, atender la demanda de miles de alumnos y vecinos de sucesivas generaciones, así como de mantener una vigencia cultural y social que se remonta a los primeros años de la Ciudad.

En su edición de ayer este diario publicó un informe sobre la existencia de estas instituciones y acerca del valioso aporte que vienen prestando. Ello a raíz de que en la jornada de la víspera, se conmemoró el Día de las Bibliotecas Populares en la Argentina.

Como se sabe, en julio de 1870 el entonces presidente de la Nación, Domingo Faustino Sarmiento, y su ministro de Instrucción, Nicolás Avellaneda, enviaron al Congreso de la Nación el proyecto de creación de la Comisión Nacional ora de Bibliotecas Populares (Conabip).

Y esa sanción por parte del Congreso se obtuvo el 23 de septiembre de ese mismo año, asignándoseles además un fondo de inversión destinado a las nacientes bibliotecas barriales.

A raíz de ello, el artículo de este diario entrevistó a autoridades de las bibliotecas Euforión -creada en 1927 por el ímpetu de estudiantes secundarios del Colegio Nacional, que cumplirá un siglo de vida dentro de dos años-, Biblioteca Popular Gonnet-Bell y Biblioteca Popular La Chicharra, que integran el valioso patrimonio de 28 bibliotecas similares en el distrito platense.

Concebidas por Sarmiento y Avellaneda como sitios para permitir la lectura y colaborar con la formación de los alumnos y de la capacitación que ofrecían las nacientes escuelas públicas, no debiera hacer falta detallar el cúmulo de conocimientos y actividades sociales que sumaron luego a lo largo de una evolución siempre positiva.

Tal como se dijo en la víspera, a diferencia de las bibliotecas públicas, las populares se sostienen casi únicamente por el compromiso de los vecinos, quienes a través de cuotas sociales y el trabajo voluntario, garantizan su funcionamiento. La autogestión, entonces, les confiere un carácter único y las convierte en verdaderas extensiones de los barrios a los que pertenecen.

A ello se suma el dinero que ingresa por parte de la Conabip, por algún organismo de la Provincia y otro subsidio municipal, dijeron quienes manejan esta bibliotecas que cuentan con entre 10 y 60 mil libros que pueden ser consultados.

La historia de varias de las bibliotecas, como se ha dicho, se remonta a las primeras décadas de la Ciudad y así se puede decir que ellas, de pleno derecho, se convirtieron en factores principales del desarrollo cultural, como auxiliares directas de los grandes establecimientos educativos asentados en La Plata por los fundadores.

Puede decirse, entonces, que cada uno de los barrios y localidades platenses, cuenta hoy con una o dos bibliotecas populares que lograron convertirse, a lo largo de tantas décadas de esforzado funcionamiento, en faros culturales de primer orden.

 

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