El centroizquierda, en el laberinto kirchnerista

Por NICOLÁS TERESCHUK

El sector político que alguna vez se identificó con el "centroizquierda" o el "progresismo" atraviesa, a partir de la reorganización del PJ liderada por Néstor Kirchner, una fuerte crisis estratégica y de identidad.

Es sabido que en política ninguna fuerza o agrupación puede sobrevivir si no es capaz de responder a tres preguntas clave: ¿quiénes somos "nosotros"? ¿a quién tratamos de convencer y representar? ¿quiénes son "lo otro"?

El centroizquierda argentino, luego del estallido de la crisis del Frepaso pero sobre todo desde la llegada de Kirchner al poder, evidenció graves problemas para dar cuenta de esos interrogantes.

Pero la crisis de ese sector parece haberse renovado con una simple decisión de Kirchner: la de ponerse al frente de la estructura del Partido Justicialista.

Ya en el 2003, el ex vicepresidente Carlos "Chacho" Alvarez repetía ante propios y extraños que Kirchner había llevado adelante buena parte de "la agenda" del Frepaso en distintas materias: política de derechos humanos, política exterior, reforma de la Corte Suprema y mejora de los índices socioeconómicos.

La nueva situación -sumada a la inédita bonanza económica- desorientó al espacio progresista, que en años del menemismo había desarrollado la capacidad de encarrilar la discusión política con bastante más claridad.

Luego vino el espejismo de la "transversalidad" y una estrategia del Gobierno que se extendió mucho más en el tiempo -de hecho, se reiteró durante la renovada gestión de Cristina Kirchner-: la de incorporar a puestos en la administración a dirigentes provenientes del "centroizquierda".

Las ministras de Defensa, Nilda Garré, y de Salud, Graciela Ocaña; el subsecretario de Integración Económica de la Cancillería, Eduardo Sigal; el subsecretario de Coordinación de Políticas Ambientales, Fernando Melillo; el integrante del Director de Aerolíneas Argentinas, Ariel Basteiro, son algunos de ellos.

El posicionamiento de esos sectores fue más claro mientras Kirchner, a lo largo de su gestión, mantuvo un "no" rotundo a encabezar el PJ.

Pero ahora, con el ex presidente entusiasmado con renovar el peronismo y alinear detrás suyo a casi toda la dirigencia justicialista histórica, incomoda al "progresismo".

El problema sobre dónde ubicarse políticamente también afecta a los piqueteros oficialistas, como Luis D'Elía, y a sectores que apoyaron medidas del actual Gobierno pero que no se consideran parte del kirchnerismo, como los socialistas liderados por el gobernador santafesino Hermes Binner, o el intendente de Morón, Martín Sabbatella.

Además, un sector que parece a la deriva es el de los dirigentes del ARI críticos de Elisa Carrió, quienes denuncian un giro de su ex líder hacia el "centroderecha".

¿Y qué hará el partido de Luis Juez, el ex peronista que se enfrentó al PJ en Córdoba y que casi le arrebata el poder?

En forma paralela, a la desorientación del "progresismo" se añade otro ingrediente porque Kirchner ya anunció que desafiliará al PJ de la entidades mundiales de partidos democristianos y liberales y que lo realineará con la Internacional Socialista, un espacio en el que radicales y socialistas, pero también los ex dirigentes del Frepaso, solían moverse con soltura.

Las preguntas que acechan a este sector no son pocas: ¿será real la mentada intención de Kirchner de hacer del justicialismo una fuerza de "centroizquierda"? ¿lo logrará? ¿se estructurará, tal el planteo de expertos como Torcuato Di Tella, un sistema de partidos con un polo de centroizquierda y otro de centroderecha? ¿qué lugar le cabe entonces a los "progresistas" no kirchneristas? ¿hay aún espacio para mantenerse independiente del ex mandatario y de Cristina Kirchner?

Más allá de las incógnitas, lo que es casi seguro que en un año sin elecciones previstas las definiciones tardarán en llegar y que poner fin a la volatilidad del sistema político no será una tarea simple.

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